Con Joost Vandecasteele (pronúncielo lector, y sonría) el skyline se llena de futuros posibles: de apocalipsis conocidos; de centros comerciales con habitantes en su cielo, colgados frente a los escaparates; de edificios sin salida; de escritoras capaces de mandar a tomar por el culo su vida; de jóvenes que extirpan a Dios del cuerpo de una chica encima de la colcha de una cama cualquiera, que comen patatas fritas y cuentan historias de padres ausentes; de mujeres que se hacen adultas de la mano de otra; de Berridita con Peter de la mano huyendo de la prima-novia; de las sectas alzándose contra el poder; de lo que somos o lo que seremos. Debería haberlo leído a la sombra de un kiosco de la once en un centro comercial, es el libro perfecto para ello, para leer entre luces y anuncios, con insistente música comercial en los oídos. Lástima, aquí no hay centro comercial, así que he decidido seguirlo por los lugares que más se le asemejan en la pequeña ciudad que ocupo y me ocupa, en medio de un supermercado entre cervezas y vodka. Incluso he pensado elevar una propuesta al ayuntamiento para que en el próximo centro comercial hagan un par de apartamentos y dejen leer dentro "Por qué el mundo funciona perfectamente sin mí". Lamento comunicarles que no he podido -todavía- extirpar a Dios de nadie. Y es que estas cuestiones de desterrar demonios nunca me han gustado demasiado. Luego he decidido enterrarme en un edificio de apartamentos. Hay uno muy cuco al final del paseo. He llegado provista de cinta doble cara para pegar las puertas, pero un vecino me ha echado de allí, de mala leche, eso sí, he podido soltar tres o cuatro perros que me he encontrado por la calle para que sepan lo que es huir de una dentellada mortífera. No son caniches pero creo que al autor no le importará está interpretación. Finalmente he decidido como un protagonista -no he llegado a saber en cuantos cuentos sale, he creído que en casi todos- hacerme trabajador de un call center. Mierda. Cerraron el último hace dos meses. Así que me he comprado uno de esos horribles inalámbricos y he llamado a números aleatorios durante un par de horas; no sabía que venderles, así que les he ido leyendo trocitos del libro, los que a mí mas me han gustado. A uno, ayer le dije: " Los ciclos climáticos se han ido al carajo, desquiciando el proceso de nuestra libido, que ya no se sabe si viene o si va". Acto seguido me ha pedido mi messenger y si tengo webcam. ¡Horror!. Dejé de hacer llamadas nocturnas, pero creo que me he metido bastante en el personaje.
Ahora usted, si ha llegado hasta el final, ya sabe, vaya a un centro comercial y robe el libro. Sí es un libro perfecto para ser robado y comience a leerlo entre el puesto de calzoncillos y aquel que intenta venderle la luna.
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