Por qué el aborto no es la solución para las mujeres violadas

Publicado el 04 abril 2012 por Mariosimonovich

“Tengo 23 años y tomé la terrible decisión de abortar en dos ocasiones: cuando recién cumplía los 17 y a los 18 años. Desde entonces vengo cargando con esta culpa. Aún lloro, rezo y hasta sueño con mis bebés y daría lo que sea por retroceder el tiempo y por tenerlos contra mi pecho, aunque sea dos minutos, pero no puedo. Lo único que puedo hacer es contar mi experiencia a muchas chicas como yo, que no saben de lo riesgoso que es tener relaciones sin condón, no sólo por las enfermedades sexuales sino porque no es justo convertirnos en asesinos de unas personitas que no pidieron venir al mundo. no me cansaré de pedir perdón. todavía extraño a los bebitos” (Jhuli, de Mendoza).
Un programa de radio que escucho a menudo es “Un día por delante”, de Radio Mitre Mendoza. Está quien es para mí el mejor periodista político de Mendoza, Carlos Salvador La Rosa, así que lo sintonizo la 100.3 cada vez que voy a Lavalle a dar clases. El jueves último entrevistó a una legisladora radical, XX, quien lanzó un prejuicio que ahora rebatiré: ella apoya el aborto –lo considera como “el mal menor”- y afirma que los providas sólo piensan en el bebé por nacer y se olvidan de las mujeres víctimas que no quieren tener el bebé, ya sea porque llegó por una violación o porque directamente no lo desean.
“Yo aborté hace dos semanas y me dolió.  pero no podía tener al bebe. La sociedad critica, menosprecia y repudia a las mujeres que abortan, pero ¿quién sabe el sufrimiento de una mujer que esta esperando un hijo no deseado? ¿quién se detiene a pensar en la decisión de no tenerlo? Nadie,  menos los hombres. Claro, ellos lo ven todo fácil, pero porque no son los que con tan solo 16, 17, o 18 años deben sufrir el rechazo de la gente, los murmullos.( ¿viste la panza de ésa..¡está embarazada!...¡es una puta! ). Sí, una puta y el “h.d.p.” que también hizo el hijo lo dejan como si nada. Una vez que se enteran de la noticia se olvidan del amor a su pareja y le dan la espalda como unos cobardes. Ese angelito que alguna vez lo quitaste de tu vientre, hoy o mañana estará en un lugar mejor ”. (Caro, 18 años, de Mendoza).
Las marchas pro vida son como las notas periodísticas: existe un título, una bajada y un texto. El título empieza y termina con el deseo de que el bebé nazca (en eso coincido con la legisladora). La bajada, también. El copete (primer párrafo de la nota), también. La cosa va cambiando luego, cuando el concepto Derecho a la Vida también incluye la salud mental y la protección de las embarazadas que no desean tener a la criatura por nacer. Y eso nunca sale en los noticieros o artículos periodísticos justamente porque es necesario leer toda la nota y de paso aceptar la concepción integral de lo que significa el derecho a la vida. En resumen, los providas no son providas de bebés, sino también de las embarazadas y de la sociedad completa. Y tiene un fundamento básico que en la última convocatoria por el día del Niño por Nacer fue explicado por un par de médico y que los medios digitales, radiales, televisivos y escritos no reprodujeron: el daño psicológico que produce el aborto en las mujeres que no desean tener el bebé (la legisladora, en cambio y contrariando la opinión de los médicos que conocen el tema, afirmó todo lo contrario en “Un día por delante”).
“Hice un aborto en marzo de 1996 y desde entonces he estado propensa al suicidio y deprimida. He tenido ansiedad extrema, pesadillas, sufrido de pena y dolor y conducta autodestructiva” (Candice, San Diego, Estados Unidos).
