Pero, en realidad, los mapas no se orientan; no señalan a oriente sino al norte. ¿Por qué, entonces, hablamos de orientación y no de "nortación"?
Pues por "culpa" de San Isidoro de Sevilla y de Beato de Liébana, en la alta Edad Media.
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Puede que los países del hemisferio sur no estén muy de acuerdo con esta disposición, pero como entraron en la historia mucho más tarde que los del hemisferio norte, fueron éstos los que decidieron cómo dibujarlos.
No hay que olvidar que la Estrella Polar ya se usaba desde la antigüedad para la orientación, tanto marítima como terrestre, y que está situada en el norte de la esfera celeste según se mira; y la brújula, también inventada en el hemisferio norte, señala al norte. Así que no es de extrañar que fuera ese punto cardinal el elegido para presidir los mapas.
Pero esto no siempre ha sido así.
Primer mapamunid conocido.
Tablilla babilónica. Ss. V-VII a.C.
Los griegos también representaban el norte en la parte superior.
Mención especial merece Eratóstenes, en el siglo III a.C., que no solo dedujo que la superficie de la Tierra es curva, sino que midió con mucha exactitud la longtud del meridiano terreste comparando los ángulos que formaban las sombras de sendas estacas clavadas en Siena (actual Assuán, en el trópico y, por la tanto, sin sombra) y en Alejandría, situada en el mismo meridiano, ochocientos kilómetros más al norte. La medición la realizó el mismo día a la misma hora: 22 de junio (solsticio de verano) a la misma hora (mediodía).
Eratóstenes midió las diferencias en los ángulos de inclinación de ambas estacas: unos 7º, o sea más o menos la 50ª parte de una circunferencia, que, como todo el mundo sabe, tiene 360º; y conocía la distancia entre ambas cidades. Así que calculó que la circunferencia terreste debía ser de unos 40.000 km. Un cálculo correcto.
Nadie mejor que Carl Sagan para explicarlo.
Aunque uno de sus seguidores, Posidionio de Rodas, siglo y medio después, se pasó de listo al rehacer los cálculos y redujo en una cuarta parte la medida, situándola en unos 28.000 km. Este error duró más de 15 siglos hasta que Cristóbal Colón, que se fiaba de los datos de Posidonio, emprendió un viaje "en dirección contraria" en busca de las Indias Orientales y se topó con un nuevo continente.
De haber leído a Eratóstenes, otro rumbo habría seguido u otro destino habrían seguido los descubrimientos.
Una de las concepciones cartográficas que se utilizaban en aquella época era la llamada Isidoriana, llamada así por Isidoro de Sevilla, "que describe una tierra plana, tripartita y circular en la que toda la ecumene, la tierra habitable, se ajusta a los tres continentes conocidos".
Como se puede apreciar, este mapamundi no tiene el norte en la parte superior de la hoja, sino el este.
Este tipo de representación es la que servirá de inspiración para los mapamundi de los Beatos.
Uno de esos códices del Beato aparece en la misteriosa biblioteca de cierta abadía medieval italiana en la que tuvieron lugar ciertos luctuosos sucesos y que Fray Guillermo de Barkerville tan audazmente desenmascaró.
Si han leído "El nombre de la rosa" sabrán a qué me refiero.
Entre estas ilustraciones, algunos de los manuscritos contienen mapas que ilustran el pasaje de la obra:
"en el que se divide el orbe entre los apóstoles adjudicando a cada uno de ellos la parte del mundo que les corresponde evangelizar.
El pasaje dice textualmente: "Haec est ecclesia per universum orbem dilata", (Esta es la iglesia difundida por el orbe universal)".
Códice del Beato de Saint Sever año 1050-1060.
Conservado en la BNF
En la Alta Edad Media se tenía un conocimiento geográfico muy limitado y muchos de los trabajos clásicos se habían perdido o no gozaban de la suficiente distribución.
Así que en aquella época se pensaba que la tierra era un círculo plano, rodeado de agua, cruzado por los ríos principales que ya mencionó San Isidoro y cubierto por la bóveda celeste.
Y aquí es cuando llegamos a la respuesta a la pregunta del título del apunte.
Según la concepción Isidoriana, los mapas estaban "orientados"; es decir, oriente es el punto cardinal fundamental situado en la parte superior del mapa.
Esta costumbre perduró hasta los siglos XIV y XV a partir de los cuales se abandonó esta proyección cartográfica tan "religiosa" y la ciencia y la observación comenzaron poco a poco, y definitivamente, a abrirse camino.
Y así es cómo ha llegado hasta nuestros días la convención lingüística de que los mapas, en vez de estar nortados, están orientados.
Y todos nosotros nos orientamos aunque para hacerlo no busquemos ni miremos al este sino al norte.
Y la orientación no significa tener el este como punto de referencia, sino el norte.
Ya les he dicho que en el hemisferio sur no están muy satisfechos con la "orientación" al norte de los mapas y los autralianos han realizado su versión alternativa.
Para saber más:
• Historia de los mapas antiguos, de donde están sacadas las imágenes antiguas.
• The Flat Earth Society.