No sabemos quien lleva los asuntos de prensa del papa, pero seguro que ese incidente desgraciado y la posterior entrevista concedida al periodista español Jordi Évole, no se habrían producido si al frente de la portavocía vaticana hubieran estado personas de la valía profesional y humana de Romeo Pancirolli y Joaquín Navarro Valls.
Uno de los españoles que han tirado por la borda la prudencia y ha abierto su corazón indignado para fustigar al arbitrario pontífice ha sido Alfonso Ussía, que en su artículo del 2 de abril de 2019, desde su tribuna de La Razón, le mete un buen repaso a la cabeza visible del Vaticano por su desprecio a España, mientras no le hace ascos a verse con sátrapas, asesinos y con alguna que otra "ladrona".
Algunos de los párrafos de Ussía son muy elocuentes y reflejan lo que sentimos millones de españoles, incluso muchos sacerdotes y religiosos, que reprimen su indignación por disciplina y fe.
"Si el último parte de guerra, redactado y firmado hace 80 años, hubiera sido como el que sigue, Su Santidad el Papa ya nos habría visitado: "En el día de hoy, cautivas y desarmadas las tropas nacionales, el Ejército Rojo ha alcanzado sus últimos objetivos militares. La Guerra ha terminado. Manuel Azaña. 1 de abril de 1939".
"Visitaré España cuando haya paz". Gracias por su generosidad. Gracias por su respeto a los esfuerzos de un tiempo inolvidable durante el cual las derechas y las izquierdas olvidaron que habían combatido en una guerra civil dolorosísima. A Su Santidad le ocurre lo mismo que a Iceta, pero no lo reconoce. Que no sabe contenerse en la verborrea. En España, decenas de miles de religiosos, desde obispos a monjas de la caridad, fueron torturados y asesinados por el Frente Popular. Gracias por olvidarlo, aunque su olvido sea parcial y selectivo."
"En España la paz, lo que se dice la paz, está establecida desde hace 80 años. Cuarenta años de paz en la dictadura y cuarenta años de paz en la España constitucional, monárquica y democrática. España es un ejemplar Estado de Derecho. Es razonable que Su Santidad no nos tenga excesiva simpatía. España, en su Historia y en la actualidad, ha sido infinitamente más importante para la Iglesia que Su Santidad. No necesitamos su visita, tantas veces repetida por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sus huellas aquí permanecen y son imborrables".
Detalla el columnista de La Razón las 'amistades peligrosas' de Su Santidad:
"Su Santidad reparte mal las sonrisas. Recibe, abraza y sonríe a Fidel y Raúl Castro, dos desalmados tiranos asesinos. Recibe, abraza y sonríe a Nicolás Maduro, el genocida venezolano. Recibe, abraza y sonríe a la ladrona -acusada en su país de impulsar el asesinato de un fiscal-, Cristina Fernández de Kirchner, la multimillonaria viuda peronista del Pingüino, matrimonio tan ladrón como populista. En cambio, recibe, no abraza y no sonríe al presidente Macri, y recibe, no abraza y le llega su mentón a los zapatos, cuando le visita el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Y aquí en España, concede una entrevista al más sesgado y anticristiano de los comunicadores, el mismo que abraza y admira a los terroristas de la ETA. Mucho me temo, Santo Padre, que sea cierto lo que Su Santidad ha reconocido, como ya hizo previamente el ponderado, culto, místico, músico y teólogo Benedicto XVI. Que el Diablo está también en el Vaticano. Pero una cosa es que esté, y otra muy diferente que le encomienden un trabajo y un cargo. No tenga duda, Santidad, de que uno de sus más allegados asesores lleva el rabo enrollado y camuflado en la parte trasera de su sotana, y sólo lo suelta y libera para su alivio cuando se encierra cada noche en sus aposentos. Busque a su consejero con rabo, y agradecerá esta humilde recomendación".
El papa Francisco no le ha hecho favor alguno a la Iglesia española, dividida, perdiendo fieles cada día, desprestigiada por sus apoyos incomprensibles a ETA y al independentismo catalán, incapaz de unificar sus mensajes y manchada, como la iglesia mundial, de delitos de abuso de poder y pecados sexuales contra niños, jóvenes, cristianos y monjas.
No sé explicarme por qué usted nos desprecia a los españoles, pero sospecho que es porque España hizo más por la expansión del catolicismo que cualquier papa y que el mismo Vaticano. Quizás "su Santidad" sienta envidia de esa fuerza evangelizadora y reaccione sin grandeza, con alma de miseria, ante el dato indiscutible de que hoy, dos de cada tres católicos en el mundo se deben a la labor evangelizadora de España.
Francisco Rubiales