La meditación suena, para muchos a New Age, o a ser Budista o seguidor de algún gurú de oriente. Esto es así en muchos casos, pero se puede plantear la meditación de otras formas. Por ejemplo, no muchas personas saben que en Occidente también existen métodos de meditación, dentro de la oración cristiana. Aparte de su relación con las religiones, la meditación no tiene por qué estar vinculada a una tradición religiosa, pues es, ante todo un método de trabajo interior y de control mental.
La meditación se basa, en el control de la atención, lo que en sí ayuda a regular varios procesos mentales y como consecuencia a tener un mayor equilibrio psíquico e incluso físico, lo que repercute en diversas áreas de la vida.
Según han mostrado diversos estudios, la meditación ayuda a controlar, o incluso a parar los automatismos mentales, es decir, los pensamientos automáticos que pueden mantener la mente en un estado indeseado. Por ejemplo, las personas con depresión tienden a tener pensamientos automáticos negativos y destructivos, que mantienen o aumentan su malestar, porque suelen considerarlos verdaderos e identificarse con ellos. Se ha podido comprobar que las personas con depresión que meditan, pueden reducir o dejar de tener pensamientos automáticos de este tipo, o si los tienen, no considerarlos reales, pues llegan a mirarlos con distancia.
El control de los automatismos mentales también ayuda a vencer la rutina. Según se ha investigado, quienes meditan, dejan de ver la vida cotidiana como repetitiva porque prestan más atención a los detalles de la realidad y no están en una repetición de sucesos, que se da más bien dentro de su cabeza. Para quién medita, el árbol que hay delante de su casa, no es el mismo árbol todos los días, porque observa lo que va cambiando día tras día, fijándose en los cambios sutiles del árbol. Algo que es aplicable a muchos aspectos de la vida.
Aparte del control de los automatismos mentales, la meditación facilita el autocontrol interno, una mayor autorregulación emocional, de tal forma que los estados anímicos no afectan tanto y las molestias que se puedan dar, en el día a día, se consideran menos importantes.
La meditación, también contribuye a la relajación de la mente y aumenta la relajación física, lo que supone numerosos beneficios en la calidad de vida.
La práctica de la meditación facilita el ser más conscientes de lo que sucede dentro y fuera de nosotros, por lo que nos enteramos mejor de quienes somos, de quienes son los demás o de lo que pasa cotidianamente. En muchos casos, durante la meditación, al silenciarse la mente consciente, pueden aparecer elementos psíquicos inconscientes, que así se vuelven conscientes.
Otros beneficios que aporta la meditación son: mayor capacidad de concentración, mayor capacidad de aprendizaje, regulación del sistema endocrino (en los aspectos relacionados con el estrés), mayor posibilidad de tener experiencias espirituales, sensación de más libertad y de felicidad. Parece que además, quienes meditan regularmente tienen una mejor salud física, parece que por minimizarse o reducirse el impacto del estrés, tener más consciencia del cuerpo y por lo tanto cuidarlo más, etc. A nivel fisiológico se ha comprobado que se da una regulación de las ondas cerebrales y una mayor sincronización hemisférica. En la siguiente imagen podéis ver más sobre sus efectos en el sistema nervioso.
Parece que, en general, la meditación solamente aporta beneficios, pero no es así. Hay ciertas situaciones o personas que no se benefician de la meditación, o incluso se pueden ver perjudicadas. Quienes tengan una estructura psíquica frágil, tengan una personalidad muy obsesiva o predisposición a trastornos psicóticos, es conveniente que antes de decidirse a meditar consulten con un profesional de la Salud Mental, que conozca de estos temas, para evaluar la pertinencia de meditar o no. También es conveniente consultar con el experto en meditación, y al menos dejarse guiar por el mismo, en los primeros pasos. No es recomendable iniciarse por cuenta propia.
En algunos casos, hay personas que han visto agravados sus trastornos de ansiedad o incluso la meditación ha desencadenado trastornos psicóticos, en algunas personas predispuestas. Esto depende como digo de quién medita, pero también del método empleado. Ciertas técnicas que incluyen visualizaciones o canalizaciones de energías parecen predisponer con más facilidad a sufrir este tipo de problemas.
Así que como conclusión, puedo afirmar que la meditación aporta beneficios a muchas personas, pero que no es una práctica inocua. Por eso requiere la guía de expertos y maestros que ayuden a delimitar el mejor método para cada uno y la mejor situación para hacerlo, en el caso de que no esté contraindicada.
Os dejo aquí un link a un documental sobre la meditación budista, en el que se explica, de forma clara y sencilla, en qué consiste la meditación. Tiene cuatro partes, de corta duración cada una, así que os dejo el link a los cuatro vídeos.