EE.UU. suma ya más de 6.000 fallecidos y más de 245.000 casos de contagio por coronavirus, siendo el país con más pacientes infectados a nivel mundial. A mediados de marzo, después de semanas de insistir en que el Gobierno estaba luchando con éxito contra la propagación de la enfermedad, el presidente Donald Trump finalmente admitió que el contagio “no está bajo control” tanto en su país como en el extranjero. La semana pasada, el mandatario declaró que si EE.UU. logra contener el número de fallecidos por el covid-19 entre 100.000 y 200.000 en vez de los posibles 2,2 millones, será “un muy buen trabajo”. ¿Por qué la pandemia se ha vuelto tan catastrófica en el país más rico del mundo y qué errores se cometieron a la hora de afrontarla?
“Mes perdido”
En primer lugar, entre fines de enero y principios de marzo, cuando el virus ya se estaba propagando desde China a EE.UU., no se realizaron pruebas a gran escala de personas que podrían haber estado infectadas, debido a fallas técnicas, obstáculos regulatorios, burocracia y la falta de liderazgo en múltiples niveles, según más de 50 funcionarios de salud pública actuales y anteriores, fuentes de la Administración, científicos de alto nivel y ejecutivos de empresas entrevistados por The New York Times.
Entre otros problemas, los primeros kits de pruebas desarrollados por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) eran defectuosos. Cuando las fallas se hicieron evidentes en febrero, el director de la agencia, Robert Redfield, prometió una solución rápida, pero esta tardó semanas en llegar. Por su parte, el sector privado, que debía ayudar con pruebas de diagnóstico masivas a la población, se topó con obstáculos burocráticos debido a las regulaciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés).
“El resultado fue un mes perdido, cuando el país más rico del mundo, armado con algunos de los científicos y especialistas en enfermedades infecciosas más capacitados, desperdició su mejor oportunidad de contener la propagación del virus“, indica el periódico, añadiendo que EE.UU. se quedó “en gran medida ciego a la escala de una catástrofe inminente de salud pública”.
Burocracia
Otros problemas a la hora de afrontar la pandemia tendrían que ver con la burocracia. El secretario de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., Alex Azar, preside un comité que está técnicamente a cargo de implementar la Estrategia Nacional de Biodefensa del país, lo que incluye la coordinación de las agencias federales para el monitoreo, la prevención y la respuesta a las crisis como el nuevo virus. Sin embargo, una auditoría de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental realizada en febrero de 2020 descubrió que el Departamento de Salud no pudo reunir efectivamente los recursos del Gobierno federal, y que los representantes de varias agencias federales “expresaron renuencia” a reasignar recursos hacia una misión amplia y algo vaga donde “no hay procesos, roles o responsabilidades claras para la toma de decisiones conjunta”.
Asha George, exoficial de inteligencia del Ejército y directora ejecutiva de la Comisión Bipartidista de Biodefensa de EE.UU., explica en una entrevista a Task & Purpose que poner al Departamento de Salud a cargo de la Estrategia Nacional de Biodefensa “fue un error”, ya que “un departamento realmente no puede decirle a otro qué hacer”.
“Nunca ha funcionado históricamente en este país y esta vez no funcionó: la burocracia se interpuso en la implementación y ejecución de la Estrategia Nacional de Biodefensa, y ahora tenemos covid-19″, se lamentó.
Escasez de reservas y advertencias ignoradas
El hecho de que EE.UU. no estuviera preparado para la crisis no debería sorprender al Departamento de Salud. Una serie de ejercicios realizados entre enero y agosto de 2019 y denominados ‘Crimson Contagion’ (‘Contagio Carmesí’) simularon la propagación de un virus respiratorio desde China a la parte continental de EE.UU., que mataría a casi 586.000 estadounidenses y dejaría a unos 110 millones de infectados. Los resultados del ejercicio, divulgados por The New York Times en febrero, predijeron “confusión” y “caos burocrático” en la respuesta a la crisis, con fricciones entre los gobiernos de estados y el Gobierno federal, así como entre entes como el Departamento de Salud y la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, sobre cuestiones que van desde la escasez de equipos hasta las pautas para el distanciamiento social.
La simulación reveló también la “incapacidad para reponer rápidamente ciertos suministros médicos, dado que gran parte del producto proviene del extranjero”, un fenómeno que EE.UU. está experimentando actualmente. De hecho, el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, advirtió el jueves que, al ritmo actual, el estado solo cuenta con respiradores para seis días en su reserva.
“No teníamos suficiente en nuestras reservas estratégicas nacionales”, resalta George. “No consideramos la posibilidad de que China se vea tan afectada que no pueda fabricar los suministros de atención médica que utilizamos”, añade.
Además, según informó recientemente The Washington Post, entre enero y febrero de este año, los servicios de inteligencia de EE.UU. advirtieron en varias ocasiones de la “grave amenaza” que suponía el covid-19, pero ni el presidente Donald Trump ni los legisladores les hicieron caso, por lo que no se tomaron medidas que pudieron haber frenado la propagación de la enfermedad.
Partidismo
Una serie de encuestas nacionales publicadas en las últimas semanas revelan que, si bien la ansiedad por la enfermedad está aumentando en ambos lados de la división partidista los demócratas expresan mucha más preocupación al respecto que los republicanos.
Las respuestas del Gobierno a la crisis siguen las mismas pistas. Con algunas excepciones importantes, especialmente Ohio, los estados con gobernadores republicanos han sido más lentos, o menos propensos, que los administrados por los demócratas a la hora de imponer restricciones a sus residentes. Según un estudio de la Universidad de Washington, los gobernadores republicanos introdujeron medidas restrictivas en sus estados en promedio 2,7 días más tarde. Hasta mediados de marzo, el propio Donald Trump minimizó el peligro de la enfermedad y exageró el “control” de EE.UU. sobre ella. Varios políticos republicanos incluso alentaron a sus electores a visitar bares y restaurantes cuando las autoridades instaban a lo contrario.
“Trump didn’t cause the pandemic. What he did was squander America’s only advantage—a lag time during which to prepare for the crisis—thus encouraging the spread of the disease when it might have been contained. He has, in real and material ways, made this crisis worse.” pic.twitter.com/dpfEqH02uI
— Sarah Longwell (@SarahLongwell25) March 17, 2020
“Cualquier desastre, pase lo que pase, revela nuestras vulnerabilidades“, sostiene Asha George. “EE.UU. no estaba nada preparado para un evento biológico como la propagación de covid-19”, asegura.
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