¡Por la belleza real!

Por Alfmendiz

Las posibilidades técnicas que el diseño gráfico ofrece actualmente a la publicidad hacen que muchas veces no seamos capaces de distinguir la realidad de la ficción. Ante un rostro hermoso y atractivo, o ante un tipo elegante y proporcionado, nos preguntamos: '¿pero esta mujer es de verdad, o está retocada con Photoshop.
Hemos visto ya tantas fotografías retocadas, que inevitablemente surge en nosotros el escepticismo; y, con él, la presunción de que la belleza que vemos a diario en tantas imágenes seguramente no es real, sino que ha debido sufrir alguna importante alteración en los ordenadores del publicitario de turno.
Esto no es asunto baladí. Que hayamos perdido la capacidad de admirar la belleza de las cosas naturales dice muy poco de nuestra capacidad de gustar la belleza. Es como si, ante una flor bonita, alguien dijera: 'Mira qué hermosa, parece de trapo...'. Si eso ocurriera, significaría que nuestra sociedad se ha vuelto semejante a la que escenifica la película Blade Runner, donde los replicantes se anuncian como 'más humanos que los humanos: con más fuerza e inteligencia'. O sea, una pérdida total de humanidad.
Pero éste no es el peor de los males. A la pérdida de sensibilidad por las cosas naturales se une la terrible decepción que esta publicidad 'retocada' (algunos la llaman 'engañosa') está produciendo en tantas adolescentes. Ellas quisieran ser como las modelos que aparecen en las vallas publicitarias, y no saben que esa delgadez es falsa, como también la ausencia de arrugas o la perfección de sus rasgos. Bien sabido es que la publicidad encabeza -en primer o segundo lugar- la lista de factores que contribuyen a la proliferación de la anorexia.
Para contrarrestar esa tendencia, Dove lanzó hace años su 'Campaña por la Belleza Real'. Y ha hecho una fantástica labor para redefinir y ampliar el concepto que hoy tenemos de belleza y para crear un interesante debate social.
La campaña propone también replantearnos el papel que la belleza desempeña en los medios de comunicación -y muy especialmente la publicidad- que nos bombardean con estereotipos inalcanzables, muy alejados de las mujeres de carne y hueso. Lo que Dove quiere es que las mujeres puedan descubrir su propia belleza y pueden sentirse a gusto consigo mismas. En este sentido es muy gratificante -y también, completamente inédito- que una firma de cosmética apueste por las mujeres reales como protagonistas absolutas de una campaña. Es una apuesta por una belleza mucho más relajada y libre; una belleza que no sea sólo física, sino que incluye también aspectos como la actitud, la personalidad o el sentido del humor.
Por mi parte, un brindis por esta nueva publicidad de rostro humano y auténticamente natural. He aquí unos de sus spots más conocidos.