¿Cúal es la razón por la que uno se enamora?
Antes de intentar ofrecerles una respuesta a esta pregunta tan fascinante, debo insistir que mi propósito no es cuestionar la ciencia ni la naturaleza. Mi verdadera intensión en todo lo que hago y comparto, procura contribuir a entender como suceden las cosas en nuestra mente y por consiguiente estimular nuestro desarrollo hacia el éxito.
Entonces, ¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra?
Para poder responder a esta pregunta, es necesario indagar más a fondo en nuestra mente. Existen innumerables investigaciones psicológicas que demuestran lo significativo que fue nuestra niñez y lo que de ella recordamos -consciente o inconsciente-. Los especialistas se refieren a la teoría de la correspondencia que puede resumirse como: “cada quien busca la pareja que cree merecer”.
Parece ser que antes de que una persona se fije en otra, ya ha construido un modelo (mapa mental completo de circuitos cerebrales) que determina lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra. El sexólogo John Money expone que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad, como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Por lo tanto, los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar, son elaborados antes de que el verdadero amor aparezca.
Hoy en día es quizás más sencillo imaginarse esto, pues es común escuchar en los diálogos de los jóvenes, discutir sobre lo que a ellos les atrae, reforzando en gran medida, los rasgos ya elaborados desde más atrás.
Cuando encontramos a la persona deseada, se dispara la señal de alarma y nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso, el hipotálamo (una parte del cerebro) envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo, ordenando a las glándulas suprarrenales, que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas). En otras palabras, se activan las emociones y estás reaccionan.
La “química del amor” es una forma acertada de expresarlo, pues es exactamente lo que sucede. Una corriente de reacciones emocionales producen electricidad (descargas neuronales) y generan química (hormonas y otras sustancias que participan). Aquí es justo donde se desencadena todo, pues son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
Como consecuencia de esta reacción, el corazón late más deprisa, la presión arterial sube, se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular, se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea, además de una lista enorme de otros efectos menos perceptibles en tal momento de exaltación.
“Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: que está borracho y que está enamorado”. Antífanes -388-311 a. C.-, comediógrafo griego
Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos percibido alguna vez, -si hemos tenido esa suerte- son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que nos hacen sentir aproximadamente lo mismo a todos, aunque a nuestro amor lo sintamos como único en el mundo.
Cuando el amor toca, se entra en un estado de “imbecilidad transitoria” en donde no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino del siento-luego-existo, de la carne, las atracciones y repulsiones primarias…, es territorio minado donde la razón no es bienvenida.
Durante este estado, el cerebro responde, mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los impulsos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.
Es cierto, no podemos negarlo, es un hecho científico que existe una química interna que se relaciona con nuestras emociones y sentimientos, con nuestro comportamiento, ya que hasta el más sublime está conectado a la producción de alguna hormona.
No hay una causa y un efecto en la conducta sexual, sino eventos físicos, químicos, psíquicos, afectivos y comunicacionales que se conectan de algún modo, que interactúan y se afectan unos a otros.
Naturalmente que hay toda una explicación totalmente científica detrás de todo esto y muy bien ilustrado en los estudios que lo respaldan. Pero no es el objetivo de este artículo.
Ojo, es un estado transitorio
Ahora bien, note que el enamoramiento es un estado “transitorio”, pues no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo. Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. La fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor -compañerismo, afecto y tolerancia-.
Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente, la fase de atracción no dura para siempre y comienza entonces una segunda fase que podemos denominar de pertenencia dando paso a un amor más sosegado. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. Dicho estado está asociado a otras reacciones químicas. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales similares a la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.
¿Cómo hacer que perdure?
Para conservar la pareja y el interés, es necesario buscar mecanismos socioculturales (grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.), y tenemos que luchar para que el proceso deje de ser solo químico. Si no se han establecido intereses en común y empatía, la pareja se sentirá cada vez menos enamorada y por ahí llegará la insatisfacción, la frustración, separación e incluso el odio.
Aunque se puede conservar una atracción sexual por más tiempo que el enamoramiento mismo, esto dependerá del significado que le damos a los estímulos, y éstos con el poder que les ha concedido una cultura que, a su vez, serán interpretados por cada uno que los vive de acuerdo con sus recursos personales y su historia.
¿Qué hacer para mantener una relación amorosa?
La relación de pareja demanda muchos sacrificios pero también te llena de mucha satisfacción. Para no caer en la monotonía y el costumbrismo, debes cambiar estrategias y buscar nuevas motivaciones.
Si lo tuyo ya es una relación amorosa y desease mantenerla en forma, saludable y excitante debes realizar un gran esfuerzo y tener muchas ganas. Para que no uses tus energías en la dirección equivocada y te compliques con cosas que no tienen sentido, aquí te dejo las siguientes recomendaciones. Te ayudarán a disfrutar de esa relación y, en definitiva, a ser más feliz.
1. Para estar bien con alguien, hay que estar bien primero con uno mismo
No serás capaz de entregarte a otra persona si no estás bien contigo mismo. Hay que conseguir alcanzar un equilibrio personal aceptando tu manera de ser y tu físico. Consejo: cuida tu aspecto exterior y gústate, sólo así conseguirás ser atractivo para los demás.
2. Cultiva tu amor de forma inteligente
El amor hay que trabajarlo día a día para mantenerlo siempre joven. La clave está aunar corazón, cabeza y sexo: corazón, para dejar aflorar los sentimientos; cabeza, para poder superar las dificultades; y sexo, para poder disfrutar del amor físicamente. Consejo: nunca pierdas la capacidad de sorprender a tu pareja. Así le demostrarás que es un ser único y especial para ti.
3. Mejora siempre la comunicación
La comunicación es el único recurso que existe para entendernos. Hablando se entiende la gente. El 90% de las parejas que entran en conflicto tienen poca capacidad para el diálogo. Y es que una buena comunicación impide, en muchos casos, llegar a problemas serios o si ya han hecho su aparición, solucionarlos en el mínimo de tiempo para que no se rompa la armonía. Consejo: es importante tener en cuenta la comunicación no verbal. Una mirada o un gesto a tiempo puede evitar llegar a situaciones peligrosas para la estabilidad. Asimismo, una expresión o gesticulación agria se mantendrá por encima de una frase bonita.
4. Si aún no tienes pareja, no la busques desesperadamente.
Simplemente relaciónate. No te lances a la búsqueda desesperada de una pareja. Nunca funciona. Tampoco te encierres en casa porque el amor no llamará a tu puerta. Simplemente plantéate la vida de otra forma. Procura una mayor vida social y relaciónate más con personas que puedan tener algo en común contigo. Consejo: es bueno que seas exigente… pero de manera razonable. El príncipe azul no existe. Lo más importante es que la pareja que elijas te divierta, te escuche y siempre tenga algo que decirte.
5. Aprende a dar y compartir sin agobiar
Muchas personas por miedo de perder a quien aman, buscan cualquier excusa para estar siempre con él o ella, impidiendo que tenga su propia vida en casa o en el trabajo. Gran error. Con esta actitud sólo conseguirás agobiarle y que siempre busque la manera de deshacerte de ti, aunque sea por un minuto. Ten en cuenta que cada uno debe tener su espacio para poder desarrollarse como individuo. Consejo: apóyale cuando quiera salir con sus amigos. Esta actitud de confianza hará que esté deseando volver a casa para recompensarte.
“En materia de amor, demasiado es todavía poco”. - Pierre A. C. de Beaumarchais
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