El Islam es una religión
racional: todos sus principios y mandamientos se hallan basados
en un profundo razonamiento. El Islam demuestra que el hombre es
inocente al nacer, que el bien y el mal se aprenden
gradualmente. El Islam enseña que se deben alcanzar las virtudes
y evitar costumbres que arrastran hacia la perversión, ya que el
bien y el mal se hallan en el hombre de acuerdo a la educación
que reciba y al medio ambiente en el que se desarrolle su vida
cotidiana.
El ser humano posee
deseos naturales, aquellos del alimento, la necesidad del sueño
y del sexo; también tiene sentimientos naturales, por ejemplo,
felicidad, rencor, dolor, amor, temor, fastidio y avaricia. Esta
última es originada por el instinto de posesión. Un instinto
insatisfecho de consolidación alimenta la envidia y,
eventualmente, ambas suscitan el egoísmo. El Islam, no obstante,
no recomienda que se eliminen estos siete sentimientos, como lo
hacen otras religiones, sino que ofrece un método para
controlarlos, porque mientras que el hombre viva, éstos
existirán. Ellos son semejantes al motor de un vehículo: el
conductor es quien debe controlarlo y guiarlo hacia metas
útiles. La educación islámica es la que guía al hombre hacia el
bien. La prohibición de comer
cerdo en el Islam constituye un gran salto hacia delante en la
historia de la evolución humana. Considerando que la sangre es,
virtualmente, nuestra corriente vital y que todo lo que
consumimos afecta, en última instancia, a nuestro sistema
sanguíneo, es necesario seleccionar nuestras comidas. Resulta
evidente que el hombre de más avanzada concepción revolucionaria
es aquel que más cuidadosamente selecciona sus alimentos.
Sabemos que en el pasado, los pueblos salvajes de África fueron
antropófagos. Algunos aborígenes de Malaya y ciertos pueblos de
Borneo y Nueva Guinea, no saben distinguir los alimentos:
ingieren víboras, gusanos, ratas, y todo cuanto tengan a su
alcance.
En la actualidad, el adelanto de la naturaleza humana
no se limita a la abstención de carne de cerdo, sino que
comprende también la carne mortecina o de riña, aún sean vacas,
corderos o gallinas. Esto está prohibido por el Islam. Aparte de
lo expuesto anteriormente, los musulmanes rechazamos comer carne
de animales de presa, como la del león, tigre, leopardo, y
además, la de víboras, gatos, perros, ratas, etc., considerados
dentro de las leyes islámicas como animales impuros. Esta
prohibición se halla basada en el deseo de purificación de la
propia naturaleza, ya que el alimento una vez ingerido, no entra
sólo en el intestino y se convierte en excremento; es absorbido
y metabolizado en el sistema y circula por todas partes del
cuerpo humano, incluyendo el cerebro, y este hecho, de una
manera no insignificante por cierto, afecta a la naturaleza del
hombre. Dijo el Imam Alí Ibn Abi Talib (P): “El estómago
es la puerta de todos los males”.El Islam permite a los
musulmanes ingerir carne pura, y no prohíbe ni estimula a nadie
a convertirse en vegetarianos. Algunos arguyen que si al cerdo
se lo alimenta con comida sana, se puede entonces consumir su
carne. La respuesta para esta controversia es la siguiente: se
puede alimentar al cerdo con una mezcla saludable, pero no se
puede cambiar su naturaleza,
UN CERDO ES UN CERDO, no puede
sufrir variantes por medio de injertos, como una planta. >El cerdo es, por
naturaleza, haragán e indulgente en el sexo; le disgusta la luz
del sol y carece de energía para luchar; come casi todo lo que
encuentra a su alrededor, sea excrementos o cualquier
inmundicia. De todas las carnes de animales, el cerdo constituye
la cuna más grande de gérmenes dañinos y es el principal
reservorio para la infección humana.
Shawarma de cordero.
Además, el porcentaje de
grasas en el cerdo es mucho mayor que en cualquier otra carne:
el 91% en la de cerdo, 56% en la de cordero, y 35% en la de
vacunos. Otra experiencia en carnes: tómese tres trozos de carne
de igual tiempo y tamaño, uno de cerdo, otro de vaca y un
tercero de cordero; expóngase todos al sol. El de cerdo será
primero en pudrirse, luego lo hará el de cordero y finalmente el
de vaca. Algunas veces la carne vacuna se seca sin llegar a
pudrirse. Pero si colocamos los mismos trozos de carne en un
recipiente y lo ponemos a cocinar, el cerdo será el último en
hacerlo, y nadie puede garantizar que no existan gérmenes
dañinos en el cerdo cocido. Según investigaciones
médicas, se requieren tres horas para hacer la digestión de
carne de cordero y de vaca, en cambio, se necesitan cinco horas
para el cerdo. Proliferan tantas plantas que son comestibles:
algunas pueden curar enfermedades, otras son venenosas y causan
la muerte: de igual manera existen carnes dañinas para el
hombre, como la de cerdo, cuyo efecto tóxico se halla latente y
con el transcurso de los años degenera en serias enfermedades.
Fuente original:
Organización Islámica.