La pregunta la hizo Blas Moreno en EOM (El Orden Mundial), un medio independiente de análisis internacional en español que trata de saber por qué Hamás lanzaba desde Gaza un sorprendente ataque contra Israel, asesinando y secuestrando a decenas de militares y civiles. El objetivo de este inédito desafío es triple: boicotear el acuerdo israelí con Arabia Saudí, humillar y provocar a Israel y recordar al mundo que el conflicto palestino no había terminado. Y Moreno continúa: “Hamás, la guerrilla palestina que gobierna la Franja de Gaza, lanzó contra Israel una operación pasmosa contra Israel. Sus milicianos se infiltraron tras la frontera, asolando bases militares, paseándose armados por las calles, asesinando y secuestrando civiles, sorprendiendo al Ejército israelí. Así fue al cumplirse los cincuenta años de otro ataque sorpresa contra Israel: la guerra del Yom Kippur de 1973. Y todo fue retransmitido en vivo con vídeos como los que hizo Dáesh o se vieron en la guerra de Ucrania. Un ataque inédito que causo un enorme shock en la sociedad israelí. ¿Por qué querría Hamás lanzar un ataque así? Aunque demostraba que eran capaces de operaciones mucho más complejas de lo que se creía, sabían que el poder militar de Israel era muy superior y que su reacción sería indiscriminada y terrible. Las Fuerzas Armadas israelíes empezaron a bombardear la Franja de Gaza y preparan una amplia incursión terrestre con la que podría dejar miles de palestinos muertos y una destrucción generalizada. Pero ¿y si fuera justo eso lo que Hamás buscaba?”
Blas Moreno continúa explicando que, desde 2020, cuatro países árabes han establecido relaciones con el Estado hebreo: Emiratos Árabes, Baréin, Sudán y Marruecos. “Otros, como Omán y Catar, están acercando posturas con el Gobierno israelí. Les impulsa la presión de Estados Unidos, pero también el que Israel sea un atractivo socio comercial al que comprarle armas y tecnología. Pegasus, el software de espionaje que Marruecos usó contra España o Francia, es un producto israelí. Sin embargo, estos acuerdos son incómodos para los países que los firman. A pesar de que el conflicto árabe-israelí haya perdido protagonismo en la agenda internacional, las poblaciones árabes siguen apoyando la causa palestina. No es raro ver protestas ciudadanas en ciudades como Rabat cada vez que las fuerzas israelíes atacan territorio palestino. Hamás espera que las imágenes de la destrucción de Gaza indignen al mundo árabe y pongan en aprietos a sus líderes. No obstante, el mayor éxito para ella sería hacer descarrilar el acercamiento entre Israel y Arabia Saudí. Avalados por Estados Unidos, ambos países negocian un acuerdo que cambiaría la geopolítica de la región. La monarquía saudí ejerce de líder del mundo suní y acoge los santos lugares del islam; obtener su reconocimiento sería un enorme logro diplomático para Israel. El presidente estadounidense, Joe Biden, también necesita un éxito en política exterior que poder vender de cara a las elecciones de 2024. Por su parte, Arabia Saudí parecía dispuesta a aceptar la incomodidad a cambio de importantes concesiones por parte de Estados Unidos, como ayuda para desarrollar una industria de energía nuclear. Pero Hamás ha conseguido de repente que el precio a pagar por los saudíes sea mucho más caro, haciendo muy improbable que el acuerdo se cierre en el corto plazo. Como prueba, el comunicado que el Ministerio de Exteriores saudí publicado, que culpa a Israel del ataque de Hamás”.
“La segunda clave del ataque de Hamás es política: les sirve para reivindicarse como líderes de la resistencia palestina ante su población y el mundo. Los palestinos están gobernados por dos facciones enfrentadas. Por una parte, el partido-milicia islamista Hamás controla la Franja de Gaza, no reconoce el Estado de Israel y mantiene la lucha armada; está considerado un grupo terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea, Israel y la mayor parte de países occidentales. Del otro lado está la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), una coalición liderada por Fatá, el partido fundado por Yaser Arafat. La OLP gobierna en Cisjordania, no es islamista sino nacionalista, renunció a la lucha armada y tiene relaciones diplomáticas con Israel y Occidente. Pero la postura conciliadora de la OLP no le ha hecho ganar apoyo entre los palestinos, al contrario. Su estrategia no está impidiendo que Israel siga colonizando territorio palestino. Dos tercios de los palestinos creen que la situación es peor ahora que hace treinta años, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo, la paz entre Israel y la OLP. Por si fuera poco, el líder de la OLP y presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, tiene 87 años, sonadas acusaciones de corrupción y el mandato expirado desde 2009. Su única reacción ante esta crisis fue un comunicado en el que propugnaba ‘el derecho de los palestinos a defenderse del terrorismo de la ocupación’. Hamás tampoco tenía apoyo unánime entre la población: en Gaza fueron habituales las protestas y surgieron milicias alternativas. Sin embargo, las encuestas dieron veinte puntos de ventaja al líder de Hamás, Ismail Haniya, frente a Abás en unas hipotéticas elecciones presidenciales, aplazadas por la OLP desde hace catorce años. Y el 53% de los palestinos cree que la lucha armada es la mejor manera de acabar con la ocupación israelí, frente a solo el 20% que prefiere las negociaciones”.
