Después de darle un par de vueltas, me pregunté a mí misma por qué escribía. Mirando hacia atrás, puedo decir que tempranamente me inicié en el uso del lápiz y el papel, llevando conmigo mi primer diario de vida a los 7 años (exacto, justo cuando aprendí a escribir). Desde ese entonces, la escritura ha sido parte fundamental de mi existencia. Narrar mi historia ha atravesado las distintas etapas y de a poco, se ha ido transformando en una necesidad.Diarios de vida, agendas, cartas, registro de sueños, cuentos, poesía. Todo ello me ha permitido el uso de las palabras. En el fondo, lo siento como una búsqueda. Unir letras para crear algo y, crear algo, para nacer de nuevo.
Escribir me permite dar cuenta de aquello que a veces no puedo expresar en el decir cotidiano. Me permite compartir con otros lo que está dentro. Me divierte, me conmueve, me conecta. Escribir me permite estar en otro lugar, sin dejar de ser yo.
Sin embargo, uno de los aspectos complejos de la escritura es que no puede retratar la experiencia en su máximo esplendor. Como decía el escritor Julian Barnes "... La palabra humana es como una caldera rota con la que tocamos melodías para que bailen los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas...". Es decir, se quedan chicas, no alcanzan. De ahí la eterna búsqueda de los poetas: transmitir lo inefable. ¿Y a ustedes qué las lleva a escribir?