Revista Coaching

¿Por qué no dejarse vencer por un fracaso?

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

Por qué no dejarse vencer por un fracaso?por Jorge Llano

En tiempos en que la excelencia es premiada en exceso, fracasar provoca un pavor que paraliza. ¡Deje el miedo a un lado y permítase cometer errores!

Vivimos en un mundo habitado por el miedo. Pero no es un miedo común y corriente, ese que nos protege de una amenaza que pone en riesgo la vida. Es el pavor frente a las amenazas que inventamos, que cargamos por la presión de una sociedad que premia el éxito y que no tolera los errores. Esa amenaza es la imagen que nos hemos hecho del hombre y de la mujer perfecta. Un ideal del yo perseguido por la mayoría y que nos sirve para medirnos y clasificarnos como “exitosos o fracasados”, bien sea en el terreno laboral, familiar, sentimental o financiero.

Frente a estas exigencias, es fácil caer en esa carrera a muerte por convertirse en “eso”. Algunos hasta lo logran, pero se preparan tanto para triunfar, que no tienen ni idea de cómo actuar cuando las cosas no salen como las planearon. Es más, aunque parezcan grandes profesionales y sólidos seres humanos, por dentro tiemblan de temor por no alcanzar lo que soñaban.

Existe también el caso contrario. Es tanto el temor a fracasar, que hay quienes quedan petrificados el resto de la vida, sin mover un dedo por miedo a no alcanzar tan altas exigencias. El plan suele ser orquestado por los padres, que con frecuencia esperan de sus hijos vidas imposibles.

El paquete completo –el combo, como se dice coloquialmente – está inspirado en el ideal del hombre (o la mujer) perfecto. Un personaje que fue al mejor jardín infantil, estudió en colegio bilingüe, fue a intercambio, regresó para ingresar en la mejor universidad de la ciudad, viajó a hacer estudios de posgrado, y a sus 24 años fue fichado por un headhunter (cazatalentos) que lo puso en la oficina del último piso de un gran edificio. Él (o ella) está más preparado que un yogur, levita en una oficina en la que nunca encontrará una piedra en el camino y en la que conocerá a su príncipe azul (o a su princesa), para que su vida siga desarrollándose de manera casi utópica, comiendo perdices y viviendo feliz. Algunos eligen la acción y otros la parálisis.

Los miedosos blindados evitan el fracaso con acción

Ante el miedo al fracaso, algunos van por la vida evitando salirse del guión. No se perdonan el hecho de no cumplir con la totalidad de sus expectativas: ser perfectos profesionales, perfectos amantes, perfectos padres, perfectos físicamente, perfectos poseedores. Y andan dando pasos acelerados para llenarse de mil herramientas que les aseguren su éxito por el terror que les da fracasar. Hacen actualizaciones profesionales, talleres de pareja y de relaciones humanas; se operan en pro de una estética estereotipada tipo revista… Es decir, se blindan o entran en una carrera desenfrenada para evitar a toda costa el fracaso. Su motor de vida es no fracasar.

En algunas áreas tienen suerte, sobre todo en las que calcular los riesgos es sencillo. Sin embargo, en otras áreas de la vida, en las que no se pueden prever las consecuencias, estos miedosos se enfurecen o se desvanecen en una crisis profunda frente a los resultados inesperados, y reinician la carrera en pro de más y más preparación que les asegure alcanzar la perfección.

Para ellos una quiebra financiera, el fracaso de un proyecto laboral, una separación, un hijo gay, un hijo adicto, un accidente, o cualquier eventualidad que no pertenezca a su “planeación estratégica vital”, supone un fracaso.

Los miedosos paralizados evitan actuar

Hay otros personajes que deciden congelarse, antes que enfrentar cualquier situación que suponga resultados inesperados. Se quedan chiquitos el resto de sus vidas, petrificados por el miedo. Dejan pasar su vida en situación de confort, ya sea al lado de sus padres o hermanos, o simplemente adelantan una vida austera que no les satisface, pero que les evita la fatiga de enfrentarse a lo inesperado.

Mientras tanto, venden un discurso de satisfacción con lo poco, pero en su interior saben que desearían moverse de allí.

El pánico de quien ya ha fracasado

“¿Tienes miedo de formar otra pareja? El que un día fue mordido por una serpiente, hoy se asusta cuando ve un pedazo de cuerda”. Esto asegura el artista y filósofo chileno Alejandro Jodorowsky. Y es eso lo que pasa con otros tantos, que si bien no han comprado el combo de exigencias sociales completo que los lleve a trabajar frenéticamente para evitar fracasar, sí han pasado por situaciones dolorosas que convierten en una referencia para andar prevenidos y llenos de temor.

Les han puesto los cuernos, los engañaron en un negocio, se les murió una mascota, sufrieron un accidente de automóvil, o fueron traicionados por un amigo. Sea cual sea la situación, se amarran con ideas paranoicas y cometen algo así como suicidios emocionales: “nunca más me vuelvo a enamorar”; y así, se retiran de los escenarios del amor, de la amistad, de los negocios, y deciden llevar una vida solitaria. Es como declararse “retirado” en un área de la vida.

Más allá del miedo está la vida

Parafraseando nuevamente a Jodorowsky, “sin obstáculos nada puede adquirir la fuerza suficiente para crecer”. Así que las caídas, las fallas, los errores, hacen parte del aprendizaje. Deje de mirar exclusivamente el resultado. Absténgase por un momento de evaluarse, valore y celebre sus pasos, aun si la llegada al punto que se propuso no se dio. Puede que donde está parado ahora mismo, exista tierra fértil para sembrar, tomar un poco de agua y seguir adelante.

Arranque de su cabeza los modelos de éxito. Todas las acciones en la vida tienen un riesgo. ¡Juéguesela!, no se quede parado allí calculando compulsivamente.

Cuélguese una mochila liviana de conocimientos y valor, que el resto lo aprende en el camino. Si lleva una maleta muy pesada de saberes, puede que el camino no sea tan gozoso y que pierda su vida coleccionando seguros para no fracasar.

Actúe, observe el terreno a lo lejos, confíe en su instinto, respire hondo el presente y descubrirá que el miedo desaparece. Y si se cae en el camino, sacúdase el polvo, respire nuevamente y continúe, usted tiene licencia para fallar.

Jorge Llano | Cromos.com.co

Fuente: http://www.cromos.com.co/estilo-de-vida/cuidado-personal/articulo-140771-licencia-fallar



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