¿Por qué es tan desobediente? Pautas eficaces para niños desobedientes

Por Papasehijos @papasehijos

¿Cuántas veces tengo que repetírtelo?, ¡Te lo he dicho veinte veces y los juguetes siguen tirados por el suelo! El hecho de ser desobedientes, la desobediencia en sí, es una de las características del desarrollo evolutivo del ser humano, pero los padres y educadores pueden intervenir sobre ella y modelar las conductas que la respaldan.

El proceso de desobediencia está desarrollado con la rebeldía. Los niños empiezan a atravesar etapas en las que decir "no" es la manera más fácil de diferenciarse del resto. Una desobediencia limitada es normal y, por tanto, saludable dentro de su desarrollo. Si nos encontráramos con niños demasiado buenos que nunca se rebelaran, nunca desobedecieran..., su crecimiento evolutivo estaría lejos de la normalidad.

¿Son los niños desobedientes "por naturaleza"?

El hecho de desobedecer, la inclinación natural a la desobediencia es propia de la persona, pero se modifica en función de las conductas que el ser humano va viviendo y se desarrollan a su alrededor. El componente genético es uno de los componentes que implican la desobediencia o no desobediencia en el niño, pero no el único, por lo que no debemos conformarnos y resignarnos pensando "que el niño es así".

La desobediencia es un problema frecuente para padres y educadores, todos conocemos el término "desobediencia", pero no es tan sencillo delimitar lo que constituye un acto de desobediencia; los episodios de desobediencia pueden formar parte del desarrollo evolutivo del niño e ir acompañados de rabietas y negativismo. Para tomar las medidas correctas oportunas debemos valorar cada situación, la edad de aparición de estas conductas, las circunstancias que las provocan, por qué se mantienen, la relación y la situación familiar...

Presentamos un caso extraído del libro "RECETAS PARA EDUCAR" de CUANDO EL NIÑO INTERRUMPE LAS CONVERSACIONES... "Tengo una amiga, con la que no he podido mantener una sola conversación ininterrumpida desde que su hijo, Miguel, tenía dos años. Miguel sabe, después de años de experiencia, que su madre, una mujer de gran corazón y que lo adora, siempre se muestra más dispuesta a acceder a sus peticiones delante de sus amigas o mientras habla por teléfono con ellas. Cuando era más pequeñito, Miguel recibió todas las atenciones y cuidados. Para él, si sus padres hablaban entre ellos o con otra persona, eso significaba que no le estaban prestando atención. Así pues, era necesario decir o hacer algo para cambiar el foco de atención. Como por ejemplo, palparse la entrepierna y decir "¡Pipí!", tanto si tenía ganas como si no. O tirar del brazo de su madre, y tirar, tirar, tirar. O también enrollar sus pequeños bracitos alrededor de la pierna de su padre y tirar, tirar, tirar. A medida que fue aprendiendo a expresarse, se dio cuenta de que le bastaba con plantear la más irrelevante de las preguntas que se le ocurrían cuando sorprendía una conversación de la que él estaba excluido. Y dado que papá y mamá se detenían siempre a mitad de una frase para prestarle toda su atención, aunque sólo fuera para decirle que no interrumpiera, él continuaba aplicando su método. Pero y han pasado seis años y medio y mamá y papá están hartos de tanta interrupción e incluso sienten vergüenza cuando ocurre." Solución: Los padres deben aprender a tenerse respeto a sí mismos y a sus necesidades, lo cual incluye su derecho a mantener conversaciones ininterrumpidas con los amigos y la pareja. Por su parte, el niño debe aprender a tener respeto y consideración hacia los demás. CAROLYN MEEKSRegistrar los detalles de cada comportamiento EDICIONES MEDICI Convertir las órdenes en pautas eficaces.
  1. Siéntese con su hijo y explíquele que es más importante para usted disponer de su tiempo como adulto o de un tiempo especial que es, simplemente, para usted. Discuta los conceptos de respeto hacia uno mismo y mutuo. Aclárele muy bien lo que se espera de él. Pídale sugerencias sobre cómo establecer la recompensa que recibirá si mejora o las consecuencias que sufrirá si contraviene las normas básicas.
  2. Nunca acceda a una petición formulada cuando usted está hablando por teléfono.
  3. Por otra parte, usted debe imponerse expectativas realistas en cuanto a las necesidades de su hijo, así como en lo referente a las suyas. Por ejemplo, si usted se ha pasado una hora hablando por teléfono, y su hijo necesita dinero para tomar el autobús de camino al gimnasio, no es realista esperar que él no le interrumpa en algún momento, ya que se le está haciendo tarde. Si usted tiene la necesidad de mantener una conversación larga, quizá pueda hacer una pequeña interrupción cada quince minutos a fin de vigilar el frente familiar.

