¿Por qué no vienes cuando te llamo?

Publicado el 03 agosto 2014 por Borjaros

Una de las cosas que más molesta al propietario es que su perro no acuda a la llamada cuando es la hora de irse a casa y el animal está suelto en el parque o en la calle. Esta molestia es muy habitual, y todos hemos sido testigos (o la hemos “padecido”) alguna vez.

Pero, ¿por qué nuestro perro no viene a nosotros cuando le llamamos? Varias pueden ser las causas por las que al llamar a nuestra mascota no nos preste atención o, si lo hace, no nos obedezca:

  • Está jugando con otros perros, siguiendo un rastro, o bien pendiente de cualquier otra cosa más interesante que venir con el propietario.
  • No SABE la orden de la llamada, porque no se le ha enseñado.
  • Conoce la orden pero tiene una mala asociación: si voy, significa que se ha acabado el paseo.
  • Malas experiencias anteriores. Cuando llamamos a nuestro perro y no acude, nos ponemos nerviosos y empezamos a llamarle más fuerte, a gritarle. El animal nos mira desde lejos, agacha la cabeza o empieza a acercarse más lentamente. Entonces el propietario se pone más nervioso, y comienza a gritarle más y a ir hacia el perro de manera “amenazante”. Al final el animal no acude, o si lo hace después de un rato el propietario le sigue castigando verbal o, peor aún, físicamente.

Si el perro está centrado en alguna acción muy motivante para él, será más difícil que acuda a la llamada

Para poder resolver este problema, basta con tener claras algunas cosas y, sobre todo, ENSEÑAR al perro a venir a nosotros, no por obligación, sino porque él QUIERA. Y, ¿cómo podemos lograr esto? A continuación describiré algunos puntos y pautas que serán de utilidad para lograr que el perro responda a la llamada:

  1. En primer lugar, debemos saber que, si el animal está realizando algo que le resulta muy interesante, será difícil que deje de hacerlo para prestarnos atención. Algunas de estas situaciones pueden ser jugar con otros perros, seguir un rastro, que haya una perrita en celo,… Es decir, la motivación para centrarse en dichas “tareas” es más fuerte que la motivación que le lleva a venir con nosotros cuando le llamamos. Esto lo debemos tener en cuenta, evitando llamar al perro para evitar frustrarle y frustrarnos a nosotros mismos. Si nos tenemos que ir y el animal no acude a nosotros porque se encuentra en alguna de estas situaciones, mejor acerquémonos a él, cojámoslo y marchémonos. No está de más recompensar al perro cuando le atemos la correa y nos estemos alejando.
  2. En segundo lugar, cuando reñimos al perro y “nos pone esa carita” pensamos que nos está entendiendo y sabe que ha hecho mal por no haber acudido a nuestra llamada. Nada más lejos de la realidad: nuestro amigo solo ve que estamos enfadados, gritándole, gesticulando, por lo que se siente intimidado y por eso comienza a realizar gestos de apaciguamiento. No caigamos en el error de antropomorfizar a nuestro perro.
  3. Otro aspecto en el que deberíamos pensar es si nos hemos preocupado alguna vez por enseñarle a que venga a nosotros cuando le llamamos. Y, lo que es más importante, si le hemos reforzado esa conducta cuando nos ha obedecido. A menudo se incrimina o se castiga al perro cuando no hace caso, pero no se le refuerza cuando sí lo hace…así, ¿cómo podemos esperar que nos obedezca, y que además le guste hacerlo?

Si acabas de adquirir un perro, es el momento perfecto para empezar a enseñarle la llamada. Si tu amigo ya convive contigo desde hace tiempo pero no te hace caso en la calle o en el parque, no te preocupes, siempre es buen momento para empezar a enseñarle.

¿Cómo enseñarle a que venga, sin necesidad de gritos ni castigos?

Para practicar la llamada, mejor comenzar en casa o en un lugar tranquilo, donde no hayan distracciones que interrumpan o dificulten el ejercicio. Comienza llamando al perro por su nombre, a poca distancia, y usando un premio como recompensa (la comida es lo que mejor suele funcionar en estos casos). Repite esto varias veces, hasta que el animal acuda a ti cada vez que lo llamas.

A continuación, añade una orden después de decir su nombre. Por ejemplo, “Loba, ven”. Es importante que la orden sea una palabra sencilla, y que solo esté asociada a ese comportamiento. Practícalo las veces necesarias hasta que al decir “Loba, ven”, acuda a tu llamada.

Cuando el perro domina el ejercicio en casa, es momento de practicarlo en la calle. Mejor hacerlo en un lugar donde no hayan demasiadas distracciones, y con el perro atado con correa larga (a partir de 2 metros está bien). Hacemos lo mismo: le llamamos incitándole a venir con el premio, y le recompensamos cuando lo haga. Luego le llamamos y añadimos la señal.

Cuando empieces en la calle, usa una correa de 2 metros o más para practicar.

Progresivamente, cuando el perro vaya respondiendo bien a la llamada, iremos aumentando la dificultad: lugar con mayores distracciones (otros perros, personas,…), llamarlo a mayor distancia y, finalmente, practicar el ejercicio sin correa, dejando al perro suelto.

Si al pasar de un nivel a otro el perro no hace caso, no debes ponerte nervioso, significa que has ido muy rápido y el aprendizaje aún no se ha consolidado. Da un paso atrás y sigue practicando donde te quedaste.

Otro consejo útil es llamar al perro con voz suave pero firme, lo que no quiere decir impositiva. Queremos que nos obedezca por placer, no por imposición, y los perros tienen una gran capacidad para entender y discriminar los tonos de voz. Una llamada suave, en tono agudo y amistoso, animará más al perro a acudir a tu llamada. Para estos casos, el clicker también puede ser de ayuda usándolo correctamente.

Durante la enseñanza del ejercicio, NO castigues al perro si no te obedece. Recuerda que está aprendiendo y necesita tiempo. Quizá vayas muy de prisa y el perro necesite más tiempo. Los castigos no ayudarán a acelerar este proceso, sino al contrario, serán contraproducentes.

Tras practicar todo el proceso, paso a paso, tu mejor amigo querrá ir contigo cuando le llames. Recuerda, tono suave, agudo y firme, pero no impositivo.

Por último, no olvides recompensarle siempre que te obedezca. Al principio, tendrás que reforzarle siempre. Cuando ya conozca la orden de llamada y la haga correctamente, podrás ir retirando los premios, pero siempre poco a poco.

Recuerda, la llamada es una de las órdenes más importantes que debemos enseñar al perro. Los castigos y la impaciencia son siempre contraproducentes. Enseña a tu perro a venir a ti y, lo más importante, a que quiera acudir contigo cuando le llames. Practica en un lugar tranquilo, y progresivamente ves aumentando la dificultad. No solo tendrás un perro mejor educado, sino que podrás pasar más tiempo practicando con él y, si se hace usando recompensas y premios, estaréis fortaleciendo vuestro vínculo.