Por qué soy optimista

Publicado el 17 agosto 2014 por Hugo
o por qué en tiempos oscuros es más necesaria que nunca la curiosidad
La vida multicolor (1907) de Wassily Kandinsky
Para bien y para mal, nuestro tiempo es uno de los más interesantes de la historia humana, si no el que más. Para ver el vaso medio lleno es necesario dejar parcialmente a un lado todo el mal que vemos a diario a nuestro alrededor, en la televisión, en nuestra cuenta de Facebook, en la calle o en nuestra propia vida y preguntarse qué nos queda por aprender, por hacer y por vivir. ¡Seguramente mucho! Así pues, yo me pregunto con curiosidad: ¿qué será de nosotros dentro de diez años? ¿Cómo será el final de este siglo convulso? ¿Lograré llevar a cabo mis proyectos? ¿A qué nuevas personas conoceré o con qué viejos amigos me reencontraré? ¿Qué otras experiencias tendré? ¿Llegaré a vivir en otro país? ¿Cuánto bien me queda aún por hacer antes de marcharme al otro barrio? Y así muchas preguntas más. La curiosidad salvó al gato ;o)
Está demostrado que los optimistas por lo general mantienen niveles bastante elevados de bienestar y salud mental en épocas de estrés. (…) Además, es más probable que los optimistas hagan planes y emprendan acciones directas cuando se enfrentan a la adversidad. Saben afrontar situaciones difíciles. (…) Es posible que algunos lectores sigan siendo escépticos. Esforzarse por «pensar de forma positiva» o «mirar el lado bueno de las cosas» a veces huele a ingenuidad o, peor aún, a estupidez. Puede que seas una persona que valora «ver las cosas como son» por encima de todo, es decir, que tu motivación fundamental es verte a ti mismo, a las personas que te rodean y al mundo de una manera realista. Según este punto de vista, replantear los acontecimientos negativos de una manera positiva y optimista o anticipar un futuro venturoso en realidad sería un error o, como mínimo, poco realista. Antes que esta reacción, prefiero la réplica de Lee Ross, mi asesor durante el posgrado: «El optimismo no tiene nada que ver con proporcionar una receta para el autoengaño. El mundo puede ser un lugar espantoso y cruel y, al mismo tiempo, puede ser maravilloso y desbordante. Ambas afirmaciones son verdades. No hay un punto medio, sólo puedes elegir qué posibilidad pones en tu primer plano personal».
Sonja Lyubomirsky, La ciencia de la felicidad, 2008.