La reciente escusa del gobierno de Artur Mas de retrasar la eliminación del límite de 80km/h a las entradas de Barcelona lleva implícito el reconocimiento que la medida es buena.
Una de (entre tantas) promesas electorales de CiU en las autonómicas era la eliminación del límite de 80km/h en las entradas de Barcelona. Algo que seguramente afectaba moralmente a millones de ciudadanos y que ahondaba aún más en que el coche ha de ser el rey, literal, de las ciudades.
A pesar que los datos han demostrado que se han reducido accidentes y contaminación, el partido conservador catalán apostaba por la eliminación de la medida.
En la semana en que iban a eliminar el límite de 80km/h se han dado cuenta de dos cosas. Una, tienen miedo de que los accidentes se incrementen, hasta el punto de que tienen la desfachatez de decir que aplicarán un período de prueba para ver si los accidentes se incrementan o no (como si experimentar con los muertos en la carretera fuera algo sin consecuencias humanas). Dos, tal y como están los niveles de contaminación de la ciudad de Barcelona levantar el límite sería un atentado contra la salud pública.
En ambas afirmaciones y miedos del equipo de gobierno de la Generalitat hay un reconocimiento implícito: la limitación de los 80km/h es necesaria para mantener bajos los accidentes de tránsito y que la contaminación no se dispare.
Ahora que tienen que gestionar la realidad se dan cuenta que el discurso demagógico no sirve y esta les golpea en toda la cara
Espero que al menos reconozcan su error, tiren atrás la medida de retirar el límite de los 80km/h, y como mínimo no se escuden como en su tiempo un dictador en el “pertinaz anticiclón de las azores”.