Por qué es tan difícil poner límites cuando se trata del mundo virtual

En el mundo físico nos queda claro cómo hacerlo. ¿Y en el mundo virtual? Nuestros hijos necesitan guía, protección y acompañamiento en cualquier lado

Como madres, siempre estamos intentando ayudar a nuestros hijos, estar ahí cuando nos necesitan. ¿Pero qué pasa en el mundo digital?¿Por qué será que pensamos que no tenemos autoridad para decir que no, para preguntarles qué están haciendo o para poner límites en un ambiente donde ellos nos necesitan tanto?

Está claro que ellos van más rápido que nosotras y que la tecnología es parte de su realidad. Para nosotras es una adaptación constante, más allá de que nos apasione o no la tecnología. Nuestro modelo mental ya está formado por una crianza diferente respecto a cómo ellos están generando su propia estructura. Si nos quedamos con el pasado, no nos van a entender y cada vez la brecha digital será mayor. ¿Somos conscientes de lo huérfanos que los dejamos por momentos en este ambiente hostil sin darles el contexto que necesitan? ¿O seguimos pensando que al estar en nuestra casa están seguros? Esto ya no es así. Internet es una ventana al mundo y nosotros muchas veces no ponemos ni una reja protectora.

El otro día me dijeron que no tenía que usar la palabra autoridad porque me iban a entender mal. No estoy de acuerdo. Creo que los chicos necesitan conocer los límites, que estos estén claros y que en cada lugar reconozcan y acepten a la autoridad pertinente (padres, abuelos, docentes, directivos). Y esa autoridad hay que ganársela, porque en lo que no creo es en hacer las cosas con autoritarismo extremo. Creo que las autoridades que no se discuten son aquellas en las que hay coherencia entre las palabras y los hechos.

Cuando llega el momento de Internet, ahí muchas madres me cuentan que no pueden poner límites porque sus hijos saben más que ellas. Desde acá les digo que esto no es así. Sí es verdad que la parte dura de la tecnología la adquieren de manera natural, pero el criterio para saber lo que está bien y lo que está mal diferencia la diversión de las cuestiones que pueden ser problemas reales. Eso y mucho más es lo que debemos enseñarles nosotras. Ahí también somos madres.