Los partidos que han gobernado España desde la muerte de Franco, sobre todo los dos grandes, PSOE y PP, a veces con la ayuda de los nacionalistas, están tan cargados de oscuridad, sospechas y delitos que podrían ser considerados como las peores asociaciones delictivas del país, junto con la banda ETA. Si a esa realidad se agrega la interminable lista de sospechosos, entre los que figuran las decenas de miles de políticos que no pueden justificar sus abultados patrimonios, acumulados durante el periodo en que ocuparon cargos públicos, así como la inmensa batería de escándalos, estafas, saqueos, arbitrariedades y barbaridades realizadas, desde el saqueo de las cajas de ahorros y la expropiación legalmente dudosa de empresas y bancos, hasta los engaños reiterados a la ciudadanía con la autorización y venta de productos tóxicos, salidas a bolsa trucadas y robos tan contrarios a derecho como el reciente a los accionistas del Banco Popular, es lícito pensar que los gobiernos españoles no tienen capacidad y fuerza moral suficientes para cobrar impuestos y que los ciudadanos españoles tienen todo el derecho del mundo a desconfiar de unos poderes públicos que han demostrado hasta la saciedad su inmoralidad y apego a la corrupción, el abuso de poder y la arbitrariedad.
Basta analizar la existencia de un tributo tan brutal, injusto, depredador e inconstitucional como el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, que rompe el derecho constitucional de los españoles a ser iguales ante las leyes y hace pagar a los herederos por bienes que ya tributaron, para concluir que el fisco español es una autentico despropósito, que sólo consigue cobrar los impuestos porque las penas y castigos asustan a los ciudadanos. El de Sucesiones y Donaciones es un tributo duramente cuestionado, que Rajoy, en contra de sus principios y promesas, se niega a suprimir y que obliga a pagar de manera diferente en cada autonomía española, de manera que es cien veces más costoso heredar en Andalucía o Asturias que en Madrid.
Cuando un ciudadano español contempla, lleno de impotencia y rabia, las injusticias y el mal gobierno de la clase política, con abusos que van desde el enchufismo, el clientelismo, el nepotismo, la venta de favores, la arbitrariedad en las ayudas y subvenciones, la sobrevaloración de bienes, las impunidades, los aforamientos, las estafas y los robos descarados, es lógico que tema que los impuestos que el Estado les cobra y que él paga con tanto trabajo puedan terminar en los bolsillos de uno de los muchos sinvergüenzas que se han atrincherado en el Estado y que, protegidos por sus partidos políticos, disfrutan del poder.
El fisco español es un caos y ningún gobierno debería sentirse orgulloso de su situación y actuaciones, Carece de prestigio, credibilidad y solvencia moral y, aunque no siempre sea verdad, los ciudadanos piensan que los poderosos siempre eluden pagar, mientras que los trabajadores son exprimidos sin piedad.
Aquellos tiempos iniciales de la democracia donde millones de españoles se sentían orgullosos de contribuir con sus impuestos al bien común y a la ayuda a los mas necesitados pasatron a la Historia. Hoy, al pagar sus impuestos, los españoles sólo sienten miedo al castigo, rabia por tener que trabajar para el Estado la mitad del año y rabia porque tiene que entregar sus ahorros a gente que, por sus actos, se ha ganado con creces el derecho a ser considerada miserable.
Francisco Rubiales