Sosuke, un niño de cinco años, vive en lo más alto de un acantilado que da al mar. Una mañana, mientras juega en una playa rocosa que hay bajo su casa, se encuentra con una 'pececita' de colores llamada Ponyo, con la cabeza atascada en un tarro de mermelada. Sosuke la rescata y la guarda en un cubo verde de plástico. Ponyo y Sosuke sienten una fascinación mutua. Él le dice: “No te preocupes, te protegeré y cuidaré de ti”. Sin embargo, el padre de Ponyo, Fujimoto, que en otro tiempo fue humano y ahora es un hechicero que vive en lo más profundo del océano, la obliga a regresar con él a las profundidades del mar. “¡Quiero ser humana!”, exclama Ponyo y, decidida a convertirse en una niña y regresar con Sosuke, escapa. (La Butaca)
Ponyo en el Acantilado es una libre adaptación de la Sirenita realizada con la mano magistral de Hayao Miyazaki.
Ponyo llama la atención por su sencillez y por su maravillosa animación, de hecho es la película de animación con más fotogramas pintados a mano de la historia (170.000), lo que le da un toque artesanal y muy especial. En plena era digital, Miyazaki nos sigue sumergiendo en mundos creados con animación artesanal y consigue imágenes tan bellas y poéticas que no echamos de menos la animación digital en ningún momento.
La película destila inocencia y alegría, es una película para niños orgullosa de serlo, algo que no abunda ultimamente, sin embargo, los adultos sin prejuicios también pueden disfrutar viéndola, sobre todo los que conozcan el universo de Ghibli y Miyazaki. Se echa de menos algo más de profundidad en la historia, conocer por ejemplo, cómo llegó el padre de Ponyo, que es humano, a vivir en el fondo del mar, pero hay que tener en cuenta que la intención de Hayao Miyazaki esta vez no era realizar una película compleja y profunda sino una pequeña historia para niños.
A pesar de ser una película más sencilla, las constantes del cine de Miyazaki siguen estando presentes, la denuncia ecologista que ya aparecía en La Princesa Mononoke, el respeto a los ancianos, la poesía visual y un cierto toque onírico, todo esto junto da lugar a esa magia tan especial y única que tienen las historias de Hayao Miyazaki.
Mi nota:
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