Revista Psicología

¿Por qué sentimos más culpa las mujeres que los hombres?

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

Diversos estudios realizados tanto en adolescentes como en jóvenes y en adultos confirman que la mujeres experimentan el sentimiento de culpa con mayor intensidad que los hombres.

¿Por qué sentimos más culpa las mujeres que los hombres?

¿Cuál es el origen del sentimiento de culpa en las mujeres?

La herencia de una cultura patriarcal reforzada por el cristianismo ha influido en la cultura occidental a la discriminación de la mujer con respecto al hombre. También a sentirse más culpable que el hombre por el mero hecho de ser mujer.

Para mitigar la angustia existencial que supone vernos arrojados a una vida finita, los seres humanos han necesitado crear historias o mitos que permitan encontrar un significado a nuestra propia existencia.

De entre todas estas historias y mitos destaca el mito del “pecado original” o de “Eva”, descrito en el libro de Génesis del Antiguo Testamento y cuyo origen se cimienta en el sentimiento de culpa de  las mujeres.

Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”.

Génesis 3, 6-7

Dios prohibió a Adán y a Eva comer del “árbol de la ciencia del bien y del mal”, que representaba a la autoridad o el derecho para decidir lo que está bien y lo que está mal. Al comer del árbol, Adán y Eva desobedecieron el mandato divino, perdieron el Paraíso, la felicidad y la vida eterna. Fue de este modo como (siempre según lo que relata el Génesis) se introdujo el pecado, el sufrimiento y la muerte en el ser humano.

Sin embargo, reflexionemos en el detalle de que la culpa de la desobediencia no es de Adán y Eva, sino sólo de Eva como se dice en este pasaje de Eclesiástico, 25:24:

“Por la mujer comenzó el pecado,
por culpa de ella morimos todos”

Al inducir Eva a Adán a que comiera la manzana  —el fruto del árbol prohibido— para adquirir un conocimiento que les hiciera ser como Dios, su desobediencia les condujo a otro conocimiento: el del bien y del mal, así como también a la certeza de que un día morirían.

De esta manera, Eva se convierte en la “chica mala” de esta historia dejando a Adán como el “chico bueno”. Otra evidencia que queda de manifiesto a través de este mito es que Dios castiga por desobedecer y ejercer el derecho a la libertad individual de elegir, así como también castiga la curiosidad de conocer, de descubrir, de saber más.

Desde tiempos remotos, la tradición cristiana ha perseverado en hacer culpable a Eva del llamado “pecado original”, y al mismo tiempo ha propiciado una lucha de poder entre el hombre y la mujer que ha alcanzado sus máximas cotas en nuestros días.

El sentimiento de culpa en las mujeres: una perspectiva de género

El sentimiento de culpa tiende a ser más intenso en la mujer que en el hombre, diferencia que puede variar en función de factores socio históricos.

En estas diferencias también existe otro elemento importante denominado reglas de sentimiento ; término propuesto por la socióloga Arlie Russell Hochschild en 1983 para designar un conjunto de reglas o normas de las que no somos conscientes pero que socialmente dictan lo que “se debe o no se debe sentir” en determinadas circunstancias.

En ocasiones, las reglas de sentimiento son diferentes para hombres y mujeres dentro de una misma cultura. Por ejemplo, en caso de adulterio en muchas culturas, la mujer adúltera además de ser estigmatizada —algo que no sucede con el hombre– tiene que sentirse peor.

Existen de facto ciertas reglas implícitas —reglas no escritas— en las que se dice que la mujer debe sentirse más culpable que el hombre si se ausenta del hogar, bien para trabajar, bien para compartir actividades con sus amistades, ya que es un tiempo que le roba a la atención y el cuidado de sus hijos.

Estas reglas afectan también a la forma en que los padres y madres se dirigen a sus hijos e hijas cuando intentan de corregir una determinada conducta. Diversos estudios constatan que con las hijas se promueve mayor sentimiento de culpa al aplicar técnicas disciplinarias que tratan de hacerles ver las penosas consecuencias de su conducta con frases como estas:

  • ¿Te das cuenta de lo que has hecho?
  • ¿Cómo te sentirías si te hubieran hecho eso mismo?
  • ¿Cómo nos puedes hacer esto?…

También, a la mujer se le socializa más que a los hombres para que se preocupe por el bienestar de los demás.

En definitiva, la mujer sigue sufriendo en la actualidad una presión social que la hace sentir culpable en mayor medida que los hombres ante determinadas conductas, mientras que paradójicamente éstos no sienten culpa alguna y son mejor vistos por la sociedad aún realizando las mismas conductas.