En agosto de 2011 se conoció una investigación hecha por profesionales de la Bowling Green State University, (Ohio, Estados Unidos), a cargo de la doctora Priscilla Coleman, quienes estudiaron a 163.831 mujeres que "interrumpieron sus embarazos", junto a otras 713.350 que tras el mismo dieron a luz a su bebé, muchos de ellos considerados "no deseados". Evaluaron el comportamiento del primer grupo durante los meses siguientes de hacerse el aborto, como también la evolución psicológica de quienes fueron mamá en el momento del parto y en los meses posteriores. Las conclusiones fueron muy contundentes: tras un aborto aumenta 155% de riesgo de suicidio en las mujeres que se lo hicieron, 55% al 138% de probabilidades de sufrir problemas mentales,  34% problemas de ansiedad, 37% la depresión, 110% el abuso de alcohol, 220% el consumo de drogas (especialmente la marihuana) y 287% dependencia de drogas. Este trabajo fue considerado como la mayor investigación científica hecha hasta el momento sobre las consecuencias del aborto.    “Descubrí muy pronto que las consecuencias de mi aborto continuaron mucho después que el recuerdo de mi violación se había desvanecido. Me sentí vacía y horrible. Nadie me dijo acerca del dolor interno que causaría pesadillas y profundas depresiones. Ellos solo me dijeron que después del aborto podría continuar mi vida como si nada hubiera pasado” (Jackie Bakker, Estados Unidos).
El abogado e investigador en bioética Oscar Fernández Espinosa de los Monteros, en un amplio documento http://www.apologeticacatolica.org/Vida/Vida07.htm afirma que el aborto para casos de violación impone “una sentencia de muerte a un inocente, por el delito que cometió su padre. ¿Es ético matar a un inocente? ¿Una madre debe pagar por los delitos de su hijo? ¿por qué, entonces, el hijo debe hacerlo por los de su padre?” y sostiene que “continuar con el embarazo y llevarlo a su término -entregando al bebé en adopción, si así lo desea la madre-, resulta más en conformidad con la justicia, que la posibilidad de eliminar a un inocente para resolver un delito. En todo el mundo, existen muchos matrimonios dispuestos a acoger, como hijo propio, uno adoptado, aun cuando su origen sea una violación”.
“He sobrevivido la violación y también he criado a un hijo «concebido en una violación», me siento personalmente asaltada e insultada cada vez que escucho que el aborto debería ser legal en el caso de violación e incesto. Siento que somos usadas por los pro-abortistas para promover el aborto, incluso a pesar de que no nos han pedido que demos nuestra opinión” (Kathleen DeZeeuw, extraído del sitio afterabortion.org/).
El aborto no ayuda a las víctimas de una violación: sólo agrega un trauma más a la víctima de la violación. Así concluyó Sandra Mahkorn -una profesional que asesora a mujeres violadas- en su trabajo “Psychological Aspects of Abortion” estudió a 37 mujeres embarazadas por violación, de los cuales 5 decidieron abortar; en tanto que de las 28 restantes que dieron a luz, 17 dejaron a sus pequeños en adopción y 3 se hicieron cargo del bebé. En los 8 partos restantes fue imposible saber cuál fue el destino del recién nacido. En su estudio, Mahkorn encontró que el 19% de las víctimas hacían énfasis en la necesidad de hacer frente a los sentimientos que el embarazo les suscitaba, incluidos los de resentimiento y hostilidad hacia el no nacido. Pero la primera dificultad que experimentaban todas ellas ante ese embarazo forzado era la presión de quienes lo veían como una mancha que debía ser borrada. La familia y los amigos no estaban dispuestos a apoyar la decisión de 1a madre de dar a luz al niño. Nacido el bebé, nadie se arrepintió de no haber abortado. El aborto, por lo tanto, inhibe la capacidad de recuperación de las víctimas y refuerza el arraigo de actitudes negativas.
María Luisa Medellín, del diario mexicano El Norte“, publicó en la edición del 26/05/1999 el testimonio de una embarazada por violación que descartó el aborto y en su lugar dio a la criatura en adopción: “A mí me hubiera gustado que mi primer hijo hubiera nacido del amor, y si me quedo con este bebé me estará recordando siempre lo que me pasó. No sé si alguna vez pueda llegar a quererlo, tal vez lo rechace, por eso prefiero que tenga una familia donde pueda estar mejor. No podía responder con un crimen a otro crimen”.
-- ARTÍCULO ESCRIBIÉNDOSE -