Por qué el Dakar enamora tanto a los argentinos?

Por Cte @tunningextremo
"Fijate de ser puntual porque va a estar todo cortado por el Dakar, mañana salen de Tecnópolis y van a Plaza de Mayo". Cuesta explicar que esta conversación, impensada hace poco tiempo, se haya dado entre una señora de 70 años y su hermana. Aunque la explicación no resulta tan difícil si se toma en cuenta que el Rally Dakar se ha ganado un lugar de privilegio en el país hasta instalarse a fuego entre los argentinos que poco y nada conocían de esta mítica prueba.
Fue en 2009 la primera vez que la competencia pisó suelo argentino. Hasta ese momento se había disputado en Europa y África, precisamente uniendo la capital de Senegal, Dakar, con diferentes epicentros del Viejo Continente, como Paris o Lisboa.
A partir de ese año, Buenos Aires y una infinidad de ciudades argentinas comenzaron a ser testigos de aquello que llaman "la prueba más exigente" del mundo del automovilismo. Primero mirándola de reojo, casi con recelo. Luego involucrándose de a poco y finalmente atrayendo miles y miles de personas que ya tiene al Dakar entre su calendario deportivo.
La explicación a esta pasión creciente puede buscarse quizás en el momento en el que se realiza. Los primeros días del año solían marcar un parate en la agenda deportiva habitual de cualquier ciudadano argentino. Finalizados los campeonatos locales de fútbol, con las estrellas europeas en pleno descanso, lejos todavía del comienzo de la Copa Davis de tenis y con otros deportes también de vacaciones, los medios y repercusiones rodean a la competencia y, cuando arranca enero, todo parece vestirse de Dakar en suelo argentino.
Es así como los hermanos Patronelli (multicampeones en cuatriciclos, ausentes esta edición), Orly Terranova (autos) o Javier Pizzolito (motos) pasaron a ser los referentes del deporte argentino en el mes de enero, luchando codo a codo con las estrellas mundiales de la disciplina.
Los miles y miles de especialistas, fanáticos y curiosos que coparon el predio de Tecnópolis estos días son la prueba más fiel del vertiginoso crecimiento de un Dakar que parece no tener techo por estos lados. Los otros tantos que llenarán las rutas argentinas en cada uno de los pasos por los que atravesará la competencia no harán más que confirmar una tendencia irreprochable: el Dakar llegó para quedarse.