¿ Por qué en los aviones comerciales no hay paracaídas ?

Por Nosoloviajeros @nosoloviajeros

El hecho de estar a 10.000 metros de altura da que pensar en cuanto a las posibilidades de supervivencia en caso de un accidente aéreo. Claro que no hay porque ser agorero, y es que estas máquinas ( los aviones ), son quizá el medio de transporte más seguro al que podemos optar. Ahora bien, ¿ nunca os habéis planteado que quizá sería buena idea poner paracaídas en los aviones a fin de evitar males mayores ? Vamos a ver por qué las compañías aéreas han evitado hasta ahora colocar este “extra” en las aeronaves.

Ocasiones extremas

Los aviones de hoy en día vienen equipados con todo tipo de sistemas de seguridad, incluso los controles de cabina vienen por defecto duplicados e incluso triplicados por si algún accionamiento se averiase. Por lo que ya de por si es complicado que suceda una situación tan crítica.

Atendiendo a las estadísticas, en el 95% de los incidentes aéreos reseñables, los pilotos han conseguido, haciendo uso del instrumental y de las indicaciones desde tierra, aterrizar en aeropuertos ubicados en la ruta sin más problemas. Del restante, en un 90% de los casos, aunque a malas, se consigue aterrizar en pista. Atendiendo a los datos es poco probable que se de la circunstancia en la que haya que abandonar el avión. Aún así, en los próximos puntos veremos la problemática que ello supondría.

Preparación del salto

No se puede instruir en cada despegue al pasaje a fin de que aprenda a manejar un paracaídas y todo lo que conlleva. Para tener los suficientes conocimientos para lanzarse en solitario hay que adquirir muchos conceptos. No obstante, hagámonos a la idea de que ese paso esta superado. Si ya de por si a la hora de bajar del avión se suele armar un caos, ¿ alguien se imagina lo que pasaría si la vida estuviera en riesgo ? Pues ni más ni menos que la histeria colectiva. Antes de que la gente se hubiera puesto correctamente el paracaídas el avión ya se habría estrellado.

Un salto peligroso

Tengamos en cuenta que un avión comercial vuela entorno a los 900 km/h, y a unos 10000 metros de altura. Si el piloto pierde el control de la aeronave y no consigue reducir estas cotas, al abrir las puertas, si por la despresurización tan brutal a la que se sometería el avión, no explota, es por que algún ángel anda por la zona. Habría muchas posibilidades de que por la presión y las temperaturas de hasta -50ºC la gente se desmayara o incluso muriera antes de saltar. Un contraste de temperatura así puede ser mortal, por eso los pilotos militares llevan una indumentaria especial.

Por otra parte hay que tener en cuenta que a fin de que a todos les diera tiempo a saltar, el piloto tendría que mantener el avión en vuelo durante al menos cinco minutos. En muchas situaciones críticas eso no es posible.

Bien, pongamos el caso de que los pasajeros son “la ostia” y que han conseguido ponerse correctamente el paracaídas, ponerse en fila para saltar, y lanzarse. Pues más de uno, a la hora de salir de la cabina, se haría roto la espalda del tirón que supondría salir del avión a esa velocidad. De los otros, muchos se habría “comido” los motores, las alas o la cola del avión. Así que de los que consiguen saltar, a saber cuantos llegarían abajo de una sola pieza.

De los que hubieran conseguido esquivar el avión y salir "sin muchos rasguños" tendrían el problema del oxígeno, a esas alturas casi no hay. Esto supone que probablemente el saltador, si no contase con una mascarilla adecuada con suministro de oxígeno, moriría.

Asientos eyectables

El caso anterior, el de las colisiones con las diferentes partes del avión, es el día a día que se encontraron los ingenieros aeronáuticos durante los inicios de la 1º guerra mundial, así que los asientos eyectables fueron la solución. Más de uno pensará: “eureka, ahí esta la solución”. Pues va a ser que no.

1º Tenemos que tener en cuenta que este tipo de asientos, a fin de que puedan eyectarse, cuentan en sus bajos con una carga explosiva. Y en los tiempos que corren, y con la de pirados que hay por ahí sueltos, no creo que sea muy buena idea el dejar a mano este tipo de juguetes.

2º Los pilotos militares tienen que pasar entrenamientos físicos muy severos para estar en capacidad de soportar los hasta casi 20 G que supone la propulsión de uno de estos asientos. Una persona no preparada, lo más probable es que moriría en el primer segundo del lanzamiento.

3º Cada persona tiene un peso y una altura diferente, y este tipo de lanzaderas son muy sensibles a las variaciones. Por lo que no me veo a las azafatas, antes de cada vuelo, cambiando los asientos. Lo mismo pasaría con los paracaidas convencionales.

3º Adaptar los aviones a este tipo de asientos supondría un coste desmesurado para la posibilidad de usarlos y para la efectividad de los mismos.

Otras opciones con paracaídas

Una opción interesante sería la de colocar un “macroparacaidas” que pudiese soportar el peso del avión en caso de ser necesario. Previamente la aeronave, a fin de aligerarse en peso, tendría que haberse librado de motores y alas. A día de hoy hay pequeños aviones que ya tienen instalado este tipo de sistemas, así que quizá el futuro vaya por esa línea.