Dulce deseo, asciende,
vivifica mi sangre
que clama por la vida,
llena mi mente
de cuerpos deseables,
pon el secreto
de los secretos nunca dichos
en boca de la noche
y haz que la vida
verdadera que vive
en el despierto y tenso
sueño de la carne
se cumpla en medio
de esta terrible fuga
del tiempo en llamas,
en medio de la
devastación.
de la sangre, siento
que hay en la flor abierta
del deseo un latido
de estrellas y un reguero
de materia inmortal
que dispersa su fuerza
por todo el infinito
océano cósmico
y por el cielo inmenso
bajo el que cada noche
tiembla mi corazón. Dulce deseo, crea
las horas a tu imagen
y semejanza, ponme
en los ojos limpios
la estela sin cautela
de la luz que recorre
los tibios escondrijos
de la verdad más honda
y las ráfagas blancas
de los cuerpos que cruzan
por los sueños del mundo. Amor que persevera
en el deseo
y en él se cumple: deja
tu signo y abre
de par en par
las puertas del jardín.