“El último objetivo de Hamás —cuenta Moreno en EOM—, y el más importante, es propagandístico. Su espectacular incursión pretende demostrar que, pese al férreo bloqueo y vigilancia israelíes sobre Gaza, una milicia puede hacer daño a la mayor potencia militar de la región en su propia casa. Quiere hacer ver que Israel no es invulnerable y puede ser humillada. Que no habrá paz mientras continúe la ocupación. Y lo han hecho dejando al menos 150 israelíes muertos y varias decenas de civiles y militares secuestrados. Un elemento central de esta estrategia es el secuestro de israelíes. El rapto de sus ciudadanos es un asunto especialmente sensible para el Estado de Israel. El caso más conocido es el secuestro y masacre de once atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, pero ha habido muchos más y suelen provocar una virulenta reacción por parte de Tel Aviv. Una incursión de Hezbolá en la que fueron capturados dos soldados israelíes provocó la Segunda Guerra del Líbano en 2006. El secuestro y asesinato de tres adolescentes colonos israelíes en Cisjordania derivó en la guerra de Gaza de 2014. Por tanto, Hamás sabe que Israel responderá con dureza a esta humillación. Su Gobierno, el más ultraderechista de la historia del país, ha declarado el estado de guerra. El ministro de Defensa afirmó que ‘cambiarán Gaza para los próximos cincuenta años’. El que era hasta ahora el peor choque entre Israel y Hamás en la última década, el conflicto de 2014, duró cincuenta días y dejó más de 2.300 palestinos muertos y destrucción generalizada en la Franja por los bombardeos israelíes. Cabe esperar que esta vez el castigo sea mucho peor… Sin embargo, Hamás parece dispuesta a hacer pagar a los gazatíes este precio. ¿A cambio de qué? Usarán a los secuestrados para negociar la liberación de presos palestinos y obstaculizar las operaciones de castigo israelíes en Gaza. Aplazarán, aunque no impedirán, que Arabia Saudí normalice relaciones con Israel. Reclamarán el liderazgo de la resistencia palestina y recibirán el apoyo de buena parte del mundo árabe y musulmán. Pero, sobre todo, parecen esperar que la respuesta israelí contra Gaza sea tan virulenta que provoque una condena internacional contra Israel, como ocurrió en 2014 ó en 2006. Es el penúltimo intento, a la desesperada, de darle la vuelta a un conflicto que, desde hace tiempo, parece decantado en su contra”.
Mientras los líderes europeos pasaban revista a su respuesta a la guerra, desde la Franja de Gaza llegó la noticia el pasado martes de una explosión en el mayor hospital de la ciudad que habría dejado más de 500 fallecidos. Hamás lo atribuyó a un bombardeo del Estado hebrero, pero el Ejército israelí investigó el suceso y responsabilizó a un misil fallido de la Yihad Islámica. Charles Michel, condenó el ataque al hospital. El belga afirmó que un ataque a una infraestructura civil vulneraba las leyes internacionales mientras que la alemana, Von der Leyen, esquivó la pregunta, alegando que todavía no tenía información sobre el caso. La alemana había viajado a Israel expresando un cierre de filas total con Tel Aviv: condena absoluta al ataque terrorista de Hamás y respaldo al derecho a defenderse de Israel con arreglo al Derecho Humanitario. Tardó siete días en referirse al Derecho Internacional y lo hizo empujada por la presión política y mediática. “La responsabilidad por este crimen debe establecerse claramente y los perpetradores deben rendir cuentas”, dijo Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. Entretanto la situación humanitaria en Gaza se deteriora a pasos agigantados. Save the Children lamenta que cada 15 minutos un niño palestino es asesinado en la Franja. El paso de Rafah continúa cerrado y Naciones Unidas advertía el pasado lunes que el agua potable se estaba acabando y que la gente, especialmente los niños y niñas más pequeños, pronto empezará a morir de deshidratación grave.
