¿Por qué hay gente que nos repele y nos fascina?

Publicado el 22 julio 2015 por Iris Bernot @irisbernot
       Siempre me ha inquietado mucho ese proceso desconocido para mí por el que las personas nos repelen o fascinan desde un primer momento. Nunca he podido entender cómo funciona tal cosa, si es que es algo que sigue alguna especie de fórmula concreta, y creo que por más años que viva, (si es que vivo muchos más, teniendo en cuenta que el mundo está cada vez más cerca de la guerra definitiva, la que nos llevará a la extinción, o de la colonización alien que muchos estamos esperando desde hace tiempo), seguiré sin entenderlo. A todos nos ha pasado y nos pasa, eso de sentir repelús o fascinación por algunas personas desde un primer momento, y aunque es algo a lo que normalmente no prestamos atención, está ahí, en nuestras miserables vidas, y ahí va a estar siempre, me parece a mí. A todos nos pasa de continuo: conocemos a alguien nuevo, y de repente sentimos una conexión bestial con esa persona  desde el minuto uno, una conexión que se nos mete por todos los poros de la piel; nos damos cuenta de que a esa persona le gusta la pizza  con jamón de york ( por cierto, ¿el jamón de york se llama así porque es de Nueva York?...) tanto como a nosotros, las películas ochenteras de marcianos cutres y rancias tanto como a nosotros, y mear en la ducha tanto como a nosotros, y pensamos: "gracias, dios mío, gracias por hacer que el día de hoy sea diferente a la mierd... de días que copan mi vida..." Nos sentimos poderosos, arropados por ese ser tan frikie y perdido como nosotros, y celebramos el hecho de que ya no vamos a tener que seguir andando solos por ese bosque oscuro que rodea nuestras vidas, ese que está lleno de señoras con pamela y de señores con monóculo que cuentan historias soporíferas todo el tiempo para que nuestra existencia sea lo más cercano al infierno. Cuando hayamos a una persona con la que conectamos intensamente, es como si encontráramos un tesoro que lleva escondido bajo el mar miles de años, como si alguien nos soplara al oído la fómula de la coca cola, o como si alguien nos regalara una máquina de hacer billetes. Es una fiesta vital para nosotros, una orgía de sensaciones que nos excitan y nos remueven por dentro, una razón para reciclar la basura y no tirarlo todo al mismo contenedor. Cuando conectamos con alguien de una forma inexplicable, un misterio lleno de grandeza entra en nosotros, y no se va hasta que esa persona desaparece de nuestro mundo dejándolo huérfano.
     Al mismo tiempo, y de la misma forma, conocemos a veces a personas por las que automáticamente sentimos un repelús fuera de control. No sabemos porqué ni de qué manera, pero sentimos un asco profundo y unas ganas de huir de donde estamos fuera de lo normal. Hay personas con las que no podemos conectar de ninguna forma, y lo sabemos desde el mismo momento en que las conocemos. Solo nos basta una mirada suya o un gesto con su cuerpo para saberlo. Nos sentimos mal porque no conocemos a esa persona, y nos decimos que a lo mejor estamos prejuzgando sin saber como es, pero no podemos evitarlo; la odiamos.  Tratamos de huir de esa persona, le damos esquinazo, no podemos evitar contestarle mal, o simplemente tratamos de ignorar su existencia como el que lleva una camiseta sin mangas teniendo los brazos flácidos y quiere olvidarse de que la camiseta sin mangas y el brazo flácido nunca han sido una buena combinación. Generalmente no solemos equivocarnos cuando nos pasa esto, o sea, cuando sentimos ese rechazo instantáneo hacia alguien. Es como si nuestro ADN de monos evolucionados creado para ahuyentar a nuestros depredadores naturales supiera de quien debemos alejarnos desde el primer momento, como si tuviéramos algo dentro de nosotros que está preparado para hacer sonar una alarma de gente hija de perr... cuando ésta se cruza en nuestro camino, como si funcionara entonces nuestra intuición, como piensan algunos. Es un proceso igual de misterioso y fascinante que el que permite que nos conectemos a alguien nada más conocerle, y me figuro que beberá de las mismas aguas. 
        El proceso por el que alguien nos repele o nos fascina, ( o incluso nos enamora a veces), es algo mágico para mi. Los científicos llevan siglos devanándose los sesos para desentrañarlo, pero creo que aún no han conseguido hacerlo, a pesar de las muchas horas que le dedican quitándoselas a algunos proyectos que suelen tener habitualmente, como esos en los que tratan de averiguar como crear personas con tres cabezas y ocho brazos, o esos en los que tratan de crear un arma biológica super destructiva para vendérsela a algún ejército de algún país fanático y bélico que desee hacerse con el mundo. No sé si alguna vez podremos saber cómo funciona ese proceso, el de repeler y fascinar, pero mientras tanto yo seguiré flipando con él como con muchas otras cosas...

jajajajjajaja, pensaba que era el único que disfrutaba con los castings de Operación Triunfo... Gracias a los dos por existir...