Revista América Latina

¿Por qué le llaman “Vuelta a la Patria”? (En descargo de Juan Antonio Pérez Bonalde)

Publicado el 07 septiembre 2018 por Jmartoranoster

Luisana Colomine

Leí al poeta Juan Antonio Pérez Bonalde de la mano de mis padres, Feijoo y Ana María, maestros de toda la vida, un comunista y una católica que, sin embargo, convivieron con esa y otras diferencias, por muchos años. Pérez Bonalde con “Estrofas” y Eduardo Blanco con su “Venezuela Heroica”, donde la brillante descripción de las batallas de la Guerra de Independencia como La Victoria, San Mateo, Carabobo, me paralizaron de emoción hasta robarme el sueño. Letras insignes que bebía con la sed insaciable de conocer nuestra historia y que no se mitigaba con la última página del libro. En “Estrofas” Pérez Bonalde me regaló “Vuelta a la Patria”, sentido y extenso poema, dedicado a su madre, cuando en 1876, luego de un obligado destierro político, regresó a Venezuela. “Vuelta a la Patria” creado, además, en altamar, mientras el barco se acercaba a nuestras costas, recoge los sentimientos que le asaltan cuando de nuevo admira la belleza de su Patria, recordando al mismo tiempo el día que partió y la profunda tristeza por los afectos que hubo de abandonar: Después, la nave me llevó a los mares,
y llegamos al fin, un triste día
a una tierra muy lejos de la mía,
donde en vez de perfumes y cantares,
en vez de cielo azul y verdes palmas,
hallé nieblas y ábregos, y un frío
que helaba los espacios y las almas. Entonces transmite la alegría de volver a “la tierra amiga” mezclada con la profunda tristeza de hallar a su madre muerta. Sentimientos diversos se agolpan en la memoria recordando los textos que acompañaron mi adolescencia, porque ahora le pusieron el nombre “Vuelta a la Patria” a una misión que se encarga de traer a casa a venezolanos que abandonaron su tierra y que seguramente al llegar de nuevo no expresarán el gozo del excelso poeta cuando dice a su madre “¡ya piso el santo suelo en que probamos/ El almíbar primero de la vida!”. No. Estarán pendientes de cómo será resarcida, en términos económicos, su loca aventura. De hecho se fueron a pie y regresan en un vuelo pagado por el “dictador” Nicolás Maduro. Son compatriotas que salieron por sus propios medios, despotricando de Venezuela y del presidente Maduro, que seguro posaron para el enjambre de fotógrafos y camarógrafos de medios nacionales e internacionales que, apostados en pasos fronterizos, se han ocupado de difundir al mundo las imágenes de los pobres venezolanos que huyen por carreteras y trochas hacia otros destinos, agobiados por el hambre y la miseria. Son quienes alimentaron, conscientes o no, la matriz de opinión según la cual Venezuela vive el mayor “éxodo” de su historia por culpa del dictador Nicolás Maduro. Y Maduro, en un gesto magnánimo, decide tenderles su mano y eso está bien porque los venezolanos somos así: solidarios con el que sufre, amigos de nuestros amigos, incapaces de abandonar a nadie que nos necesite. Acaso Venezuela sea uno de los pocos países (sino el único) que haya ideado un plan para el regreso voluntario de los “migrantes” que se han convertido en el “coco” de Colombia, Perú, Ecuador, Brasil, Panamá, etc… Y entonces el gobierno protector (y dictador, repito), en plena batalla económica, y cual buen samaritano, ante la “estampida” de hijos pródigos ha implementado un operativo de repatriación, superior al puente aéreo aliado que salvó a Berlín en 1948, para salir al rescate de centenares de nacionales ¿víctimas? (dicen ahora) de la manipulación mediática, varados, maltratados y explotados en países “hermanos”, que se olvidan de los favores recibidos. Pero no encuentro aún en qué se parece eso al hermoso poema del más grande de los románticos venezolanos, precursor de la moderna poesía de nuestro país, como no sea solo el título y por ello creo que se ha banalizado todo lo que encierra la obra, especialmente una parte muy íntima del hombre que tuvo que salir de Venezuela obligado por circunstancias políticas ya que se opuso al régimen de Antonio Guzmán Blanco, debiendo dejar sus afectos en Venezuela, “Tierra de tanta luz…y tanto absurdo!”, con todo el dolor que eso significó y que él refleja en su escrito. La migración es un fenómeno sociológico, político, económico y cultural que existe desde que el mundo es mundo, pero tampoco hay que prestarse para abonar contra el santo suelo que te vio nacer y ponerse a tono con los enemigos que pretenden aniquilar a un pueblo libre y soberano. Nada más lejos del espíritu de Pérez Bonalde, quien junto a su familia padeció dos exilios políticos pero jamás denigró de su tierra por el gran amor que le tenía, y por eso insisto en que ha sido un lamentable error llamar a eso “Misión Vuelta a la Patria”. Porque ahora la misión será proveerles, como mínimo, de empleo y casa, aunque los que se hayan quedado “aguantando la pela”, resistiendo y apoyando a Maduro, tengan años esperando por lo mismo. Yo haría una encuesta entre esos repatriados, les preguntaría si saben quién es Juan Antonio Pérez Bonalde y si conocen el poema que, 232 años después de haber sido escrito, los ayudará a salir de abajo…
Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.

  @LuisanaC16
Luisana Colomine

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