En 2009, cuando estuve en proceso de transición profesional, acudí a un evento y en la parte de networking me solicitaron una tarjeta. Me di cuenta que no tenía tarjeta personal. A todos nos llega un momento donde nos cambia el chip, ya que queda muy mal no tener una tarjeta para entregar con tus datos. Por supuesto, tirando de nuestra vena española, se puede improvisar y coger un papel y escribir de vuestro puño y letra vuestros datos personales de contacto, puede ser una solución de supervivencia provisional. Sin embargo, mirado de forma objetiva y profesional, queda muy cutre. Por lo tanto si os encontráis en proceso de transición profesional debéis tener vuestras propias tarjetas.
Para muchas personas que os enfrentáis por primera vez a esto os surgen las siguientes preguntas ¿Dónde puedo hacerme tarjetas profesionales? ¿Cuántas me hago? Y ¿Qué cargo y datos pongo en la tarjeta? Por supuesto os pueden surgir más preguntas pero estas son las principales y más caóticas para pasar a la acción.
Algunos que no cuentan con presupuesto se buscan la vida en Internet y su pericia manejando programas básicos para hacerse sus propias tarjetas, imprimiéndolas en papel más recio. Lógicamente la calidad no es la misma, sin embargo, cumplen su papel y es un comienzo. Otros deciden recurrir a profesionales especializados del diseño para que se encarguen de maquetarlas e imprimirlas en el material acordado. A más tarjetas solicitadas más económicas resultan. La clave es comparar varios presupuestos y valorarlos.
Hace poco comentaba este tema entre un grupo de personas en transición profesional y tenían muchas dudas sobre que cargo o título que poner debajo de su nombre, más que nada porque siempre habían una función, (director comercial o Director de recursos humanos de la empresas x o y)… Ahora les resultaba complicado definir qué título indicar en las mismas. Quizás lo fácil es poner en tus tarjetas personales experto, director, consultor, etc. Pero surge la duda de que queda bastante vacío. Debe ser una decisión muy meditada y deben analizar cuáles son sus competencias y cuál es su nicho de mercado que puede precisar a un profesional como él. Otra opción es poner tu rol de manera general o incluso mencionar el sector profesional al que te dedicas, sin incluir título específico, es decir, debajo de tu nombre poner “sector recursos humanos, marketing, ventas, comercio internacional, etc”.
Recomiendo incluir un enlace con vuestra dirección de perfil público personalizada de LinkedIn, o, en ausencia del mismo, un acceso a un CV online o a un resumen profesional virtual vuestro, etc. para que el que quiera pueda profundizar e investigar un poco más sobre lo que realizáis a nivel profesional. Es una manera de garantizar que el que quiera pueda consultar vuestra información.
Algunos son muy reacios a mencionar teléfono o móvil, pero ciertamente, una tarjeta es una forma de poderse poner en contacto más adelante, por lo que al menos, será necesario incluir uno. Indudablemente, una dirección de email: Para aquellos que en sus años de juventud se crearon una con un toque gracioso, lo más recomendable es crearos una con vuestro nombre, por ejemplo CarlosZuliaga@gmail.com aquí se puede crear con tu nombre y un apellido o con el nombre y dos apellidos, ya a gusto de cada uno de vosotros.
Algunas personas que disponen de página Web o de una bitácora profesional relacionada con su profesión pueden mencionar estos enlaces pero no por ello, deben olvidar incluir el de su perfil de linkedin. Es cuestión de adecuarlo a lo que cada uno tenga.
Algunas personas están popularizando el poner en sus tarjetas personales una pequeña foto para que puedan recordaros rápidamente. No es mala idea, aunque debe de buscarse la fotografía adecuada y sopesar todos los pros y contras. A mí, personalmente, me gusta más una tarjeta profesional sin foto, aunque tengo que reconocer que he visualizado tarjetas con foto que quedan bien.
A muchas personas luego les surge la duda una vez que tienen sus propias tarjetas personales a quién dársela. Realmente debéis entregarla a quien os interese que la tenga porque es bueno para vuestros intereses profesionales. Igualmente, recomiendo recoger tarjetas de las personas que según vuestra prioridad os convenga recogerlas. La clave no es acumular tarjetas sino recogerlas para hacer algo con ellas que vaya más de acumular en un cajón. La clave utilizarlas y comienza por escribir o llamar a esa persona para agradecerla el haberos conocido. Es el comienzo de algo que depende de las dos partes si avanza, si estanca o no comienza nada a nivel profesional.
Desgraciadamente, para aprender a gestionar adecuadamente las tarjetas que recogemos se debe proceder a realizar la prueba error, desde la acción para probar diversas opciones y sistemas y quedarnos con el que más efectivo nos resulte. Lo peor es mantener roles pasivos, de usaré las tarjetas cuando las necesite, así nadie os recordara y recibiréis el silencio por respuesta.
No obstante, las nuevas tecnologías nos permiten acceder a aquellos contactos que hemos hecho de una forma rápida. Hay lectores de tarjetas, los escáneres códigos QR ya permiten transferir los datos de tarjetas directamente a tus contactos del móvil y en el ámbito laboral, LinkedIn se consolida como le red profesional más utilizada (según qué país puede variar) que evitan tener que imprimir tarjetas.
La tarjeta ha quedado como algo profesional y en ese ámbito personal, quizás sea algo más del pasado… pero no cabe duda que todavía no todo el mundo tiene ese acceso a Internet, por lo que una tarjeta siempre ayudará.
¿Por qué motivos no tienes tarjetas profesionales propias? ¿A cuántas personas conoces que las tienen? ¿Qué estrategia te planteas seguir para poder contactar y que puedan contactar contigo?