Por la boca muere el pez

Publicado el 18 marzo 2019 por Carlosgu82

Este texto que les compartiré a continuación fue producto de un ejercicio de un taller literario que realicé hace un tiempo. En el ejercicio debíamos plantearnos tres preguntas de carácter existencial y hacer un escrito relacionando dichas preguntas con una carta con un texto al azar.

La carta que me tocó decía: “por la boca muere el pez”

Y las preguntas que formulé fueron:

  1. ¿Qué esta bien y qué esta mal? ¿Bajo las normas de quién?
  2. ¿Realmente despertamos cuando abrimos los ojos?
  3. ¿Existen colores que no podemos ver?

A través de la carta y las preguntas realicé el siguiente texto, donde hago apología de forma metafórica a los lideres misteriosos de la iglesia que te dicen que esta bien y que esta mal bajo las normas de quien llaman Dios.

Espero que les guste.

Cuando se despertó tenia los ojos cerrados y su mente entera visualizaba un suave y brillante color dorado.

El pez había oído hablar en las aguas más profundas, en la esquina del tejado acuario, sobre una leyenda muy antigua del pasado. Los ancestros de las especies más oscuras del mar relataban tragedias del anzuelo dorado, con cierto temor y respeto, pero aún nadie tenia certeza de la composición de aquel color. Trataban de describirlo, suponiendo e imaginando, debatiendo y dudando.

Pronto el pez con sus ojos cerrados se vio nadando sin un rumbo determinado. El mar aquella noche se revolvía bravo y la marea azotaba con descaro. El color permanecía fijado e incluso comenzó a tener dudas acerca de estar soñando.

Cuando ya no pudo con tanta incertidumbre decidió ir a consultar con pez vaticano. Al llegar, Dios se encontraba sentado en un trono peltre tiznado y a su alrededor había 10 medusas como mandamientos bailando.

Pez se aproximo un tanto asustado y con su voz leve aquella noche Dios fue cuestionado.

-Dígame por favor ¿qué es este color que veo con mis ojos cerrados? he oído hablar sobre el anzuelo dorado ¿Es este acaso el color del pecado?-

Y Dios respondió -Aléjate de él, o morirás por la poca ahogado-