Hace algunos años esta expresión casi imperativa fue parte del que se convirtió en el himno de un género musical que promueve la alegría, la fiesta, la acción y la adrenalina… Hoy no pretendo cantar ese reguetón, es sólo un paralelismo para contarles una historia: Vivir en Venezuela durante su era más desafiante, ha despertado en mí -al igual que en muchos emprendedores-, un funcionamiento inesperado pero fantástico.
Es mundialmente conocido que este mágico país que me vio nacer es rico en petróleo, por lo que este tipo de combustible debía ser muy fácil de conseguir, aunque el hecho es que en mi ciudad con casi la mayor riqueza petrolera del país, debemos esperar horas enfilados y acompañados de la más férrea determinación para poder surtir nuestros vehículos del líquido que lo hace mover.
En una de estas largas colas, me dediqué a describirme en analogía con el carro que esperaba para surtir: tengo un motor, varios órganos y sistemas que permiten funcione y me mueva, entonces decidí proponerme “A modo afirmación” empezar a producir: tomé lápiz y papel para responder: ¿Qué puedo hacer?, Me activé en los pensamientos que producen equilibrio y bienestar, pero sobre todo, aproveché esa ola motivacional que me sorprendía a las muchas horas esperando entre calor y pensamientos frustrantes divagando. Te prometo que lo que plasmé en esa hoja fue realmente inspirador.
Varios proyectos de trascendencia, la visualización clara de mis talentos y un mapa mental de recursos y propósitos me hicieron avanzar, no literalmente, pues, en la cola seguía –y la verdad, con mucha emoción quería que se prolongara aún más de las casi 12 horas que llevaba en ella-, un par de llamadas, cuentas para fijar costos, inversión y control y una lista de cosas por hacer me dieron el combustible que necesité para avanzar en el propósito que quiero y tengo. Hay metas que requieren más gasolina, pero lo bueno es que si para ponerlas a andar se requiere hacer una larga fila, quiero que sepas que ese momento también es una oportunidad para perfeccionarla, hacerla crecer y finalmente ponerla en acción.
Como siempre digo, no es lo mismo adaptarnos que aceptar una situación difícil o un entorno desafiante, pues también valoro mucho el tiempo y tampoco quiero estar de fila en fila probando mi paciencia, mi creatividad y la resistencia de mi buena vibra, pero quiero decirte que el aeropuerto, la estación de buses, el banco, el supermercado o en mi caso, la estación e servicio o todo espacio de espera puede convertirse en gasolina a eso que sueñas.