La guerra que Roma declaró a Segeda en el 154 a.C. y que culminaría en el 133 a. C. con la caída de Numancia es denominada por Polibio, como “la guerra que los romanos hicieron contra los celtíberos y vacceos”. Dicha declaración de guerra tuvo como consecuencia un hecho importante para nuestra sociedad actual, como es el de modificar el comienzo del año, vinculado a la elección de los cónsules, ya que a juicio de Livio: “En el año 598 de la fundación de la ciudad los cónsules entraron en cargo el primero de Enero. La causa de cambiar los comicios fue la rebelión de los hispanos”, rebelión que en estas fechas se limita a la guerra con Segeda.
En el año 179 a.C., Sempronio Graco mandó sus legiones a reprimir un gran levantamiento celtibérico, que concluirá con la victoria romana sobre los celtíberos en la Batalla de Mons Chaunus (posiblemente el Moncayo). Esto originó el Tratado de Graco, que suponía una paz duradera y el compromiso de los celtíberos del valle del Ebro de no edificar ciudades nuevas, ni fortificar las existentes.
La excusa para el comienzo de la segunda fase de la guerra (154-152 a. C.) ocurre en el 154 a. C. con la ampliación de la fortificación de Segeda, capital de los belos. El Senado romano lo consideró como una infracción de los acuerdos de Graco de 179 a. C. y una amenaza para sus intereses en Hispania. Sin embargo, Polibio atribuye el origen de la guerra al comportamiento de los gobernadores romanos, que habían convertido la administración romana en insoportable para los indígenas.
El senado romano prohibió continuar la muralla y exigió, además, el tributo establecido con Graco. Los segedenses arguyeron que la muralla era una ampliación y no una nueva construcción y que se le había exonerado del pago del tributo después de Graco.
Hasta entonces los cónsules romanos se elegían el 15 de marzo. El adelantar la fecha al 1 de enero pudo estar motivada por la necesidad de ganar tiempo y llegar ante Segeda a inicios de verano y no en otoño, lo que implicaría realizar la guerra en invierno. El conocimiento que los romanos tenían de estas tierras del interior les llevó a valorar las penurias de los fríos invernales. No debe olvidarse la importancia dada por Roma a esta ciudad, dado que llegó a movilizar y desplazar unos 30.000 hombres.