Nosotros, al igual que les sucederá a todos cuantos hayan recorrido las diferentes rutas y senderos dibujadas en esta tierra de Cudillero, hemos disfrutado de nuestras caminatas por el concejo (véase, por ejemplo, el artículo dedicado a la Ruta de las brañas vaqueiras). No obstante, como en esto de disfrutar Asturias no hay porqué ser cicateros, se nos ocurrió que podría ser interesante recorrer estos paisajes a lomos de un caballo. Pensamos que aunque fueran los mismos, probablemente no se sentirían de igual manera.
Aunque Jesús organiza rutas a caballo de varias jornadas recorriendo diversas zonas de Asturias (Los Oscos, el Parque Natural de Somiedo o los Picos de Europa), a nosotros, principiantes en esto de la equitación, lo que nos interesaba era algo más corto y que tuviera por escenario las tierras del concejo de Cudillero. Jesús nos aconsejó la ruta que ahora os vamos a comentar.
Características
- Tipo: circular
- Dificultad: ▲▲▲▲▲
- Itinerario: La Tejera - Lamuño - Artedo - San Martín de Luiña - La Tejera
- Señalización: sin pérdida, vamos acompañados de guía
- Desnivel: 200 metros
- Distancia: alrededor de 12 kilómetros
- Duración: unas dos horas
Situación y distancias
Distancias por carretera a Cudillero, capital del concejo del mismo nombre
Cómo llegar al punto de partida
Iniciamos la ruta en Lamuño, un pueblo de la parroquia de San Martín de Luiña situado a menos de siete kilómetros de la capital del concejo, desde donde tomaremos la autovía en dirección Luarca. Saldremos en la salida 434 y antes de llegar a Lamuño (por el que luego pasaremos pero ya a caballo), giraremos a la izquierda por la CU-6 en dirección a Salamir. Tras recorrer unos centenares de metros, justo antes del indicador de La Tejera, se abre un camino a la izquierda que nos conduce hasta las instalaciones de Aventuras a caballo.
No hay problema a la hora de estacionar el vehículo. Bueno, ya hemos llegado.
A los caballos se les veía bien, pastando libremente a la sombra de los pinos. De todos ellos, he aquí los que nos habrían de acompañar en la ruta: a la izquierda Sable, un caballo once años; a la derecha, Negra, una preciosa yegua cuatro años más joven. Y antes de nada es preciso decir que uno y otra se portaron estupendamente, con lo cual pudimos disfrutar sosegadamente de todo cuanto se mostraba a nuestro paso.
Tras unas explicaciones básicas sobre la manera de comunicarnos con los caballos, iniciamos el recorrido a lomos de Negra y Sable. En esta ruta contamos con lo que es toda una novedad para nosotros: no tendremos que preocuparnos de mapas, señales ni brújulas, tan sólo de seguir a Sonia, una joven aunque experimentada amazona, entusiasmada con los caballos, que ha logrado lo que muchos quisieran: trabajar en algo que le apasiona.
Así que, siguiendo la montura de Sonia bordeamos el área recreativa de Monte Valsera en dirección a Lamuño, un pueblo de unos doscientos habitantes que incrementa su población en época estival por varios centenares de veraneantes que hasta aquí se llegan atraídos por lo cuidado de su caserío, el verdor de sus pinares, la proximidad al mar y a la belleza de su playa: la Concha de Artedo.
Precisamente en las proximidades de la Concha, tendremos ocasión de encontrarnos con el río Uncín, protagonista de buena parte de la ruta, pues es su cauce el que discurre por el valle de La Barca, y escenario, aguas arriba, de una de las mejores etapas del recorrido.
Tras este primer encuentro con el Uncín, la ruta toma rumbo suroeste para seguir valle arriba. No tardamos en encontrarnos con la silueta del viaducto de la Concha de Artedo, una impresionante obra de ingeniería que pugna por integrarse en el paisaje, ayudada por la admiración que despiertan sus dimensiones, tanto más impresionantes cuando, al pie de sus descomunales pilares, se echa la vista arriba.
Precisamente bajo los pilares del viaducto, tendrá lugar nuestro gratificante reencuentro con el río Uncín. En esta ocasión no sólo lo contemplamos desde la orilla, sino que nos adentramos en sus aguas. Los caballos lo agradecen: chapotean, juegan y sacian su sed. Nosotros también disfrutamos del momento..
Con la parada no se acaban las gratas sensaciones que nos proporciona el agua y la sombra que nos ofrece el bosque de ribera, pues continuamos nuestro paseo por el cauce durante un tiempo.
No será el único. De momento, salimos del agua y continuamos valle arriba. Atravesamos Artedo y unos minutos después tendremos ocasión de adentrarnos de nuevo en el río.
Seguimos ascendiendo para adentrarnos en el monte Valsera, ocupado por una extensa plantación de pinares, especie ésta que pone colofón a la sucesión de masas arbóreas que hemos atravesado a lo largo del recorrido: alisos, fresnos y sauces, en las orillas del río Uncín; castaños y algún que otro roble; eucaliptos y ahora, para finalizar, este bosque de pino marítimo.
Al final del bosque, cortado de tajo por la autovía que tendremos que atravesar por un paso elevado, se encuentran las instalaciones de Aventuras a caballo, punto final de nuestro apasionante paseo por el valle de La Barca.
Tras despedirnos, nos viene a la cabeza esa ruta a caballo de cuatro días al Parque Natural de Somiedo: una tentación. Quizás haya que pensar en ello.
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