Desde niñas se inculca a las mujeres normas que fomentan la obediencia. De este modo, la mujer aprende a sentirse culpable si hace algo que no se debe hacer. Nos encontramos así ante un mecanismo de control —o de adaptación— aprendido en la niñez que repercute en la vida adulta cuando al ser excluida social o culturalmente hay una tendencia a que la mujer se sienta culpable desde su discriminación.

 “La culpa nos confunde y paraliza. En muchas oportunidades las mujeres quedamos inhibidas para luchar por nuestros derechos, o defender nuestras ideas, percepciones y sentimientos”

Liliana Mizrahi

La culpa también es una forma de violencia

  • Culpables por elegir comer una manzana.
  • Culpables por decir lo que pensamos.
  • Culpables por romper esquemas y estructuras machistas.
  • Culpables por utilizar la ropa que nos apetece.
  • Culpables por tener el poder de dar vida.
  • Culpables por decidir no ser madre.

Pautas para no sentirte culpable como mujer

  • IDENTIFICA la conducta que te hace sentir culpable.
  • ACEPTA que tenemos la condición de ser humanas y con todo el derecho a equivocarnos.
  • RECONOCE tus límites y no te exijas más allá de ellos.
  • EXPRESA verbalmente como te sientes frente a cualquier acto que hayas realizado.
  • REFLEXIONA acerca de posibles soluciones al problema que te angustia. Seguro que encuentras uno válido para ti.
  • RESPONSABILÍZATE de tu conducta pero no te sientas culpable de ella. La responsabilidad impide anclarte en la culpa y te ayuda a resolver el problema.

Con mucho humor Las Cadiwoman cantan en esta chirigota gaditana situaciones simples, cotidianas  e inocentes que, sin embargo, generan sensación de culpa en  muchas mujeres.

A continuación, puedes leer la letra completa de La culpa:

La culpa

La culpa hay que echarla para fuera,
así que aprovechad cuando vayáis a hacer pipí…
y mea culpa.

La culpa para afuera, la culpa,
saliste una noche de copas
después de una semana de sangre y sudor
y la gente murmura:
«Esa madre no tiene muy buen corazón,
habrá dejado a su criatura
viendo a Bob Esponja tirado en el salón».

Comer hidratos de noche

y no ir al gimnasio, pagándolo y todo,
un día entero con Netflix
con el chocolate y con el cobertor
y la gente comenta:
«Se ha puesto más gorda,
se ha hecho mayor».

Y por mi culpa, la culpa, la culpa,
porque con Eva todo esto empezó
la Biblia es un culebrón.

Quitarle la teta al machito,
o seguir con la teta y el niño es mayor,
pedir pizza o de chino,
y para hacer un cocido,
tres horas «plop, plop»,
salir de un grupo de WhatsApp,
tirarte un pedito en el ascensor…

La culpa no vale para nada
si luego lo vas a hacer igual
pero con esa cosa que al final
no te va a dejar disfrutar.

Coser un disfraz para el colegio
porque tenía que ir árbol de Navidad
y pegarle dos bolas al pijama del padre,
que era para tirar
sentirte muy malamente
ponerle en la frente una estrella pegada.

A veces me toco un poquito
y yo no siento culpa, ni angustia, ni nada,
eso es algo del cuerpo, es algo necesario,
algo natural.

¿Y con quién fantaseo?
Culpa, culpa, fuera la culpa.

La culpa no vale para nada
si luego lo vas a hacer igual
pero con esa cosa que al final
no te va a dejar disfrutar.

Trabajo de mañana y de tarde
y cuando llego a casa estoy reventada.

No soy la madre perfecta,
la amante dispuesta siempre depilada.

La bata con pelotillas,
mis mallas cedidas y la ingle poblada.

La culpa del mundo, toda la tengo yo
tomé una manzana y he liado una tangana

Yo traje el pecado y también a Casado,
Pandora y la caja culpa de una raja
y las siete plagas las trajo mi hermana
la culpa de todo fue de Yoko Ono,
maté a Manolete y también a Chanquete,
de cualquier pelea por ir al Ikea,
del gluten, del paro o de si me separo,
del aceite de palma, de si tu no te empalmas,
del irme a ensayar y quedarme en el bar,
de llevar un escote y ser rubia de bote,
si dio que no, no lo repitió.

La culpa de todo, no la tengo yo.


Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia

Bibliografia:

– Etxebarria, I., Ortiz, M. J., Conejero, S. y Pascual, A. “Intensity of habitual guilt in men and women: Differences in interpersonal sensitivity and the tendency towards anxious-aggressive guilt”. The Spanish Journal of Psychology, 12(2), 540-554, noviembre de 2009.

– Mizrahi, L. (2003). Las mujeres y la culpa. Buenos Aires, Argentina. Grupo Editor Latinoamericano.

Licencia de Creative Commons Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España

Imagen: Pexels


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