El secretario McCloy, que entendía los motivos humanitarios expuestos por Frischer, rechazó la petición. El motivo del rechazo que le expuso se basaba en que el bombardeo de Auschwitz - Birkenau requeriría un considerable desvío de las fuerzas aéreas. Además, el bombardeo podría provocar muchas muertes y podrían provocar más represalias en la población, especialmente en los judíos por parte de los alemanes y que el bombardeo sería de "dudosa eficacia" ya que un bombardeo de tal precisión era prácticamente inviable ya que los barracones situados en las proximidades de las cámaras de gas albergaban a miles prisioneros. Nadie estaba seguro de los resultados.
Aunque no se contempló el bombardeo directo de Auschwitz, en junio de 1944, los aliados comenzaron a estudiar el bombardeo de las fábricas adheridas al campo de concentración que fabricaban combustible y caucho sintéticos de I.G. Farben. En los preparativos se tomaron un buen número de fotografías aéreas del complejo de Auschwitz.
A los prisioneros de Auschwitz, el bombardeo les dio esperanzas. Según un superviviente: “Ya no temíamos a la muerte; al menos no a esa muerte. Cada bomba que explotaba nos llenaba de alegría y renovaba nuestra confianza en la vida”.
El 27 de enero de 1945, los soviéticos liberaron a 7.600 sobrevivientes del campo de exterminio.
Nunca sabremos si hubiera dado resultado el bombardeo directo a Auschwitz, aunque seguro que los que se hubieran realizado contra las vías que llevaban los "trenes de la muerte" habrían reducido la afluencia de deportados y por consiguiente vidas.
Parece cierto que el bombardeo a las fábricas en 1944 habría salvado muchas vidas aunque llegara demasiado tarde para los miles de personas que murieron en este campo de la muerte.
Para saber más:
United States Holocaust Memorial Museum
Semana
Foro Segunda Guerra
Yad Vashem