Revista Opinión

Por qué Mariano Rajoy es mi Power Ranger favorito

Publicado el 28 julio 2017 por Vigilis @vigilis
Algunos diréis que lo del presidente Rajoy en el juicio del caso Gürtel no tiene mérito porque simplemente se aprovechó de que la acusación popular confundiera ese caso con el caso de los papeles de Bárcenas. Que el presidente del tribunal se viera obligado a interrumpir al abogado que interrogaba a Rajoy por la pertinencia de sus preguntas tampoco fue una "ayuda" para Rajoy, más bien un intento de no interferir con las otras piezas separadas que están sub júdice.

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Cómo creen algunos que son los tribunales en España.

El caso es que lo que vimos fue un intento de "pillar a Rajoy" a ese Rajoy que el día en que la prima de riesgo llegó a los ochenta millones de puntos y fue interceptado en el pasillo del Congreso por un batallón de periodistas, los miró a la cara, giró los talones y se fue por otra puerta.
Según pasaba el tiempo sentado ante el tribunal, si analizamos las imágenes podemos ver cómo Rajoy iba segregando una sustancia viscosa que le cubría la piel. Esa sustancia impidió que las balas atravesaran su cuerpo. Cuando la temperatura de la sala alcanzó los veintiseis grados centígrados ya no es que las balas le rebotasen sino que las absorbía y le hacían más fuerte.
La insistencia con la caja B del PP —que es algo que se tiene que ver en otro juicio— hizo que mi paisano le dijera al abogado de la acusación que "se ha confundido de testigo". No creo que se lo dijera por marrullería sino por hacerle un favor. Si hubiera servicio de camareros en el tribunal Rajoy invitaría a colacao con galletas al abogado.

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"Mariano Rajoy, registrador de la propiedad, un hombre apenas vivo. Caballeros, tenemos la tecnología, podemos reconstruirlo. Podemos hacerlo mejor que antes. Mejor, más rápido, más fuerte".

En otro momento le empezaron a preguntar sobre viajes con el Bigotes, el Chapas y el Ñokis y sobre la agencia de viajes en la que compraba los billetes de avión. Preguntarle a Rajoy, que lleva treinta años en coche oficial, sobre dónde compra los billetes es como preguntarle sobre el precio del rodaballo en el mercado de la plaza de Lugo. Rajoy se sienta a cenar y el rodaballo aparece en el plato.
Igual es que en la imaginación de la acusación visualizan a Rajoy con gabardina caminando por oscuros callejones haciendo trapicheos con Mac "el Rata" y Johnny "Dos Veces". Hasta yo, que no tengo ni idea del asunto, sé que el mundo no funciona así.
Luego está el tema de las balas de plata. Si las balas de plata pueden acabar con los hombres lobo igual pueden acabar con Mariano. Ni con esas. Los abogados intentaron pintar la situación de Rajoy y Bárcenas asaltando los sótanos del Banco de España con escaso éxito. "¿Estaban enemistados?". "No estábamos enemistados, que yo sepa". La enemistad de Schrödinger.
Más ceñidas al tema objeto del juicio fueron otras cuestiones sobre la organización de eventos del Partido Popular. El razonamiento de los abogados en este asunto fue un poquito de parvulario: si Rajoy es el jefe del partido Rajoy lo tiene que saber todo en el partido. "¿Alguien en sus cabales puede pensar que yo puedo saber quién ha organizado el acto del PP en Bilbao en el que he estado esta misma semana?", les espetó el presidente, con los pies apoyados en la mesa. Desde luego que Rajoy al dirigir el partido tiene una responsabilidad política, pero en este país, de momento, no existen los juicios políticos.
"¿Quién pagó su viaje a Canarias de hace trece años?". A mí, que ni me acuerdo de los calzoncillos que llevaba puestos ayer, siempre me han flipado estas preguntas en los juicios. Pero Rajoy, cuyas partículas elementales pasaron en ese momento al estado de condensado de Bose-Einstein, contestó: "el partido hasta donde yo sepa". (Nótese cómo el galaico empleo del subjuntivo le concede un +2 en agilidad y un +5 en resistencia). Ante esta respuesta, el abogado, que parecía que estaba en un bar comentó "es una respuesta gallega". Y Rajoy, que un día leyó en un libro cómo se comporta uno en un bar, respondió: "la contestación tiene que ser gallega, no la podría hacer riojana". Boom. Rajoy tirando triples sentado en una silla en mitad de la cancha.

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La parte de la oposición al gobierno incapaz de legislar y por tanto obligada a montar un espectáculo constante quiso sentar a Rajoy ante un tribunal para tener esa imagen. Lo consiguieron y les salió el tiro por la culata. Igual que hacer pasear a los tesoreros del PP por la Comisión de Investigación del Congreso mientras los jueces investigan casos que les afectan no fue una gran idea, llevar a Rajoy al tribunal tampoco lo fue. No al menos si lo que uno busca es la verdad y la justicia.
Luego tenemos la cuestión de las pomposas exigencias de esa oposición. Una oposición que ya perdió una moción de censura y que ahora vuelve a pedir la dimisión del presidente. Pedir la caída del gobierno es el tope de exigencia que puede hacer la oposición y ellos este tope ya lo tienen aplastado contra la pared. Si agotas tu mejor arma te quedas sin nada. No entiendo cómo no ven esto. No comprendo cómo esta oposición quiere agotar su recorrido cuando todavía queda toda la legislatura por delante.
Esto sólo tiene una explicación: que tanto PSOE como Pablemos en realidad no aspiren a gobernar, que en realidad no quieran sacar al PP del gobierno, sino que busquen ser el segundón y estén compitiendo entre ellos. Por el camino lo que consiguen es que el PP siga jugando su propia liga en solitario. Y lo que es peor: también consiguen que los juicios por la corrupción del PP se vean como armas políticas y no como juicios. Pasó algo similar con el Prestige, que al politizar la causa nadie acabó pagando. Dicho de otro modo: el mimoso afán egoísta de la oposición beneficia al PP y perjudica al país.

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