¿por qué no adelgazo?

Por Monicaori @BELLEZAORI
Hola chicas! Seguro que os habéis hecho esta pregunta alguna vez. ¿Por qué no adelgazo?. Yo también. En el post de hoy no os voy a dejar una dieta milagro ni tampoco consejos sobre como adelgazar, ya que no soy ninguna dietista profesional y cada cuerpo es un mundo. Lo que os voy a contar es mi experiencia personal que, quizás os ayude, o quizás no, pero a veces nos puede inspirar conocer otros casos para saber que es lo que podemos estar haciendo mal. Espero que al final os resulte útil la información y así poder ayudaros a comprender cosas en las que quizás no habíais pensado.
Debo decir que nunca fui una niña obesa, de hecho, hasta los 14 años era más bien flaca, pero fue desarrollarme y empezar a pillar kilitos. Esos cinco kilos que siempre me han sobrado y que llevo años intentando quitarme de encima. He probado todo tipo de dietas y la verdad es que nunca he sido persona de comer muchas guarrerias ni comida basura, pero algo en mi alimentación estaba fallando y hasta hace un par de años no descubrí lo que era. 
El estilo de vida y algunos alimentos que mi cuerpo no aceptaba bien, eran los culpables de que no consiguiera adelgazar. Por un lado, por casualidad, descubrí que era intolerante a la lactosa. Una amiga que durante años estuvo tratándose de hernia de hiato (algo que a mi también me habían diagnosticado hace años), al hacerse una prueba especial, descubrió que el problema no era ese, sino que era intolerante a la lactosa. Cuando me explicó los sintomas que tenia, se me encendió la bombilla "¿Y si a mi me pasaba lo mismo?". Hice la prueba durante unos dias y me di cuenta que cada vez que tomaba lácteos, mi cuerpo reaccionaba mal, con una digestión muy pesada, hinchazón y gases. Años pensando que tenia retención de líquidos y resulta que el problema era que no toleraba los lácteos. 
-El primer cambio que hice tras darme cuenta de la realidad fue cambiar los lácteos por productos de soja, mucho más sanos y más digestivos. Con este sencillo cambio conseguí tener digestiones más ligeras y evitar la hinchazón que me llevaba de cabeza hacía años. Ese fue mi primer avance. 
-El segundo empezó por un cambio de mentalidad al ver ciertos documentales e información sobre la industria cárnica. Yo siempre he adorado a los animales y la verdad, nunca he sido muy carnívora, pero tras ver algunos estudios y cómo trataban a los animales en las industrias cárnicas, decidí no volver a probar ni un trozo de carne. Era ver una bandeja de carne en el supermercado y me venían todas las imágnes que había visto, a la cabeza. En ese momento fue cuando cambié la proteína animal por la proteína vegetal. Al principio iba un poco desorientada ya que no quería volver a comer carne pero tampoco quería tener una alimentación deficiente, así que me fui informando sobre el tema y me di cuenta de la gran variedad de productos vegetales que podía consumir sin tener carencias en mi alimentación. Este cambio me ayudó a sentirme mejor ya que mi cuerpo asimilaba mejor este tipo de proteínas y tampoco acumulaba tantas toxinas. Con estos dos cambios note que poco a poco iba bajando peso, así que me sentía genial, pero aún faltaba un tercer cambio, el definitivo. 
-Tener a mi primer hijo fue una auténtica bendición pero claro, el embarazo afectó a mi figura, aunque más lo haría la lactancia. Durante el embarazo me cuidé muchisimo ya que no quería que el bebé tuviera problemas de salud, y por suerte, todo fue bien y el bebé nació sanisimo, y eso que seguí los nueve meses con mi alimentación vegetariana. Lo que sí que sufrí fue de una enorme retención de líquidos que por suerte fuí eliminando tras el parto. Un mes después de tener a mi pequeño, tenía mejor figura que cuando me quedé embarazada, así que estaba super contenta, hasta me había tenído que comprar pantalones de menor talla porque los que usaba antes me venían grandes. Era feliz! Pero ahí empezó todo. La lactancia ayuda a que te recuperes más rápido y también a que pierdas peso más rápido ya que producir la suficiente leche para alimentar al bebé, hace que quemes muchas calorías, pero claro, eso tiene un problemilla, que siempre estás hambrienta porque necesitas energía, y ahí es donde empieza la historia. Se me juntó que siempre tenía hambre, con el hecho de que el bebé absorbía todo mi tiempo y no tenía tiempo para cocinar sano, así que me dediqué a comer más precocinados, más productos congelados, más carbohidratos y más azúcares (galletas, pastas). Este tipo de alimentación no necesitaba mucha preparación y me dejaba saciada, así que me venía perfecta pero claro, al cabo de un par de meses, me pesé y vi que pesaba más. Se lo comenté a mi ginecólogo y me dijo que era normal, que cuando amamantas, tu cuerpo tiende a acumular líquidos para tener una reserva para el bebé y que cuando dejara de darle el pecho, perdería todos los kilos super rápido. Bien, entonces tenía una explicación lógica, así que seguí comiendo igual, pero al cabo de dos meses más, me volví a pesar y aún pesaba más. Esto me empezó a agobiar ya que me veía fatal, la ropa no me cabía, y tuve que comprarme prendas anchas para disimular los kilos de más. Pensé darle el pecho a mi pequeño hasta que cumpliera el año, y luego dejar de dárselo para poder bajar peso ya, pero cuando tenía 10 meses yo había pasado de pesar 61 kilos a 65,500 kg. Nunca había pesado tanto y cada vez me sentía peor, así que decidí pedir hora con una dietista profesional para saber que podía hacer, y ahí comenzó mi tercer cambio. Tras estudiar mis hábitos alimenticios y mi rutina diaria, me dijo que tenía dos opciones, o me ponía a hacer ejercicio como una loca o bajaba la cantidad de carbohidratos que consumía. Lo de hacer ejercicio quedaba descartado por falta de tiempo, así que tuve que hacer cambios en mi alimentación. Yo siempre desayunaba bocadillo, a media mañana comia alguna galleta para matar el gusanillo, a medio día, unos dias comia arroz, otros pasta, otros patatas, etc, y por la noche cenaba verduras con proteínas. Yo ando mucho, pero siempre por las mañanas, por las tardes estoy en casa y tengo una vida más bien sedentaria, así que los carbohidratos que consumía a partir del mediodia no los quemaba. Esos carbohidratos que me sobraban se convertían en grasas y eso era la causa de mi aumento de peso.