Y, después de tres semanas de horror, llegaba el bombardeo del hospital Al-Ahli, en la ciudad de Gaza, una institución perteneciente a la Iglesia Anglicana pese a sus enfermos y heridos. Un bombardeo que afectó a unas 2.000 personas que, tras abandonar sus casas por los continuos ataques aéreos de Israel, se habían refugiado en torno al mismo. Según el Ministerio de Salud de la Franja de Gaza, “al menos 500 personas, fallecieron en este ataque de Israel”. Entre las víctimas hubo niños, mujeres y ancianos. “Estábamos operando en el hospital, hubo una fuerte explosión y el techo cayó sobre el quirófano. Esto es una masacre”, dijo el doctor Ghassan Abu Sittah, de Médicos Sin Fronteras, en Gaza. La ONG se sintió “horrorizada” por el bombardeo. “Se trata de una masacre. Es absolutamente inaceptable”. Al Jazeera informó de que el bombardeo alcanzó el patio de las instalaciones y hubo cientos de víctimas bajo los escombros. La conmoción internacional fue inmediata. Israel se apresuró a decir que ellos no habían sido. Que fue un cohete mal lanzado desde dentro de Gaza por las milicias de la Yihad Islámica, que se desvió e impactó por error en ese hospital. La Yihad Islámica lo desmintió. Pero no fue el único hospital atacado en Palestina. El asedio de Israel ha puesto ya fuera de servicio cinco hospitales de Gaza y puso su sistema sanitario al borde del colapso. Desde el pasado 7 de octubre, 154 instalaciones sanitarias de la Franja han sufrido algún tipo de daño por los bombardeos israelíes. Médicos Sin Fronteras advierte de que “se está haciendo imposible recibir atención médica en Gaza”. En una semana y media de ataques sin escrúpulos, se contabilizaba casi 3.500 muertos, de los cuales 853 eran niños, y más de 12.000, heridos. Según la agencia AP, se trata de la mayor masacre en el enclave de las cinco guerras registradas entre las milicias palestinas de Gaza e Israel desde 2008.
El miércoles llegó a Tel Aviv el presidente de EEUU, Joe Biden, para reunirse con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Lejos de cancelar su visita tras el ataque a un hospital en Gaza, Joe Biden dio la razón a Israel en su versión sobre los hechos. Dijo que creía a Israel y aseguró que el incidente “es del otro bando”, en referencia a Hamás. “Basándome en lo que he visto, parece que lo hizo el otro bando y no ustedes”, explicó sin mirar a los ojos a nadie o a las cámaras, sino al suelo. El presidente de EEUU aseguró que Israel había aceptado la entrada de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, algo a lo que hasta ahora se oponía como represalia por el brutal ataque de Hamás del 7 de octubre. “Israel acordó que la asistencia humanitaria puede comenzar a trasladarse de Egipto a Gaza”, afirmó Biden en la parte final de su visita a Israel. “A la luz de la exigencia del presidente Biden, Israel no impedirá el suministro de ayuda humanitaria desde Egipto, siempre que se trate de alimentos, agua y medicinas para la población civil del sur de la Franja”, señaló el primer ministro, Benjamin Netanyahu, en un comunicado. El anuncio de Biden se produjo el mismo día que Estados Unidos vetaba una resolución presentada por Brasil ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para establecer “pausas humanitarias” y permitir la entrega de ayuda a los civiles en la Franja de Gaza. La resolución exigía la puesta en libertad de los rehenes tomados por Hamás durante su incursión en territorio israelí.
