Por convicción y vivencia ¡Soy Lactivista!

Por Violetaosorior
    Siempre podemos re-escribir la historia
Soy hija de la generación de la leche artificial, de la creencia que lo mejor era la fórmula y que no dar la teta no hacia daño ni al bebé ni a la mamá. Sin embargo, el sueño de mi madre era amantarme; la lactancia para ella era la imagen que resumía una maternidad ideal, pero cuando tenía 20 días de nacida se encontró con un pediatra que llegó a la conclusión que yo era muy pequeña, muy delgada y que por lo tanto la leche de mi madre no era suficiente alimento, llego a decirle que tenía "mala leche".
Mi mamá, con su recién estrenada maternidad y sus 23 años justos acató con fe intensa y en nombre del amor las indicaciones del médico, era preferible negar su sueño, su instinto en nombre de la "salud" de su hija. Le recetó, o mejor me recetó un complemento que entre sus ingredientes tenía leche condensada... pues si leche condensada a una bebé de 20 días. Mi mamá aún lo cuenta y se le quiebra la voz, me dio el primer tetero, el cual devoré y la siguiente vez que quiso ponerme a la teta, yo directamente escupí el pezón... no sabía a leche condensada! Llamó al pediatra y le dijo que suspendiera la lactancia porque era obvio que lo que yo necesitaba era fórmula y para que se iba a desgastar dándome algo que yo ni quería, ni necesitaba. Fin de la historia... sólo que siempre fui bajita y muy delgada de niña.
Es obvio que a mi me faltó teta y todo lo que viene con ella, vínculo, fusión, mirada, presencia, calor de mamá… es obvio que esa ausencia me dejó huella en algún lugar, posiblemente en varios. Y si, en principio no vamos a decir que estoy desequilibrada o terriblemente traumada... aunque nunca lo sabré, es imposible saber quien sería si hubiera tomado teta, pero lo cierto es que vacío si siento y cosa curiosa mi madre, en su maternidad también.
Estoy convencida, desde un lugar no racional e imposible de describir con palabras, que la primera que decidió amantar a libre demanda y prologandamente a Kyara fue esa bebé que a los 20 días le suspendieron el acceso a la fuente que cubría todas sus necesidades, esa bebé que de golpe pasó del calor de mamá al tetero sin necesitarlo. Primero estuvo eso y luego vino la decisión racional y aparecieron las ganas de leer e informarme. Por supuesto también estuvo Guido, convencido profundo y defensor total de la lactancia prolongada, compañero incondicional y amoroso de esta aventura; otro bebé que a los 6 meses le suspendieron la teta.
Ya son 2 años, 9 meses y 12 días (y seguimos contando) de lactancia prolongada y a demanda, de compartir un universo propio donde las leyes del tiempo y el espacio se suspenden para nosotras. Son 2 años, 9 meses y 12 días de darle a Kyara alimento físico y emocional, de entregarle amor, seguridad, confianza, de darle raíces y sostenerla en mi regazo mientras se prepara para volar. Y también son 2 años, 9 meses y 12 días en los que he podido nutrirme y sanarme, en los que he podido de alguna extraña manera deshacer el tiempo, encontrarme con esa bebé de 20 días y sentarla al calor de mi cuerpo.
Esta es una iniciativa de Ileana de Tenemos Tetas y el logo es de Enric Boix, más información aquí
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