Dentro de esta etapa se realizará la observación rigurosa y la toma exhaustiva de datos relativos a las conductas que quieren ser modificadas para que la intervención se lleve a cabo de una manera correcta. No solo deben registrarse los detalles del comportamiento de los niños, sino también el de los adultos, apuntando claramente qué orden desobedece; quién, cómo y cuándo dio esa orden; cuál fue la consecuencia de la desobediencia del niño y cuál fue su reacción posterior; en qué momento del día se vulneran las normas; cuántas veces ha desobedecido... todo debe quedar correctamente apuntado con un registro constante y metódico.

Conviene seguir las indicaciones establecidas en los siguientes puntos:

  • Las órdenes deben darse una a una dejándolas muy claras y dando el tiempo suficiente para que sean cumplidas.
  • Evitar la acumulación de varios mandatos a la vez, sobre todo si no queda verificado su cumplimiento.
  • No interesa estar permanentemente dando órdenes, pues hacerlo genera reacciones negativas y de oposición.
  • Las órdenes deben ser claras, muy concretas y utilizando un lenguaje adecuado a la edad del niño, cerciorándonos de que han sido comprendidas.
  • Las órdenes no deben ser contradictorias entre sí, y deben ser coherentes con aquello que se trasmite a los niños.
  • No conviene improvisar normas de última hora, deben ser conocidas y respetadas por todos y ser siempre las mismas, con independencia de nuestro estado anímico.
  • El tono utilizado para el cumplimiento de las órdenes debe ser totalmente sereno y firme, pero lejos de toda agresividad para evitar resistencias.

¿Qué ocurre si desobedece?

  • En primer lugar, bajaremos el nivel de los ojos del niño
  • Le diremos que lo que acaba de hacer NO es aceptable mirándolo a los ojos.
  • Utilizaremos un tono de voz firme pero sin alzarla.
Cuidar las etiquetas

¿Y si vuelve a portarse mal?

  • Llevaremos al niño al rincón de pensar
  • Lo dejaremos allí un ratito muy breve en silencio (se recomienda un minuto por cada años que tenga, si tiene 3 años, lo dejaremos 3 minutos)
  • Si no sabe por qué debe permanecer allí, se lo explicaremos cuando pase el tiempo estipulado.

El comportamiento de los niños desobedientes no depende sólo del entorno, o de su nivel evolutivo, experiencia o manera de ser. También es muy importante lo que creen que esperamos de ellos a través de los comentarios que realizamos... de tal modo que si de una forma continuada decimos que es desobediente, al final acaba desobedeciendo pues al fin y al cabo parece que es lo que esperamos de él, dado que estamos asumiendo que no puede cambiar y que cualquier esfuerzo en otro sentido no tendrá resultados; pensemos, por tanto , que si continuadamente verbalizamos que es desobediente, el niño acabará actuando en consecuencia, alineado con esa etiqueta que le hemos puesto de una forma más o menos consciente.

Ana Roa, pedagoga. Autora de "¡Vive la Vida!" y "El Yo infantil y sus circunstancias".

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Pedagoga, especializada en TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y colabora con muchas editoriales pedagógicas y medios de comunicación. Autora de los libros ¡Vive la vida! y El Yo infantil y sus Circunstancias, sobre educación emocional.