Miles de manifestantes han salido a las calles en Oriente Próximo y el norte de África, así como en otros países, para protestar contra el bombardeo en apoyo al pueblo palestino. Las protestas tuvieron lugar en países como Irán, Irak, Turquía, Marruecos, Siria, Qatar o Túnez, así como en diferentes ciudades europeas y de Estados Unidos. Algunas de estas movilizaciones fueron pacíficas y en otras se registraron incidentes. Manifestantes en Líbano intentaron quemar la Embajada de EEUU en Beirut y asaltar un edificio de la ONU. El bombardeo al hospital en Gaza provocó una oleada de manifestaciones a lo largo del mundo, en las que se registraron ataques contra embajadas de Israel y EEUU. Las más importantes tuvieron lugar en Estambul (Turquía), donde una multitud, portando banderas y pancartas propalestinas, se congregó la noche del martes frente al consulado israelí y superó una barricada policial. Los incidentes se registraron en la embajada de Estados Unidos en Beirut (Líbano), país al que Washington recomendó no viajar y del que autorizó la salida de parte del personal diplomático que no fuera de emergencia por la “impredecible situación de seguridad” en el territorio. Fuertes demostraciones en la legación diplomática estadounidense en Irak, en la de Israel en Jordania, en la de Francia en Irán y en la del Reino Unido, en el mismo país. En Rabat, cientos de personas protagonizaron una protesta contra la “masacre” y contra la normalización del vínculo de Marruecos con Israel. En Túnez, cerca de 2.000 personas se manifestaron frente a la Embajada de Francia en la capital para denunciar la “agresión” israelí contra la Franja de Gaza y pidieron la destitución de su embajador, así como el de Estados Unidos por su apoyo a Israel. Un poco más lejos, en Canadá, miles de personas se concentraron frente al consulado de Israel en Toronto, protestado por el bombardeo del hospital de Gaza y expresando su apoyo al pueblo palestino. Cientos de personas lo hicieron frente a la embajada de Palestina en Bogotá y en la ciudad puertorriqueña de San Juan. En Estados Unidos, grandes ciudades como Nueva York y Washington hubo protestas espontáneas tras conocerse la noticia. Cientos de personas se congregaron frente a la Casa Blanca para mostrar su apoyo a Palestina. También en varias ciudades españolas, como Madrid, Sevilla, Pamplona o Girona, mostraron su solidaridad con Palestina. En el caso de España, Madrid, Barcelona, Pamplona… hubo grandes concentraciones. En general, miles de personas salieron a la calle frente a las Embajadas de Estados Unidos e Israel, en protesta por el ataque contra el hospital gazatí de Al Ahli, que se saldó con unos de 500 muertos. Algo similar ocurrió frente a la embajada de Israel en Madrid, con el mismo propósito, tras la masacre del martes.
El magistrado Joaquim Bosch, quien suele pronunciarse sobre acontecimientos de calado, dejó en las últimas horas un apunte sobre este conflicto a través de X –red social antes conocida como Twitter– que da pie a la reflexión. “La legítima defensa requiere proporcionalidad y necesidad racional del medio empleado. Cuando Israel bombardea hospitales o poblaciones, mata civiles inocentes y echa de sus hogares a miles de palestinos, no se está defendiendo”, comenzó, haciendo alusión directa a algunas de las pronunciaciones internacionales sobre la postura del Gobierno de Benjamín Netanyahu. “Está atacando y violando el derecho internacional”, resolvió el magistrado. En una segunda publicación, Bosch añadió: “Por supuesto que pido que los liberen. Del mismo modo que he condenado reiteradamente los actos terroristas de Hamas. A la vez, me indignan estos asesinatos de palestinos inocentes y me duele que haya gente que solo lamenta las muertes en el lado israelí”, prosiguió argumentando, dando evidencia así de las dos vías de argumentos que hay en la opinión pública sobre el conflicto. Cabe citar del mismo modo a Luis Moreno Ocampo, exfiscal jefe fundador de la Corte Penal Internacional, quien, en una entrevista en ElDiario.es, indica que dicho organismo “tiene facultad para investigar el asesinato de civiles en Gaza como crimen contra la humanidad”, al igual que la ocupación israelí de los territorios palestinos. Y que “matar y hacer pasar hambre a civiles en Gaza es una respuesta criminal”.
Otros comentarios, imágenes, fotomontajes y fotos:
🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛
👆🏼 Eso de ahí son 20 camiones: los vehículos con ayuda humanitaria que Israel ha pactado dejar entrar en Gaza desde Egipto.
🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛🚚🚛
👆🏼 Eso son 100 camiones: lo que ya antes de la guerra necesitaba Gaza cada día para cubrir las necesidades de sus dos millones de habitantes
Creación de Shusaku Takaoka. 'La paz es mucho más que una toma de postura, es una auténtica revolución, un modo de vivir, un modo de habitar el planeta, un modo de ser persona' (María Zambrano)
El humor en la prensa de esta semana: Firges, El Roto, Peridis, Eneko, Manel F., Vergara, Santygutiérrez, Enrique Flavita Banana, Pedripol, Riki Blanco, J. R. Mora…
Pep Roig, desde Mallorca:
Los vídeos de esta semana:
España dice NO al genocidio de Israel contra Palestina | NOTICIAS BÁSICAS
¿Quién hizo explotar el Hospital Al-Ahli en Gaza? - N+
El número de muertos por el bombardeo al hospital de Gaza asciende a 471
Miles de personas salen a la calle e Madrid, en apoyo al pueblo palestino tras los bombardeos de Israel
Gaza se queda con buenas palabras: ni entra la ayuda humanitaria ni aceptan los refugiados
Gaza y “el 11-S de Israel”, por Juan Luis Sánchez
Ayuso llama antisemita a Mónica García al pedirle que condene las víctimas "del genocidio" en Gaza