Se ha convertido en un clásico entre amigas. Desde hace un tiempo cada año organizamos una escapada "sólo-chicas" y nos vamos de viaje 4 días. En otra ocasión fue Londres: Una Escapada Exprés ... de chicas ó 72 horas para saborear París. Esta vez tocaba poner una pica en Flandes y por qué no, también en Bruselas, así que hemos estado Por Brujas, Gante y Bruselas ... de Mejillones y Patatas Fritas. Vale, vale, lo reconozco ... y también de algo más. Cuatro días muy aprovechados, en los que dejábamos el hotel tras el desayuno y no volvíamos hasta después de cenar. Así, organizándonos hasta el último minuto, hemos podido conocer, en algún caso, y volver a visitar en otro, Brujas, Gante y Bruselas.
Nuestro viaje comenzó en Brujas, la cuál debe su nombre a los "muchos puentes" que cruzan los canales de esta ciudad. Iniciamos la visita en la MarkPlatz, una bellísima plaza en la que se encuentra el Ayuntamiento de estilo gótico y por la que conviene pasar en diferentes momentos del día, ya que su aspecto va cambiando según el momento del día.
Con lluvia, con sol justiciero, con las últimas luces de la tarde o las primeras de la mañana, con iluminación nocturna, siempre se nos muestra majestuosa.
En uno de los laterales de la plaza, la Torre Belfort, también conocida como Torre del Campanario. Si estamos dispuestos a subir los 366 escalones, desde lo alto se obtienen las mejores vistas del burgo medieval que conforma el centro de Brujas. Nosotras llegamos cuando estaban cerrando, otra vez será.
Los alrededores de la plaza están repletos de restaurantes, algo caros, eso sí, pero tenemos donde probar los famosos mejillones con patatas, por lo que una buena opción, si el tiempo lo permite, es comer en una de estas terrazas mientras se disfrutan de las vistas.
A pocos metros de la plaza se encuentra el Muelle del Rosario, Rozenhoedkaai, uno de los rincones más fotografiados de Brujas. Enseguida entendemos por qué.
A estas horas no podemos ya resistir más, ha llegado el momento de probar los gofres y tomar algo de energía.
A partir de aquí comenzamos a "perdernos" por esta ciudad casi de cuento, encontrando rincones preciosos y disfrutando del ambiente y de todo lo que sale a nuestro paso.
Por la noche llega el momento de despedirse de la ciudad. La mejor forma de hacerlo es dando un paseo nocturno contemplando las casas flamencas iluminadas, los reflejos de sus fachadas en el agua de los canales y algún que otro cisne que nada silencioso por el canal.
Al día siguiente partimos hacia Bruselas. Una hora de trayecto en tren y el tiempo justo para dejar el equipaje en el hotel, justo al lado de las famosas Galerías Saint-Hubert y de la famosa cervecería À la Morte Subite.
Bruselas es la capital de Europa y, por lo tanto, muy cosmopolita. Un lugar donde podemos encontrar mucha animación.
Iniciamos el itinerario visitando la Grand Place que está presidida por el Ayuntamiento. Delante de él comprendo por qué Victor Hugo lo describió como "Una fantasía soñada por un poeta y realizada por un arquitecto". Recomiendo la visita al interior del Ayuntamiento, aunque nosotras esta vez no lo hicimos.
Enfrente se encuentra el Museo de Bruselas y bordeando toda la plaza un buen número de casas gremiales, cada cuál más bonita. Fácil comprender por qué esta plaza ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Imprescindible tomarse una cerveza en una de las terrazas, cafés o restaurantes que alberga la plaza. Nosotras lo hicimos en La Maison du Roi D'Espagne, el bar más famoso de la plaza y casa del gremio de los panaderos.
La próxima parada es el Manneken Pis, uno de los 3 "meoncetes" de la ciudad, pues también tienen la versión femenina, Jeanneke Pis y la canina, Zinneken Pis.
Ha llegado el momento de reponer fuerzas pero sin perder mucho tiempo. Justo enfrente de la Bolsa se encuentra Fritland, decidimos probarlo. "Allá donde fueres, haz lo que vieres" y ... nuestra elección se llama Mitraillette, Metralleta. Un bocadillo a base de carne de hamburguesa, lechuga, tomate, cebolla frita, patatas fritas y salsa Andalouse, que no sabemos a qué debe su nombre ya que está realizada a base de mayonesa, tomate, cebolla, mostaza, etc.
La Mitraillette nos da suficiente energía hasta la noche, ni pensar quiero en los millones de calorías y colesteroles que nos va a aportar.
