Jean Carlos era fiel en los cultos, especialmente los domingos en la mañana. “Como soy carpintero, trabajo hasta el sábado en la noche”, solía repetir.
Lo que me llamaba poderosamente la atención era que, apenas leía una cita bíblica, inmediatamente la apuntaba en una libreta. Supuse que era lo normal en alguien depuesto a aprender de las prédicas.
Un martes en la noche, la situación fue diferente. Debido a que el mensaje versaba en torno a Filipenses 4:13, el hombre lo apuntó. Insisto, supuse que era normal. Terminado el servicio, salió rápidamente.
Yo iba deprisa y salí minutos después. Y lo encontré, a boca de jarro, jugando a la lotería electrónica. Y, ¿a qué no imagina por qué número estaba apostando el hombre? Pues el 413.
Él tomaba apuntes de las citas bíblicas para hacer la Lotto o el “chance”, como le llamamos en Colombia a las apuestas ocasionales.
Aunque resulte sorprendente, muchos cristianos confían más en las loterías, los juegos o las apuestas, antes que en Dios. No, no mire con el ceño fruncido ni menee la cabeza con incredulidad. Ocurre y más cerca suyo de lo que se imagina.
¿Existe la suerte?
Al interrogante en torno a sí en verdad “existe la suerte”, le responderé con un tajante sí.
En la Biblia leemos un pasaje revelador del salmista: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tu sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado” (Salmos 16:5, 6).
La primera conclusión a la que llegamos es que Dios es nuestra suerte. Si estamos asidos de Él, sin apartarnos por encima de las circunstancias alrededor, nos irá bien. El autor sagrado señala que “Jehová es la porción de mi herencia...”. Si lo tenemos a Él con nosotros, lo tenemos todo.
El pasaje precisa además que el territorio que nos asignen, cualquiera que sea, se convertirá en la más fértil de las vegas si tan solo dejamos que Dios tome control de nuestras metas, acciones y finanzas.
¿Por qué los cristianos no participamos de los juegos de azar?
La respuesta está en las Escrituras. La provisión para nuestras necesidades no depende de los demás ni tampoco de las circunstancias, sino de Dios: “Mi carne y mi corazón desfallecieron; más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (salmo 73:26).
Depositar nuestras esperanzas en las apuestas, en las rifas, en la Lotto o cualquier otro género de sistema que ofrece ganancias a cambio de una mínima inversión, es tanto con desconfiar de la misericordia y provisión divinas.
Revisar en quién hemos confiado
Es importante que revise sus acciones. Probablemente profesa ser cristiano, pero todavía tiene afincados sus sueños en ganarse una fortuna con un billete de Lotería.
¿Considera cercana esa posibilidad? Probablemente sí, pero permítame aterrizarlo a la realidad: las probabilidades son mínimas. Una pequeña oportunidad en un abanico de millones de números apostados.
¿Desea confiar en Dios?
Hasta tanto ponga su esperanza en Dios, no comprobará que Él provee para todas nuestras necesidades. Es imprescindible confiar en Él. Y el proceso comienza con entregarle el control de nuestro ser, bajo la certeza de que Él nos guiará por la senda correcta.
Si desea confiar realmente en su Creador, comience ahora. Recíbalo en su corazón. Pídale a su hijo Jesús que entre a su ser. Dígale: “Señor Jesucristo, gracias por perdonar nuestros pecados en la cruz y abrirme las puertas a una nueva vida. Te recibo en mi corazón. Haz de mí la persona que tú quieres que yo sea. Amén”
Felicitaciones. Es la mejor decisión que haya podido tomar jamás. Recuerde siempre que Cristo lo llamó a vencer, no a la derrota...
Escrito por Fernando Alexis Jiménez