Por qué no me haré ecografías antes de la semana 12

Por Lectoraprofeymama

Antes de empezar una entrada con semejante título, he de aclarar una cosa: no me creo más lista ni más tonta que nadie, ni creo que vaya a ser mejor madre o peor que otras muchas que eligen opciones diferentes. Si algo tengo clarísimo es que la maternidad es una relación de amor y que, igual que no me meto en la vida de pareja de mi vecina porque cada cual vive su relación como quiere y como sabe, tampoco me voy a meter en las decisiones que otras madres han tomado o van a tomar en el futuro. Creo que la opción más acertada es seguir el propio instinto, informarse muy bien de todo y tomar la decisión que mejor nos parezca. En unas cosas estaremos de acuerdo y en otras no, pero así es la vida.

Dicho esto, los dos hemos decidido que no voy a hacerme ninguna ecografía antes de la semana 12. Al principio sí estábamos considerándolo muy seriamente, sobre todo porque las madres de mi entorno se hicieron una ecografía entre la semana 6 y la 10 por un ginecólogo privado. Todo eran ventajas: tenías la tranquilidad de escuchar por fin el corazón del bebé y quedarte tranquila de que todo iba por buen camino un mes antes de hacerte la misma prueba en la Seguridad Social. Pero después de informarnos mejor hemos tomado la decisión contraria. Y quiero explicaros nuestros motivos para que consten, por si alguna vez alguien tiene las mismas dudas que nosotros y le sirve de algo. Pero, vuelvo a insistir, estas razones son las nuestras y no tienen por qué servirles a todo el mundo.

 Sabemos que hay muchísimos embarazos que transcurren de manera normal, sin complicaciones, bebés que nacen sanísimos y perfectos haciéndose muchas ecografías. Lo entendemos y lo respetamos. Sin embargo, también hay bebés sanísimos cuyas madres se hicieron pocas ecografías o incluso ninguna.

 En los años 40 y 50, era habitual someter a las embarazadas a Rayos X para medir su pelvis. Entonces se pensaba que era completamente seguro, hasta que se descubrió la mayor incidencia de cáncer en individuos que habían sido radiografiados en el útero materno. Las ecografías se realizan desde los años 70 y solo en los últimos años se están realizando de forma habitual con tanta frecuencia (son muchas las embarazadas actuales que alternan las visitas al ginecólogo privado y a la Seguridad Social). Nos preocupa que este método de diagnóstico prenatal lleve usándose tan poco tiempo: no podemos estar seguros de las consecuencias a largo plazo ni de las diferencias entre hacerse un número mayor o menor de ecografías.

 Las primeras máquinas ecográficas realizaban una emisión de ultrasonido muy baja, dando lugar a imágenes con una definición deficiente. Hoy las máquinas tienen mucha mayor potencia y, vuelvo a repetir, no hemos tenido tiempo de conocer las repercusiones a largo plazo de esta técnica.

 Existen indicios en estudios recientes (2006) realizados en animales de que las ecografías tempranas podrían interferir en el delicado proceso de migración neuronal de las células, proceso que es parte del desarrollo del embrión. Lo explica (y lo cita) el doctor Emilio Santos en diversas publicaciones, por ejemplo en el apartado «La ecografía del primer trimestre» de este documento.

 Probablemente una de las semanas más delicadas del embarazo es la octava, al parecer en esa semana toman la primera forma muchos de los órganos más importantes y es la semana en que el porcentaje de abortos es mayor. Si existe algún riesgo de que la ecografía afecte al desarrollo del embrión, por pequeño que sea, prefiero evitarlo en torno a esta semana por pura precaución.

 Las ecografías funcionan a través de un ultrasonido que se transmite a través del medio acuoso. Por eso hay quien afirma que resultan algo molestas a los fetos, que a menudo mueven la cabeza o intentan taparla con la mano (lo que algunos interpretan como un «está saludando a la cámara»). Este dato lo he encontrado en el documental del National Geographic «En el vientre materno» y en el libro Embarazo y parto: todo lo que necesitas saber del doctor Emilio Santos.

 El doctor Santos aporta otro dato en contra de las ecografías tempranas: el posible estrés que provocan en las madres. Si todo es normal, perfecto: se quedan tranquilas. Pero si algo no va como esperamos, por ejemplo, si el corazón no late, puede que se trate de un problema o que simplemente las estimación de fechas no siempre es exacta y tal vez el corazón va a empezar a latir más tarde. Sea como sea, esa madre se ve sometida a un enorme estrés que no la beneficia en nada. En el caso de que todo termine en aborto espontáneo, muchas mujeres se sienten tan mal que solicitan que les quiten al embrión por un procedimiento a veces innecesario, pues el propio cuerpo podría encargarse de hacer limpieza de forma natural. Cuando se produjera el sangrado la mujer podría tomar una decisión sabiendo que el proceso llevará menos tiempo.

 En los años 90 se realizaron varios estudios que podrían relacionar la realización de ecografías con un mayor porcentaje de partos prematuros y abortos espontáneos. Podéis encontrar los datos de dichos estudios en el artículo «Ecografías: ponderando la propaganda frente a los hechos».

 La Organización Mundial de la Salud recomienda reducir el uso rutinario de exámenes ecográficos durante el embarazo a solamente «con indicación» o a una ecografía (alrededor de las 18 semanas) si se prefiere. Por ello en muchos otros países se realizan menos ecografías de rutina que en España.

 El Ministerio de Sanidad, por su parte, a través de la Estrategia Nacional de salud sexual y reproductiva, aboga por hacer entre dos y tres ecografías de rutina, todas ellas por motivos médicos. La primera, alrededor de la semana 12, se centra en detectar alteraciones estructurales congénitas, así como en comprobar la posición y número de embriones. En la segunda, alrededor de la semana 20, se buscan posibles malformaciones morfológicas de órganos y estructura. No es imprescindible la tercera, en torno a la semana 32-35, en la que se valora el estado placentario, la posición fetal y la cantidad de líquido amniótico.

 Pensando, hemos comprendido que nuestro único motivo para querer una ecografía antes de la semana 12 es el de quedarnos tranquilos antes: es más por nosotros que por el bebé. Exactamente igual, se están popularizando las ecografías 3D y 4D sin valor diagnóstico, que solo sirven para que le veamos la carita al nene un poco antes de nacer. Hace tiempo los ginecólogos franceses ya declararon en contra de las «ecografías espectáculo».

 El valor diagnóstico de una ecografía es relativo: como bien se indica en los documentos que nos pasa la matrona en la primera visita, ni un resultado de riesgo alto nos asegura que nuestro bebé vaya a nacer con algún problema, ni el hecho de que los valores salgan bajos nos aseguran que el bebé viene perfecto. Los datos son solo estimaciones y para un diagnóstico más fiable habría que recurrir a pruebas más invasivas y que conllevan mayor riesgo. Vamos, que lo de quedarse tranquilos con una ecografía es relativo.

 Por todos esos motivos, hemos decidido que solo nos haremos las ecografías de rutina que recomienda la sanidad pública y valoraremos hacer alguna más si por algún motivo médico nos lo recomiendan.

Espero que esta información os haya resultado interesante y útil. Si queréis más datos, además de las fuentes que he citado arriba, aquí tenéis otros artículos:

  • ¿Son inocuas las ecografías?
  • Sobre las ecografías durante el embarazo
  • La primera ecografía: ¿Mejor a partir de las 12 semanas?
  • «Si no quieres ecografías, eres una retrógrada»
  • Why we’re not getting any ultrasounds (en inglés)