Muchas de las cosas que se deberían de estudiar no se estudian por falta de financiación, así que incluso si no existiera investigación contrastada que apoye las ideas que defendemos, una simple carencia de estudios no invalida automáticamente una serie de ideas. Aunque es importante estar al tanto de investigaciones actuales y estudios científicos para reforzar nuestros conocimientos, también es fundamental comprender cómo funciona todo esto.
A pesar de que el movimiento Paleo se apoya sobre la buena ciencia, es importante reconocer las limitaciones inherentes a los estudios científicos e investigaciones publicadas sobre salud y nutrición.
Damos por supuesto que periodistas, escritores y médicos comprenden el significado de una investigación determinada antes de hablar sobre ello. Pero lamentablemente, no siempre es así. Una de las cosas clave a tener en cuenta sobre las investigaciones científicas de las que se habla en los medios, es que sea lo que sea lo que te hayan dicho, lo más seguro es que no sea lo que parece.
Mentiras arriesgadas y riesgo relativo
El dogma del colesterol es uno de los mitos más arraigados en el mundo de la nutrición. Una unidad de la industria farmacéutica se dedica, en exclusiva, a combatir el colesterol, y se dice que uno de los fármacos más populares para la enfermedad cardíaca, las estatinas, está respaldado por estudios exhaustivos. Es posible que hayas escuchado que la efectividad de las estatinas anda cerca del 33 por ciento en la “reducción del riesgo relativo”.
Si una cardiopatía te atemoriza y te dicen que existe un fármaco que reduce un 33 por ciento el riesgo relativo de un ataque al corazón, lo más seguro es que lo quieras tomar. ¿Pero antes te preguntarías qué significa el “riesgo relativo”? Si lo hicieras, es posible que cambiaras de opinión.
El riesgo relativo, no es más que la diferencia, expresada a modo de porcentaje, entre los resultados observados en dos grupos diferentes. Digamos que se compara a un grupo que toma estatinas con otro que toma un placebo. De cien personas en el grupo de las estatinas, dos de ellas – 2% – sufren un ataque al corazón. Y de cien personas en el grupo del placebo, tres de ellas – 3% – tienen un ataque al corazón. Si comparamos estos dos grupos, vemos que la diferencia en la incidencia de ataques al corazón entre los dos grupos es solamente de 1%, algo que podría deberse tanto a la casualidad como a una medicación efectiva.
¿Acaso es un 1% diferencia suficiente para que te convenga tomar un fármaco con un surtido tan amplio de efectos secundarios, incluyendo fuertes dolores musculares y pérdida de memoria?
Lo más seguro es que no. Así que en lugar de publicitar ese patético 1%, las farmacéuticas hacen algo bastante escurridizo: manipulan las cifras. Puesto que la diferencia entre un riesgo del 3% y un riesgo del 2% es un 1%, y 1% es una tercera parte de 3%, declaran que su producto ofrece una reducción del 33% en riesgo relativo. De golpe y porrazo, 1% se convierte en 33%, y el ratio costo-beneficio de tomar una estatina empieza a tener sentido.
Éstos son los trucos interesados que utilizan las farmacéuticas para hacer que sus productos tengan buena pinta. Si, es una práctica legal, o al menos no es ilegal, y si, también se hace con una frecuencia alarmante.
El riesgo relativo no es la única herramienta de investigación que nos tendría que mosquear. Uno de los métodos más comunes usados en estudios dietéticos y de salud es el registro dietético.
En el siguiente artículo veremos de qué estamos hablando cuando nos referimos a estudios de registro dietético, aprenderemos por qué correlación no implica causalidad, y nos daremos cuenta de cómo hemos dejado de observar otras cosas que son importantes cuando hablamos de comida y salud.