¿Por qué Eros fue el primer dios nacido después de la creación?

Por Esteban Esteban J. Pérez Castilla @ProfedLetras

Al principio, todo era Caos. No había mar, cielo, estrellas o infierno. Solo había absoluta e infinitamente nada.

Del Caos salieron el resto de cosas que componen nuestro mundo y comenzaron a existir, por ejemplo, el tiempo y el espacio, pero también la tierra, el día o la noche, que, por supuesto, se encarnaron primero en sus hijos y después en sus nietos y descendientes.

Estos fueron cuatro: Eros (Ἔρως), Gea (Γαῖα o Γῆ), Tartaro (Τάρταρος) y Noche (Νύξ). El primogénito fue Eros, el dios que tiene más poder.

¿Por qué? Porque Eros es el único dios que puede hacer "hacer uso del amor", es decir, puede inocular el amor, la pasión amorosa en cualquier ser, incluidos los dioses.
Y amor significa ligadura, significa cambio, significa progreso. El amor significa evolucionar y por supuesto que se evoluciona, aunque sea hacia peor. Pero amor también significa torcer y ser capaz de mover la voluntad, de cambiar por completo el curso de las cosas.
Por tanto, en cierto modo, Eros, el amor, era capaz de "cambiar" el curso del tiempo y de la historia mediante los lazos amorosos.

Por eso, tiene sentido que fuera el primero en la creación: hay que recordar que la mitología griega está cosida en torno a un panteón de dioses y cada uno de ellos representa algo concreto, alzándose como un símbolo del mundo o del carácter humano o animal. Son arquetipos.

También tienen mucho de los hombres, pues nosotros "estamos creados por ellos y, por tanto, a su semejanza". Así, pueden reproducirse y es la manera en que la mitología progresa y va representando la totalidad del mundo: mediante la reproducción y la mezcla.

Y el motor es el amor, entendido, como veíamos antes, no solo como la pasión amorosa, sino también como la ligadura. Es el nudo que provoca el deseo de juntarse a los dos extremos.

Sin el amor, el mundo permanecería estático, eterno e inamovible. Sin el amor no habría reproducción ni cambio ni progreso. El amor nos controla y, por eso, es el dios que tiene más poder y el más antiguo.

Y como dice Philip Matyszak: