Por exigencias del guión

Por Soniavaliente @soniavaliente_

Segui @soniavaliente_

Es complicado explicarle a alguien de fuera qué fue o qué supuso el destape de los 70. Esa época que, por las consabidas exigencias del guion, las tetas de las estrellas del cine patrio inundaban la pantalla. A veces, cuando explica en clase la Transición, introduce como consecuencia fugaz el destape y más adelante, la Movida.

Suele abordarlo como un efecto cultural, social. Como un estallido –quizá malentendido- de libertad. La aparición de bustos fue progresiva. Comenzó en 1973 con el tímido plano general de Bárbara Rey, después Ana Belén frente al espejo. El escándalo mayúsculo lo supuso el desnudo integral de la Cantudo en “La transtienda”.

Nadiuska y López Vázquez en "Lo verde empieza en los Pirineos"

A decir verdad esa erotización del cine no era más de la traslación de lo que sucedía en la calle, en una España a la que el cuerpo le pedía marcha, en vías de una imparable revolución sexual. Hace ya cuarenta años de aquel verano del destape. En los últimos estertores del Franquismo, se exhibían este tipo de cintas light. Ya en cines.

¿Qué tuvieron de rebeldía, de libertad, o de máquina de hacer dinero esta industria de películas malas de solemnidad? Pues no sabe qué responderles porque en aquella cacareada libertad de poder hacer y elegir lo que consumimos –recordemos que los españolitos aún viajaban a Perpiñán para ver las 50 sombras de Grey de turno, – las mujeres siempre perdieron. Los pivonazos esculturales del momento frente a Pajares y Esteso. Que no mostraron ni un ápice de piel de más. Ni ganas.

40 años después, la democratización del cuerpo en las pantallas entre los sexos, se traduce a un ejército de chulazos sin camiseta en las series españolas y algún culo prieto en las escenas de lecho. Escenas tan accesorias y vacías como entonces pero que han perdido la alegría por la monotonía de los ojos que las miran.