Las redes sociales son un lugar más donde nos expresamos. Algunas veces, lo que escribo no es apto para menores. Además, no tener chicos como amigos acota las relaciones digitales y ayuda a combatir el acoso
Me gusta compartir mi historia en las redes sociales. Posteo sobre lo que me pasa, lo que me interesa y en ocasiones lo que me deprime y angustia. Hago declaraciones de amor hacia mi marido (¡qué romántica!) y participo en comentarios y discusiones de otros. Uso mucho el botón de me gusta para expresar si estoy a favor de algunas cuestiones sociales, políticas y laborales.
Mi muro, mis reglas
No pongo demasiado filtro para lo que hago. Tengo de amigos a mis hijos, algún sobrino o ahijado, pero los tengo agrupados en una lista especial. No todo lo que hago en Facebook es apto para ellos. El contacto es más para saber qué hacen ellos y no para que ellos lean lo que escribo yo. No les cuento todo de mi vida cotidiana y por eso también limito el acceso de ellos a lo que hago en el mundo digital.
Tanto en el día a día como en las redes sociales, los chicos deben ser amigos de los chicos y los grandes de los grandes. Los temas de conversación varían entre unos y otros y me interesa que siga así. Cuando charlo con mis amigas, no hago que participen mis hijos ni les pido su opinión. Tampoco lo hago con los hijos de mis amigos.
Por otro lado, no tengo control sobre lo que dicen o dejan de decir mis amigos y mis contactos y para mí eso no es importante.