Frente a países como Suecia (16 meses de baja por maternidad) o Noruega (392 días), en España las madres tan solo disponen de cuatro escuetos meses para amamantar a su bebé, cuidarlo a tiempo completo y reorganizar su vida. Esto significa que llegada la fecha de reincorporación, la madre española debe abandonar (o al menos en parte) la lactancia materna prematuramente, cuando la OMS aconseja seis meses de lactancia exclusiva. Deberá encargarse de que su bebé se quede en las mejores manos posibles mientras esté trabajando (y que le compense económicamente). Todo esto sin tener en cuenta que normalmente los bebés de cuatro meses no duermen del tirón por la noche, por lo que será la versión zombie de la madre quien deberá fichar puntual y parecer inteligente y eficiente durante las horas de su jornada laboral. Mientras tanto, el padre puede optar exclusivamente a 15 días de permiso por paternidad, lo que sitúa en la práctica a la madre como única beneficiaria del derecho.
En la ecuación entra además un tercer factor: la empresa. Aunque se habla de un cambio de mentalidad progresivo que contempla la satisfacción y el bienestar del trabajador como un incentivo a su productividad, lo cierto es que en la mediana y la pequeña empresa al menos, la implementación de acciones reales que respalden este cambio son inexistentes. La mayoría de las mujeres han vivido en primera persona o conocen de primera mano casos de situaciones laborales de exclusión y marginación por ser madres o simplemente madres "en potencia". Entrevistas de trabajo que concluyen con una pregunta sobre las perspectivas de la mujer en este sentido, acoso laboral tras la reincorporación al puesto de trabajo después de una baja maternal, presiones para que la trabajadora renuncie a derechos como reducciones de jornada por lactancia o cuidado de hijos...
Por otro lado, llevamos varios años viendo a nuestras políticas renunciando a sus bajas por maternidad para incorporarse antes de tiempo a sus puestos de trabajo (Carme Chacón a las ocho semanas, Soraya Sáez de Santamaría a los diez días...), mientras que otras acuden al Congreso con sus bebes lactantes. ¿Por qué? ¿No deberían dar ejemplo y sentar precedentes para las demás madres españolas? El mensaje que recibimos parece ser contradictorio. Por un lado, ellas muestran su apoyo a las mujeres trabajadoras que desean ser madres, pero sin embargo cuando llega su turno, deciden o se ven obligadas a renunciar al periodo de baja establecido por ley.
Esta misma semana el Congreso ha aprobado una proposición para avanzar en la solución de este problema que lastra la vida de hijos, madres, padres, empresarios y por lo tanto del conjunto de la sociedad. La situación política actual no augura la puesta en marcha inmediata de medidas concretas y aunque la equiparación progresiva de los permisos de los padres hasta las 16 semanas intransferibles para cada uno nos sigue pareciendo insuficiente, sin duda es esperanzador que al menos, haya habido un acuerdo entre todos los partidos políticos para poner sobre la mesa el asunto.
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