Vivimos en un país donde se estila mucho el refrán: "cuando seas padre comerás huevos". O también aquel que dice: "haz lo que yo diga pero no lo que yo haga". Y así muchos educan a sus hijos....
Los semáforos tanto para coches como para peatones forman parte de la educación vial tan necesaria de enseñar a los más pequeños, por su propia seguridad. Pero son muchos los adultos que se ponen el mundo por montera y cruzan a diario semáforos en rojo incluso poniendo en peligro su integridad. Tendrán mucha prisa....
Rayo es un niño que distingue desde hace mucho tiempo lo que está bien y lo que está mal. Y los temas relacionados con semáforos son de sus favoritos. Desde muy chiquitín su padre y yo hemos permanecido como estatuas delante del semáforo rojo esperando que se pusiera verde, explicándole no solo con palabras sino con nuestros actos el significado de este gesto.
Ahora que es más mayorcito este sencillo acto lo tiene interiorizado y no es necesario recordárselo. Eso sí, si ve a alguien, adulto o niño, saltarse el rojo, lo increpa y lo dice bien alto. Yo, por supuesto, no le recrimino por ello. Y han sido varias veces las que hemos recibido alguna mirada reprobatoria, no creáis.
Recuerdo una vez que estábamos esperando a cruzar, no venía ningún coche, pero el semáforo estaba en rojo, y hablábamos de la necesidad de respetar las normas aún en ese caso donde no se veía ningún coche en la calle. Una señora que estaba a nuestro lado se acercó a mi y en voz baja me dijo "me voy a esperar porque no quiero que el niño vea que un adulto cruza la calle indebidamente". Agradecí su empatía, la verdad.
Educar, educamos todos, tanto a nuestros hijos como a los ajenos. Y por eso me sumo a esta campaña que La Orquidea Dichosa ha puesto en marcha. ¡Bravo por ti!
Y tú, ¿te unes?