Para el Arcángel Foster
El hermano bueno mira al mar, el hermano malo mira a la jungla...Proverbio caníbal
Évole para Jot Down
Los seres-nada de los que habla mi amigo Félix, un altísimo porcentaje en la población de los países mal llamados desarrollados, viven pendientes, siendo pertinentemente moldeados en sus creencias y sensibilidad, de los mal llamados “medios de comunicación de masas”: el Cuarto Poder. La mayor parte de aquellos que ejercen como ciudadanos se informan y deciden en función de los contenidos vehiculados por periódicos, cadenas de televisión o emisoras de radio. Una mínima parte lo hace basándose principalmente en la experiencia propia o en la reflexión, a esta última se puede acceder mediante: la lectura, el pensamiento disciplinado o la meditación... incluso el rito, el trabajo creativo y vocacional o la oración silenciosa, funcionan. El resultado ha sido un progresivo embrutecimiento de los mal llamados “ciudadanos” y una intensa falta de escrúpulos y de ética por parte de los gobernantes. Insisto que no hablo de los regímenes totalitarios o autoritarios, sino de las mal llamadas democracias. Son estas, en la Era de la Granja que canta encomiásticamente Steven Pinker, sistemas masificados de convivencia de corte predominantemente urbano organizados como sociedades burocráticas de consumo dirigido donde se ha impuesto, pertinente y consecuentemente, un control exhaustivo y cientifista sobre las conductas; una cada vez más extensa y panóptica vigilancia que pretende disimular su torva faz con oleadas de propaganda continua y omnipresente, impregnada esta de un buenismo de garrafón, lo envuelve ya todo. El Estado Terapéutico o la culminación de la “postmodern-hez”; no es raro, ni está falto de significación, más allá de las explicaciones fisicalistas, lo mal que huelen las ciudades. Lo fecal ha sustituido a lo feérico en la era digital; para mejor ser comprendidos: la diferencia que va entre Jordi Évole y Miguel de la Quadra Salcedo; porque estamos hablando aún, mal que nos pese, de periodismo. Vivimos en una época terminal, en la fase de los ogros filantrópicos donde toda noticia es ya una “falsa noticia”.la conducta caníbal de Madonna
Durante los recientes comicios para la elección de Presidente de los Estados Unidos se han dado algunas circunstancias peculiares que muestran el alto grado de deterioro cognitivo al que puede acceder cualquiera que se ponga al alcance de los “media”, en función de la muy anti intelectual sintonía con que estos quieren ser atendidos. Nada bueno puede venirle a nadie, por poner algunos ejemplos cercanos, entrando en el juego de Mercedes Milá con “los libros” o pretender asumir al insano ex Presidente Obama en su papel favorito de individuo encantador o “cool”; no digamos ya lo que puede implicar para cualquiera escuchar con atención los discursos de nuestro Presidente del Gobierno o de nuestro no menos “brillante” Jefe del Estado. Son sólo ejemplos mínimos e ilustrativos. Poco recomendable es pues tomarse en serio estas tonterías procedentes de golfos o tontos; como lo es pretender “entender” los anuncios de detergentes o compresas, salvo que uno quiera sentir los efectos de una necrosis psíquica parcial “in situ”. Con Internet ha surgido, presuntamente, una posible fuente conflictiva de contrainformación que parece cuestionar un entramado organizado de manera casi monopolística; está por ver que esto sea, o vaya a seguir siendo, así. Pues es en Internet donde uno encuentra continuas referencias a las versiones o “narrativas” mediáticas dominantes.
Pero yendo más lejos y entrando en el acontecimiento dos, la marcha multitudinaria de mujeres con gorros morados: seguramente aterrorizadas porque Trump va a imponer por decreto algo aún peor que la repulsiva sharia islámica sobre ellas; hay que señalar que agolpar gente en plazas o avenidas es propio de los movimientos totalitarios, que generalmente luego son derrotados en las urnas, no de las democracias . Es bastante natural y tampoco es de recibo que hubiera mucha gente contraria a Trump, no sólo por haber sido expresamente convocados y por tener un mayor poder económico en general que la mayor parte los votantes del ganador, pertenecientes a las clases trabajadoras, sino porque las bolsas de electores más densas y leales a la preclara e irascible Hillary, estaban situadas cerca de Washington y en el mismo Washington. Nueva York no está lejos. Algo sin trascendencia es elevado a la categoría de signo que desprestigia una victoria electoral absolutamente legítima. Una mezcla, en ambos casos analizados, de propaganda derogatoria clásica salpimentada con argucias de la prensa del corazón; a la medida pues del público protagonista, predominantemente femenino, que sólo el uso de una imaginación desbordante pero enfermiza y obtusa puede considerar constituido por una mayoría de lumbreras intelectuales o de justicieras incorruptibles.
Frank G. Rubio