Este post lo escribo a modo introspectivo, por lo que leeréis gran parte de mis procesos mentales al deducir por emociones y sentimientos mis propios pensamientos.
Cuando decía, antes de quedarme embarazada, que quería ser madre todo el mundo me miraba con esa mirada de aprobación que reconoces como algo natual cuando dices lo obvio. Nadie se sorprendía, algunos no lo entendían, pero no se sorprendían cuando salía de mi boca un “tengo muchas ganas de ser madre”. Con algunas he tenido conversaciones muy profundas sobre la envidia que le tenía a aquellas mujeres que no sentían instinto maternal. No debería ser obligatorio sentirlo y realmente no sentirlo te quita un peso de encima, seamos sinceras.
{Kit}Creo que voy a resumir esta parte dejando leeros este post de Mamaríe donde hablo sobre antes de ser madre{/Kat}
Y ahora que soy madre cada vez que digo que estoy deseando tener otro hijo todo el mundo me mira con cara de muy sorprendido sin podérselo creer. Algunos llegan a decirme que mi hijo es todavía muy pequeño y yo les miro con una cara que quiere decir: “No me vayas a comparar mi hijo con su hermanito pequeño”, pero que creo que entienden como un: “¿Quién te ha pedido tu opinión?” que también le viene muy al pelo.
Me dejan siempre con la sensación como de que la maternidad debe ser horrible y hasta que no te olvidas de lo horrible que ha sido (cuando tu hijo ya tenga si eso dos o tres años) no puedes plantearte tener otro hijo sin arrepentirte después.
Y sí, reconozco que tener un hijo no es un camino de rosas. Es muy sacrificado y muy duro, las horas de sueño de calidad dejan de existir y tu mente vaga entre mil ideas de cuál es la forma correcta de tirarlo por la ventana sin que sufras por ir a la cárcel después… Todo lo que tú quieras.
Pero yo ya lo sabía antes de tenerlo. Yo ya sabía que me dolerían sus dolores, me amargarían sus tristezas y que dejaría de tener vida propia. Adiós a los cafés tranquilos con las amigas, bye bye a las noches de juerga sin fin y… ¿existieron de verdad esos domingos sin hora de levantarse?
Pero no sólo no tengo suficiente si no que quiero más… Y me lo dicen hasta los sueños. Hace poco soñé que estaba embarazada de nuevo y disfruté muchísimo mi sueño. Al despertarme seguía con la sensación de estarlo y me tocaba la barriga mientras miraba a Bebé Fúturo pensando que qué feliz iba a crecer con un hermanito pequeño.
¿Por qué? Pues sería como responder al “¿Por qué las rosas son rojas?”. ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué existimos en la Tierra? Quiero ser madre, no tiene un razonamiento, es una verdad (¿absoluta?). Y aprovecho el post para declarar que no he podido encontrar mejor pareja para realizar mi sueño, no sólo por el buen padre que es, si no por todo lo demás.
¿Qué significa ser madre para yo querer serlo? O al menos, ¿qué entiendo yo por ser madre para querer serlo con tanta intensidad? Siempre he sido muy mística y creo que todo lo que procuramos conocer tiene una verdad oculta ante los ojos, pero no al conocimiento. De esta manera, por ejemplo, podemos ver la madera de las puertas de los armarios (es lo que tengo en frente, sí, no suelo irme muy lejos cuando pienso), pero no sus átomos… Los vemos, pero no los reconocemos como tal. ¿Qué diferencia sus átomos de los átomos del picaporte de metal? Yo no puedo decirlo, pero un físico sí (o una física).
A mi entender, ¿qué diferencia una mujer que desea ser madre a una mujer que no? Y no me refiero ni a cualidades ni a habilidades. No creo que ninguna de las dos sea más mujer que la otra, no tiene porqué ser “más buena” ni “más sacrificada”.
¿Es todo “culpa” de un instinto?
Y aquí me gusta buscar en la etimología la procedencia de palabras que entorpecen el avance de mis pensamientos. ¿Qué y de dónde viene la palabra instinto? Encontrado: “Instigar”, literalmente sería “lo que te instiga y te pincha interiormente”. Y ciertamente… si no fuera madre, me pincharía y me instigaría hasta hacerme llorar todos los días.
¿Es tan fuerte un instinto para hacerte y convertirte en la persona que eres como definición propia? La verdad es que creo que sí y creo que eso no es nada malo. Así que simplemente acepto que quiero ser madre por instinto y procuraré ser la mejor madre del mundo para todos y cada uno de mis hijos.