Pond Hockey, el hockey hielo al natural

Por Contralatanca

Pond Hockey o Hockey sobre Estanque. Así se denomina en Norteamérica al hockey jugado sobre una superficie helada de un lago o embalse. Probablemente también se pueda incluir en esta denominación cualquier superficie exterior con agua helada de forma natural.

Esto es lo que el domingo pasado(23 de enero), un grupo de aficionados pudimos practicar en uno de los lagos de alta montaña que se pueden encontrar en La Cerdanya.

A continuación os dejo un relato muy particular de esa jornada.

“Cuando a mitad de semana, Daniel me llamó para decirme que si me apuntaba a una excursión para ir a patinar a unos lagos de montaña, lo primero que pensé fue sobre lo mucho que le estaba costando “crecer” a este chico. Y lo segundo fue sobre las informaciones de la llegada de una ola de frio siberiano para el fin de semana.

Bien… si tengo que ser sincero, la verdad es que antes que todo eso, creció en mí el temor hacia el riesgo implícito de su proposición. Desde luego me hacía (y le hacía) la pregunta del millón: Si llegábamos allí (tema ya de por si complejo)… ¿como sabríamos si la capa de hielo era suficientemente gruesa y resistente?.

Recuerdo vagamente que él me habló de su experiencia y de no se que herramientas de medición. Pero al poco de su explicación, sus palabra no eran más que un run – run. Yo no lo sabía todavía, pero en el interior, mi temerario  “subconsciente/inconsciente” le había ganado la batalla a mi temeroso y prudente “consciente”, aunque de puertas hacia fuera, mantuviese muchas de mis reservas y mis temores.

Finalmente el sábado confirmamos la cita y el domingo, bien temprano, Daniel, Patxi, Arturo, Andrei, Daniel (hijo de Andrei) y yo, nos encontramos bien temprano en el lugar convenido y todos dispuestos a participar en una experiencia de hockey “de altura”.

Ante la más que probable presencia de intenso frio y de una cierta exigencia física, se hacía indispensable un buen desayuno, para el cual nos dirigimos al local de Fernando, otro “veterano” de batallitas hockeysticas.

Con una buena reserva de calorías en nuestro interior realizamos un primer intento de acercamiento a nuestro objetivo, que resulto infructuoso por su complejidad y que, dada su poca relevancia, no relataré. En cualquier caso este intento sirvió para que se incorporasen nuevos compañeros de viaje, entre ellos Nino, que sería otros de los jugadores.

El segundo intento fue el definitivo ya que, una hora después del primero, estábamos de camino hacia lo que sería un momento muy especial.

Antes de ello, tocó solventar los problemas con la nieve que sufrieron algunos de los vehículos de la expedición. Aquí fue providencial el buen hacer y la buena maquinaria que calzaban Andréi y Nino. Sin ello, todo habría sido muy diferente.

Al poco llegamos al lugar. En una mañana completamente clara, en un lugar excepcional entre las montañas de La Cerdanya, con un entorno natural magnífico… y con la mayoría de nosotros ignorando todo esto a causa de los nervios y la impaciencia por ver finalmente si podríamos contar con ese hielo soñado. En esos momentos llegué a escuchar preguntas, que entonces me parecieron lógicas y que ahora veo como “irreales”. Una de ellas fue ¿estará helado el lago?. ¿Pues como iba a estar a más de 2.000 m. de altura, en pleno mes de enero y después de tres o cuatro días con temperaturas máximas, insisto, máximas de -10⁰ C?.

Otro tema, este más serio, era si la capa de hielo sería suficiente. Daniel realizó las mediciones correspondientes con “herramientas altamente especializadas y bien calibradas”, y finalmente confirmó que había suficiente grueso de hielo como para poder soportar el peso de un grupo de cuarentones, algunos de ellos con sus correspondientes “barrigas cerveceras”.

El mismo Daniel, fue el primero en salir a la superficie helada, ya calzado con sus patines, aunque para ello dispuso y utilizó, de forma “muy profesional”, un salvavidas de tipo marítimo. por lo que pudiera pasar. La idea de disponer de este elemento fue acertada y conveniente, pero al poco tiempo, confirmamos satisfactoriamente que este elemento seria innecesario dad la solidez que mostraba la capa helada.

Las últimas dudas saltaron por los aires al ver la cara de de satisfacción de Daniel mientras se desplazaba con buen estilo por el lago.

Y curiosamente, cuando yo ya me encontraba sobre el hielo dispuesto a disfrutar de un buen rato de hockey, fue cuando fui consciente de donde me encontraba. Aquel entorno antes ignorado, aquellas montañas y el escarpado valle que habíamos dejado atrás, los altos abetos rodeándonos, aquel aire frio que quemaba los pulmones al respirar y que te cortaba la cara al deslizarte. En definitiva, los sentidos funcionando al máximo de sus posibilidades, poco antes de convertir todo ello en una intensa emoción.

Supongo que para cada uno de nosotros, esa emoción fue diferente. Supongo que para algunos, se mezcló con la evocación de sus lejanos lugares de nacimiento. Para otros hacer realidad algo que habíamos imaginado alguna vez. Para mí, llegó todo con el recuerdo de mi padre y de cómo me gustaba escucharle cuando explicaba su experiencia patinando y jugando a hockey sobre el lago helado de Puigcerdà.

Poco después, ya habíamos puesto dos pares de botas como porterías, teníamos dos equipos definidos y todo a punto para empezar un partido de Pond Hockey que tardaremos en olvidar.

La jornada finalizó, como no podía ser de otra manera, delante de una buena mesa con productos locales y, sobre todo, con la compañía de unos excelentes compañeros de experiencia”.

Notas técnicas: La superficie de un lago helado no es absolutamente regular. Los baches y algún agujero están presentes y, aunque no lo impiden, invitan a patinar de forma prudente.

Por otro lado, no sé si es a causa de la calidad del agua o de qué, pero el puck corre “que se las pela” sobre esa superficie, así que atención a los “slap-pass” o te pasas un buen rato recogiendo la pastilla en las orillas del lago.

Y para acabar, una recomendación MUY IMPORTANTE: Que nadie piense que cualquier lago, embalse o rio helado es susceptible de patinar sobre él. Siempre deben tomarse las máximas medidas de seguridad (estudio previo de climatología, medición de grueso del hielo, presencia de cuerdas i/o salvavidas, atención permanente a los sonidos de la propia superficie helada,…). Mejor pasarse de prudente que de valiente, ya que el resultado puede ir más allá de un susto, puede ser trágico.

Para acabar, solo me resta agradecer a mi amigo Daniel Brugman, que pensase que esta experiencia podía realizarse y que contase conmigo para compartirla.

A continuación dejo unas fotos de la jornada, que espero sean suficientemente representativas.