Por Fin en Forjas del Salnés

Por Smiorgan
Como todos los veranos al volver a Galicia, intento visitar alguna bodega de las Rías Baixas que me resulte especialmente interesante. Este año, después de haberlo intentado en un par de ocasiones, he podido por fin visitar a uno de los productores que más está dando que hablar en la DO, Rodrigo Méndez de Forjas del Salnés.
Rodrigo es el alma mater de una pequeña bodega por su producción (unas 13000 botellas), pero enorme en calidad y seriedad en el trabajo. Unas 5 Ha en propiedad (incluida una finca ya casi en Sanxenxo, que aún no ha dado su primera cosecha, pero que por emplazamiento y suelo promete mucho), y otras 3 ha en alquiler, tras la incorporación de 1 nueva Ha este mismo año.
En 2003, una de esas casualidades de la vida hace que se crucen Rodrigo Méndez y Rául Pérez, empezando una más que fructífera línea de colaboración en la que se venden uvas, se asesora, se reutilizan barricas...y se gestan algunos de los mejores vinos de España.
Por fin, tras el intercambio de un par de emails y llamadas telefónicas, ponemos rumbo a Meaño para quedar con Rodri y el resto del grupo e iniciar la visita.
Primera parada, obligatoria, en lo que es la finca insignia del proyecto. Algo más de 1 Ha de viñedo antiguo, donde conviven Caiño, Albariño y alguna otra casta, en emparrado, con mantenimiento del manto vegetal del suelo, usando sólo tratamientos tradicionales en el viñedo, y donde hay alguna cepa de más de 200 años. Estamos hablando, como no, de la finca de la Señora Lola, una entrañable muller que ha visto cultivar y hacer vino desde hace muchos años, y que recibe a todos los visitantes con una sonrisa y con una amena y entretenida charla lista para quien quiera escuchar. Pero no son estas cepas antiquísimas las únicas joyas que custodia la Señora Lola. Dentro de antiguos cobertizos reposan maravillosos fudres de castaño que han visto pasar por sus entrañas cientos de vendimias, donde se hacía el albariño de la forma tradicional, es decir, fermentado y conservado en tinos y fudres de madera, que sólo era nueva el primer año. Pero además, en un rinconcito, hay un botellero con botellas de albariño casero, sin etiquetar...de más de 30 años! Algún lector de este blog lo ha probado, y creo que la alegría bailó en sus pupilas. Ya marchándonos de los dominios de esta gran mujer, mis ojos se fijaron en otro pequeño tesoro escondido junto al muro de piedra: un puñado de fresas silvestres que no pude resistir a que acabaran en mi mano y en mi boca, deleitándome con esos deliciosos olores y sabores que me traen recuerdos de la infancia, y que cada vez es más difícil volver a encontrar.

Inox, tinos, fudres...

200 años

Historia

Tras visitar otros viñedos, algunos tan cerca del mar que la influencia de las mareas marca claramente la personalidad de sus uvas y vinos, rumbo a las nuevas instalaciones de Forjas del Salnés, situadas ya en el término de Cambados.
Unas instalaciones cómodas y coquetas, luciendo aún aspecto de estreno, alberga los instrumentos de alquimia de Rodri. Viejos tinos de roble, barricas de distintos tamaños, orígenes y edades, y el inevitable acero inoxidable, son las herramientas con las que Méndez busca, y a fe que lo logra, volver al origen del "albariño"; retomar, con gran calidad, la elaboración de tintos en las Rías Baixas; hacer que sea moderno y actual lo que hacían ya sus ancestros.
Pudimos hacernos una idea de todo lo que allí se cuece probando directamente de las barricas de lo que será la añada 2011 de Sketch (mineralidad, salinidad, amplitud); Loureiro, Espadeiro y Caiño (acidez atlántica, fruta a raudales, personalidad) y Leirana Finca Genoveva (acidez, fruta, cuerpo, sentimiento). Pero también pudimos probar otras joyas, como unas barricas de albariño pisadas con los pies, con y sin raspón, y que a la fecha de publicar esto ha salido al mercado como Leirana Cos Pés 2011; y lo que yo esperaba con ansia, probar esa Pinot Noir de Rodri, que aún reposa en barricas usadas, y que es discreta, elegante, sutil, frutal y misteriosa. Puede dar mucho que hablar.
Tras este extenso recorrido por sus hijos (catamos de todo, con raspón, sin raspón, a medio despalillar; distintos toneleros, distintas edades de barrica...), pasamos ya a catar algo embotellado. Empezamos con Leirana 2010 (Do Rías Baixas, blanco joven 100% Albariño, Forjas del Salnés), vino de bonito color amarillo pajizo claro, con nariz intensa y franca de piel de manzana, fruta de hueso, algo herbáceo y mineral; y con un paso por boca lleno, fresco, de muy buena acidez, y con un final amargoso y mineral. Un albariño que huele y sabe a albariño. Seguimos con uno de esos experimentos que Rodri y Raúl se traen entre manos, Skecth 2010 (Vino de Mesa, blanco con crianza 100% Albariño, Raúl Pérez Viticultor); se muestra de color amarillo tirando a dorado, con reflejos oro pálido; aromas de buena intensidad a fruta blanca, flores, mineral y salino; en boca, fresco, algo glicérico, con presencia y un final marcadamente salino muy agradable. Terminamos con una verdadera joya enológica obra de Raúl Pérez, y que para desgracia de los pobres mortales, no se comercializa; se llama Rosario 2007, y en su elaboración, entre otras, entran Moscatel, Riesling y Gewürztraminer. Es uno de los vinos dulces más impresionantes que he probado nunca. Intensos aromas a pétalos de rosa, amielados, orejones; mostrándose en boca con un dulzor delicioso, compensado con buena acidez, miel, fruta escharchada. Sencillamente delicioso, y un gran fin de fiesta a la visita.

Tres vinazos

Forjas del Salnés

Albariño eterno

Más allá de los vinos, las barricas o las uvas, está la persona. Y Rodrigo Méndez es de esas personas a las que apetece volver a ver. Humilde, sincero, honesto, mostrando lo que hay y por qué, e intentando volver a las raíces de unos vinos a los que ama.
Un auténtico placer haberte conocido, Rodri. Nos queda pendiente esa comida y la vertical de Leirana.