Volvemos a ponernos en ruta. Ahora nos dirigimos a la Iglesia de la Chapelle en el barrio de Les Marolles, un barrio famoso por sus tiendas de antigüedades y donde se ubica el Sablón, una plaza rodeada de las tiendas más bellas de toda la ciudad.
De camino atravesamos parte de la ruta del cómic y nos encontramos con un buen número de murales.
Seguimos paseando hasta cruzarnos con el edificio de estilo Art Nouveau que alberga al Museo de los Instrumentos Musicales y que muestra una fachada repleta de las características típicas de este arte.
A pocos metros, el Mont des Arts, desde donde se obtienen unas bellas vistas del centro de Bruselas.
Deshacemos nuestros pasos en dirección al Palacio Real y de ahí cogemos el metro para acercarnos a Heysel.
El inquilino más conocido de Heysel, además del estadio, es el Atomium. Imprescindible visitar estas 9 bolas que dan forma a un cristal de hierro y que fue creado con motivo de la Exposición Universal de 1958.
Comienza a caer la tarde. Es el momento de regresar al hotel para un pequeño descanso y volver a salir a cenar. El lugar elegido esta noche es el Chez Léon de Bruxelles. Archiconocido por sus platos a base de mejillones y patatas fritas.
Nosotras elegimos:
- Mejillones al estilo de Bruselas, con patatas fritas
- Tomates rellenos de Gambas Grises
- Verduras de temporada con salsa tártara
- Ensalada de Salmón
- Albóndigas con salsa al estilo de Bruselas
El maridaje lo hacemos con cerveza y vino blanco, no podía ser de otra forma, y brindamos para volver ¡cómo no!.
Como broche final a esta agradable cena, de postre, elegimos algo dulce:
- Crème Brulée
- Crêpe a la Normanda, flambeado
Ni que decir tiene que todo estaba delicioso. El lugar está situado en la calle turística por excelencia, y aunque huyo de estos sitios, reconozco que es altamente recomendable.
Tercer día de nuestra escapada y casi sin saberlo, dejamos lo mejor para el final. Nos vamos a Gante en tren. El recorrido, si cogemos el tren directo, apenas media hora. Al salir de la estación enseguida nos damos cuenta que aquí se utiliza mucho la bici. Increíble el número de bicicletas que podemos encontrar aparcadas.
Su centro histórico nos cautivó desde el primer momento. En pocos metros cuadrados encierra un buen número de ejemplos arquitectónicos.
Iniciamos nuestra ruta en el Castillo de Gerardo El Diablo, imponente edificio junto a un canal que en ningún momento fue residencia del diablo, sino cárcel, convento, orfanato y hasta una estación de bomberos.
Justo al lado, la Catedral San Bavón. Impresionante catedral gótica cuya fachada se encuentra en obras y cubierta de andamios.
Enfrente, la casa del carcelero, el Mammelokker y el Campanario municipal.
Unos pasos más y podemos contemplar la Casa Gremial de los Albañiles, que luce en lo alto de su fachada los bailarines que danzan con el viento.
Enfrente, la Iglesia de San Nicolás, mucho más luminosa que la catedral.
Seguimos hacie el Puente de San Miguel desde donde se obtienen las mejores vistas de los canales y de las fachadas de las casas flamencas que hay en el Graslei, el Muelle de las Hierbas, antiguo puerto medieval y una de las zonas más bellas y agradables de la ciudad.
Al otro lado del puente, la Iglesia de San Miguel, cuya torre, destinada a ser una de las más altas de Flandes, se quedó en apenas 24 m. de altura.
Bordeamos el canal sin prisas y acabamos en el Castillo de los Condes de Flandes. Merece la pena la visita, no sólo por lo impresionante de su interior sino por contemplar Gante desde la Torre del Homenaje.
Es fin de semana, hace buen tiempo y hay mucha gente en la calle. Gante es una ciudad muy animada. A media tarde volvemos a Bruselas.
Ultimamos nuestras compras de Bombones y Chocolates en las Galerías Saint Hubert. Aquí y en la zona del Manneken Pis es donde se encuentran las mejores chocolaterías.
Después, unas cervezas en una terraza de Les Marolles, justo a los pies del ascensor que separa la parte baja de la parte alta de la ciudad.
Es un buen momento para despedirse de la capital de Europa, delante de unas cervezas o de un vino, y así lo hacemos. Hablamos, recordamos, recopilamos todo lo vivido en esta intensa escapada y coincidimos en anotar en nuestra agenda nuestro próximo viaje "sólo-chicas" para el año que viene.
Después, toca despedirse de Flandes y Bruselas. Carpe Diem Chicas!!!