¿Por qué nunca me encuestan?

Publicado el 13 abril 2018 por Jmartoranoster

Luisana Colomine.

En cada proceso electoral llueven las encuestas. Las firmas que se dedican a eso encuentran, quizás, la gran ganancia pues son contratadas por los partidos políticos, los candidatos y candidatas; instituciones del gobierno, empresas privadas o simplemente a quien le interese el tema. Las encuestas con frecuencia juegan un papel importante pero no deben constituirse en el único indicador. Son instrumentos que pueden medir acaso un momento de la contienda, son una fotografía que al día siguiente puede cambiar. En Venezuela el gusto por las encuestas ha llevado a las organizaciones partidistas a tomar decisiones sobre sus opciones electorales. La historia está llena de ejemplos: Irene Sáez, en 1998 fue sacrificada por las encuestas que daban ganador a Hugo Chávez. Copei y el MAS le “sacaron la silla” a la ex reina de belleza poco antes de las elecciones. El MAS apoyó a Chávez mientras que Copei no sabía qué hacer hasta que terminó respaldando a Henrique Salas Romer; igual ocurrió a Luis Alfaro Ucero, aquel dirigente adeco llamado “El Caudillo” que fue desechado y hasta expulsado del partido del cual fue jefe, para apoyar también a Salas Romer y derrotar a Chávez. Aquella vez las encuestas acertaron sus pronósticos pues efectivamente ganó quien más puntos ostentaba. Pero a veces eso no ocurre. Hay encuestas que manipulan a favor de alguna opción. Cuando Aristóbulo Istúriz lanzó su candidatura por primera vez a la alcaldía de Caracas en 1992, ni siquiera aparecía en los cómputos pero luego se supo que algunas mediciones habían manipulado sus números para dar como ganadores a otros. Por eso al ganar los comicios Istúriz declaró: “Le gané a las encuestas”. Hay quienes no confían en esos instrumentos estadísticos porque sencillamente nunca forman parte de la muestra. “Nunca me han encuestado” escuchamos decir con frecuencia y en este trabajo queremos explicarle por qué ocurre eso. Mediante el periodismo de datos demostraremos que todo es cuestión de “probabilidades” que más adelante identificaremos con la letra P. Aplicaremos fórmulas muy sencillas que le ayudarán a encontrar la respuesta. En primer lugar debemos establecer el universo (U) de la encuesta que en este caso es el padrón electoral. En Venezuela han sido habilitadas para votar 20 millones 482 mil 113 personas. Digamos que la muestra (m) de la encuesta es de 1500 entrevistas. U= 20.482.113 m= 1.500 P= Probabilidad Fórmula: P= m/U x 100 1.500/20.482.113 x 100= 0,007% Usted tiene una probabilidad del 0,007% de ser encuestado o de que le incluyan en la muestra. También está el llamado Factor de Representación (FR), es decir, ¿a cuántos electores representa cada encuestado? Este valor se obtiene dividiendo el universo entre la muestra: Fórmula: FR= U/m 20.482.113/1.500 = 13.655 Quiere decir que un encuestado representa a 13.655 electores, por eso es un error estadístico decir cosas como: “El 50% de los venezolanos quiere votar” Así que no se preocupe si no le encuestan. Ya ve que hay muy pocas probabilidades para eso. Elementos para manipular Los medios de comunicación a veces incurren en errores graves a la hora de interpretar encuestas, pero también las empresas que se dedican a eso usan ciertos trucos para inflar números. Por ejemplo decir que el 60% “de los venezolanos” prefiere a tal cual o cual candidato es un error pues como vimos más arriba, el universo de toda encuesta comicial que sea predictiva es el padrón electoral y no la población de Venezuela que en este caso es, según el último censo, más de 30 millones de habitantes. Lo correcto es decir “60% de los encuestados” pero los titulares de medios siempre dicen otra cosa. Otro aspecto importante es el de los indecisos. Las encuestadoras invisibilizan este dato o lo suman a los porcentajes finales o al candidato que les interesa “inflar”. También suelen meter en un mismo saco dos ítems que son distintos: NO SABE/NO CONTESTA. La encuestadora que haga eso no es seria porque no es lo mismo no saber que no contestar. Los expertos aconsejan preguntar directamente al entrevistado “¿Por quién no votaría?” para establecer un parámetro más o menos confiable. Tomemos en cuenta la teoría de la espiral del silencio (Elizabeth Noelle-Neuman): “Si la opinión pública es el resultado de la interacción entre los individuos y su entorno social, para no estar aislado, un individuo puede renunciar a su propio juicio. Este temor al aislamiento es parte de todos los procesos de Opinión Pública”. Es decir, algunas personas no responderán por miedo o simplemente se plegarán a la “mayoría victoriosa”. Otro elemento de manipulación es violar el principio de aleatoriedad, es decir, la oportunidad que se tiene de formar parte de la muestra respetando la pirámide poblacional de cada región. Cuando se dice que una encuesta es “nacional” pero solo cubre 10 o 15 estados del país, sus resultados no son confiables. Todo periodista debe solicitar la ficha técnica de la encuesta, especialmente cómo se elaboró la muestra la cual debe ser representativa. Hasta la forma de preguntar puede prestarse para manipular o provocar la respuesta que queremos. Las preguntas deben ser cerradas, no contener ambigüedades o más de un elemento como por ejemplo: ¿Usted votaría por fulano o por mengano?. Así que bienvenidas las encuestas pero tengamos cuidado con las falsas ilusiones…O ¿números?. Nota: con información de la profesora Sandra Crucianelli, instructora del curso “Cobertura de elecciones en la era digital: Cómo analizar encuestas y chequear campañas” del Knight Center, Universidad de Texas (Austin, EEUU). Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.

  @LuisanaC16

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