Hace tiempo leí un artículo (lo siento, no guardé el enlace) que explicaba que el libro-álbum dirigido a niños puede tener efectos negativos en lo relativo a potenciar su capacidad de aprendizaje. En otras palabras: leerlos requiere un esfuerzo menor que un cuento con más texto, y el hecho de poner tanto esmero en la edición y las ilustraciones hace que la atención se desvíe hacia estos aspectos en detrimento de las palabras. Yo no voy a hablar de este tema porque desconozco el ámbito de la literatura infantil, pero sí que quiero opinar de algo relacionado con ello: las reseñas que los adultos hacen de los álbumes ilustrados (no necesariamente dirigidos a niños). Si en las novelas a menudo cuesta encontrar lectores con espíritu crítico y habilidad para el análisis, se puede decir que cuando se trata de hacer crítica de álbumes ilustrados esas cualidades desaparecen por completo: las reseñas se llenan de adjetivos como «bellísimo», «precioso» o «bonito», todo el comentario está dedicado a alabar las ilustraciones y parece que mientras las imágenes sean hermosas (una cuestión bastante relativa) es suficiente para que el álbum se considere bueno y merezca la pena gastarse el dinero en él. Entre los blogueros estas opiniones se pueden entender; lo preocupante es que las webs y publicaciones escritas por profesionales del periodismo y la literatura suele ocurrir lo mismo. ¿Dónde ha quedado la crítica? Entiendo que, en general, la mayoría de lectores (entre los que me incluyo) no entiende de ilustración y le resulta difícil expresar una apreciación sobre unos dibujos que vaya más allá del elogio o la descripción evidente. No obstante, un álbum ilustrado contiene algo más que imágenes, y en eso (la edición, el texto) sí que se puede ejercer la crítica: ¿el texto está bien integrado en las ilustraciones?, ¿la gama cromática es adecuada para el tema del relato?, ¿es demasiado breve?, ¿el tamaño del álbum resulta apropiado?, ¿tiene detalles curiosos o se limita a narrar un cuento?, ¿se repite demasiado una misma imagen?, ¿qué tiene este álbum que no tengan otros?, ¿el estilo del autor se parece al de algún otro ilustrador?, ¿se podría haber sacado más partido a la obra? Esto son solo algunos ejemplos de lo que debería preguntarse el reseñador a la hora de comentar un álbum. Todos podemos ver que unas ilustraciones son «bonitas», pero el lector necesita saber qué tiene cada libro en particular, por qué ha gustado tanto, para decidir comprar uno en lugar de otro. A medida que se leen más álbumes y se puede comparar resulta más fácil aprender a redactar una buena reseña. Por mi parte, siempre que he opinado de este tipo de obras he procurado ir más allá de la apreciación fácil, y espero que esto sirva para orientar mejor a los futuros compradores.
En la imagen: álbumes e ilustración de Rébecca Dautremer.