Creo que cuatro grandes dificultades explican la pasividad e inacción con que (no) abordamos el calentamiento climático –y, más por extenso, la crisis socioecológica mundial--. (1) La gradualidad de los procesos (esto remite a los fenómenos de la “rana dentro de la olla” que se va calentando despacito, y a los “puntos de referencia cambiantes”). (2) La externalización y alejamiento de muchos síntomas de la degradación (con todo un conjunto de estrategias de “barrer debajo de la alfombra” que ponen en práctica los poderes dominantes). Vinculado con ello, observamos (3) la existencia de poderosos grupos de interés –comenzando por las grandes compañías energéticas y automovilísticas-- que luchan por mantener a toda costa el statu quo. Y last but not least constatamos (4) la dependencia estructural de todo el orden socioeconómico presente con respecto al crecimiento económico, que condiciona gravosamente las alternativas.
En una dirección similar a la ya descrita por el psicólogo Daniel Gilbert en 2006, el filósofo ecosocialista (marxista + ecologista) Jorge Riechmann ha recopilado recientemente y con un enfoque más transdisciplinar que el de Gilbert cuatro razones que vienen a reforzar mi teoría del macropesimismo (pág. 33):